Viernes 26 de abril de 2024

La propuesta del arzobispo de San Juan ante el miedo a la soledad

  • 14 de mayo, 2023
  • San Juan (AICA)
"En los momentos en que somos habitados por el sentimiento de orfandad, hace falta fortalecer los lazos de pertenencia a la familia, a los amigos, a Jesús Resucitado", sugirió monseñor Jorge Lozano.
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Monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), apeló a una anécdota personal sobre los desencuentros con un amigo, al que volvió a encontrar hace algunos meses, para plantear el tema del miedo a quedarse solo en el momento de la muerte.

“Me lo expresaba gráficamente, como quien lo viene madurando hace rato. Le aterraba enfrentar una enfermedad terminal sin una mano amiga que al final lo sostenga en el amor”, contó en su carta semanal.

A raíz de ese episodio, el arzobispo sanjuanino dijo que se le vinieron al corazón algunas enseñanzas de Jesús en este tiempo pascual, y las subrayó: “Ustedes son mis amigos. No teman ni se acobarden. No los dejaré huérfanos. Les enviaré el Espíritu Santo. Y las enseñanzas de San Pablo, acerca de que la esperanza no quedará defraudada. Vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó a la muerte por mí”.

“No son ‘frases’; son certezas que nos animan y alientan”, diferenció, y graficó: “Cuando estamos en el mar agitado en medio de la noche, es necesario confiar en la luz del faro, ese faro que permanece siempre allí, sólido, para guiarnos a buen puerto y librarnos del naufragio”.

“Así sucede en la vida. Cuando atravesamos situaciones de confusión, de desencanto, hay que buscar la certeza del amor que no abandona. La confianza en la vida nueva”, sugirió.

Monseñor Lozano sostuvo que, “en los momentos en que somos habitados por el sentimiento de orfandad, hace falta fortalecer los lazos de pertenencia a la familia, a los amigos, a Jesús Resucitado”.

“En las lecturas de las misas de estas semanas empezamos a mirar la celebración de Pentecostés, en que hacemos memoria de la efusión del Espíritu Santo. Él mora en nuestra vida desde el momento del Bautismo y no se aparta de nosotros. Dejemos que nos renueve en la esperanza”, concluyó.+