"¿Es lícito pagar al César el tributo?", reflexión de monseñor Mestre
- 24 de octubre, 2017
- Mar del Plata (Buenos Aires)
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, reflexionó sobre el episodio en el que le preguntan a Jesús: "¿Es lícito pagar al César el tributo?", y propuso reflexionar con tres palabras: maldad, César y Dios.
"El Evangelio de este domingo ha sido objeto de muchas interpretaciones diversas a lo largo del tiempo de la Iglesia, no todas ellas de acuerdo con el sentido original que le da el Señor", señaló el prelado.
"En algunos momentos, sobre todo a partir de la Edad Media y en adelante, se quiso extraer solo de aquí una suerte de teoría sobre la relación del poder de la Iglesia y el poder del estado o del mundo", explicó y agregó: "Pero, en muchos casos, estas interpretaciones eran muy parciales y hasta incorrectas en algunos aspectos".
Monseñor Mestre aclaró que "la Iglesia elabora y propone su ?doctrina social? no solo a partir de un único texto de la Biblia sino en consonancia con la unidad de la Escritura que se expresa en todos sus textos interpretados en la tradición viva y el magisterio de todos los tiempos".
"Fariseos y herodianos se confabulan en contra de Jesús tendiéndole una verdadera trampa. Si Jesús contesta que es lícito pagar el impuesto le dirán que es un ?vende-patria? a los romanos y que rinde culto al ?dios César? que está en la moneda", relató. "Si Jesús contesta que no está permitido pagar el impuesto, entonces lo acusarán de revolucionario y detractor de las normas sociales imperantes. El Señor responderá de forma magnífica dejando en claro los puntos esenciales sobre esta cuestión", añadió.
Para la meditación, sintetizó la reflexión en tres palabras: maldad, César y Dios.
1. La maldad de los fariseos y herodianos
Es realmente vil la actitud de fariseos y herodianos, dos grupos totalmente opuestos, de reunirse para dañar a Jesús. Representan dos grupos antagónicos que se unen para hacer el mal. Además, es realmente negativa la actitud de hablarle con "palabras bonitas" cuando en realidad le quieren poner una trampa para acusarlo. Son actitudes de maldad inautenticidad y de "bajeza".
¿Puede haber algo de esta maldad en mi corazón? A la hora de enfrentar problemas y confrontar posturas: ¿Soy auténtico? ¿Busco la verdad? ¿Busco el bien por caminos buenos? En las inevitables "internas" que se pueden dar en todo grupo humano: ¿Intento ser sincero? ¿Supero la tentación de ser doblez de corazón? ¿Tengo actitudes de "bajeza"?
2. "Den al César lo que es del César"
Esta primera parte de la frase señala la independencia legítima que hay entre el poder civil y el religioso. Es lo que en terminología actual llamamos "realidades temporales" o "temas seculares". No se puede ser un "fanático religioso" y pretender que todo el mundo se vea obligado a vivir una vida religiosa si así no lo quiere o no lo han descubierto aún. La clave aquí es el respeto y la legítima independencia y autonomía del poder temporal y estatal con respecto a nuestra perspectiva religiosa u otra concepción. Aquí habrá que aprender a proponer con firmeza los principios de la fe pero sin imponer. Se deberá crecer en diálogo en un marco de sociedad sumamente pluralista en sus creencias y concepciones ideológicas.
¿Soy respetuoso con las creencias o no creencias de los demás? ¿Acepto que existe un orden civil profano que no tiene porqué estar regulado por principios fácticos de fe que obliguen a los demás a practicar tal o cual forma religiosa? ¿Puedo caer en la tentación de ser un "fanático religioso"? ¿Soy capaz de proponer sin imponer los principios de mi fe en Dios? ¿Busco dialogar para buscar el bien común en el marco de una sociedad pluralista?
3. "Den a Dios lo que es de Dios"
La segunda parte de la frase completa muy bien el sentido de la misma. Cuando Jesús les pregunta de quién es esa "figura", la palabra griega que está detrás es ?eikon? que significa también "imagen". Sabemos por Gn 1, 26 que el hombre es "imagen" de Dios. Por eso el "den a Dios lo que es de Dios" implica darle a Dios lo que es imagen de Dios: ¿quién es la imagen de Dios? El ser humano. Por eso el hombre, todos los hombres, la humanidad, incluso el César es de Dios. De aquí brota nuestra dignidad más profunda: somos imagen del mismo Dios.
Manteniendo lo que afirmamos en el punto dos, la necesaria autonomía e independencia del poder político, estatal, temporal e históricos, debemos "luchar" con las "armas de la paz" del Evangelio para que la dignidad del ser humano, imagen de Dios, sea siempre cuidada, enaltecida y respetada.
¿Me redescubro cada día como imagen de Dios? ¿Me siento realmente "obra de sus manos"? ¿Entiendo que llevo su "sello" en mi cuerpo, mi alma y mi espíritu? ¿Llevo adelante mi vida según esta gran dignidad que se me ha dado? ¿Ayudo a que otros hermanos descubran la grandeza de ser imagen de Dios? Respetando la legítima independencia que vimos en el punto dos: ¿Me comprometo en luchar por la dignidad de todos los hombres según el "plan maestro" de nuestro Creador?+