Jueves 2 de mayo de 2024

El Sínodo en oración por los migrantes

  • 19 de octubre, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Los participantes a la Asamblea sinodal, junto con el Papa, se reunirán en la Plaza de San Pedro, en el monumento a los migrantes, para rezar por quienes perdieron la vida.
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La cuestión migratoria estuvo en el centro de la sesión informativa de este jueves 19 de octubre, presidida por el prefecto del Dicasterio para la Comunicación y presidente de la Comisión para la Información del Sínodo, Paolo Ruffini, en la Sala de Prensa del Vaticano, quien hizo un balance de los trabajos en el Aula Pablo VI en la sesión de los Círculos Menores del Sínodo de los Obispos.

Durante la rueda de prensa el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, se refirió en su intervención en inglés a la oración por los emigrantes programada para esta noche en la Plaza de San Pedro. Ante la escultura "Angels Unawares". “La asamblea sinodal -explicó- que está aprendiendo a caminar junta como Iglesia tendrá la oportunidad" de hacer visible de forma simbólica "este viaje" realizado junto "a algunas de las personas más vulnerables de la Tierra, especialmente aquellas que huyen o se ven obligadas a abandonar" su patria, es decir, "aquellos a los que llamamos migrantes y refugiados".

Por ello, añadió, "habrá una armonía en la forma en que estamos pasando este día" en la asamblea sinodal "hablando de algunos aspectos" del fenómeno migratorio frente al barco esculpido en bronce por Timothy Schmalz, que representa a "personas de todas las edades que se han visto obligadas por alguna razón a huir de su país y de sus hogares". 

Aunque, señaló Czerny, "la armonía y la buena voluntad y el profundo intercambio vividos en el sínodo" ponen dramáticamente de relieve "la angustia, la falta de seguridad, la vulnerabilidad y la marginación de los emigrantes y refugiados" y "el terrible silencio de la sociedad que los rechaza".

Monseñor Flores: de una diócesis fronteriza
El obispo de Brownsville, Texas, monseñor Daniel Ernest Flores, presidente delegado de la Asamblea y miembro de la Comisión Preparatoria, comenzó recordando que "cada Iglesia local del mundo aporta sus propios dones y experiencia al Sínodo". Contando la de su diócesis fronteriza, dijo que en los últimos años ha aumentado el número de personas procedentes de América Latina que llegan a los Estados Unidos de América a través de Brownsville. Pero nunca faltó la respuesta de los fieles "para crear soluciones de asistencia y ayuda: no tenemos grandes recursos materiales pero sabemos lo que es la pobreza y somos generosos", aseguró el prelado, quien destacó que la misma respuesta llegó también de musulmanes, judíos y miembros de otras religiones y confesiones cristianas.

Los que cruzan la frontera, añadió, "deben ser tratados con el respeto debido a su dignidad humana". Y aunque la diócesis no tenga grandes posibilidades financieras, hay que ser "flexible" y adaptarse a situaciones siempre cambiantes, teniendo presente el principio de respeto -especialmente hacia las familias migrantes que a menudo pasan por "experiencias terribles"- y manteniendo siempre una actitud de cooperación con las diócesis vecinas.

Maronita Alwan: el drama de los refugiados sirios en Líbano
El padre Khalil Alwan -ex superior general de los Misioneros Maronitas libaneses, secretario general del Consejo de Patriarcas Católicos de Oriente, profesor de la Universidad libanesa de Beirut, que participa como testigo sinodal para las Iglesias orientales y coordinador general para Medio Oriente, se refirió a la situación de los refugiados sirios en el Líbano: "Desde 2011, cuando llegaron aquí, viven en condiciones inhumanas, hacinados en gran número en campos al límite de su capacidad porque la comunidad internacional obliga al Líbano a mantenerlos en su territorio, impidiéndoles ir a Europa". 

En esas zonas, añadió el padre Alwan, "viven más de dos millones de personas, con numerosos nacimientos registrados en los últimos años". Con sus cinco millones de habitantes, Líbano es el país del mundo con mayor porcentaje de refugiados". Diversas ayudas humanitarias intentan paliar la dramática situación, señaló, pero hay que permitir a los refugiados ir a un lugar más respetuoso con la dignidad humana.

Los libaneses son penalizados "por su humanidad", señala el padre Alwan. De hecho, todos estos refugiados suponen una carga para la economía del Estado, que soporta enormes costes que las organizaciones gubernamentales internacionales son incapaces de afrontar, con el resultado de que "los ciudadanos libaneses son cada vez más pobres". Esto provoca una gran ira en ellos: ven la cuestión humanitaria como un pretexto para mantener a los refugiados en Líbano, que se ve obligado a ser un país de asilo político.

Se han alzado muchas voces -concluyó el clérigo- pidiendo que los sirios se marchen a Europa. Estamos ante una tragedia humana y rezaremos esta noche para que las potencias del mundo trabajen para ponerle fin y para que los sirios puedan volver un día a su país y a su cultura".

Monseñor Mpako: acogida, escucha, respeto
Monseñor Dabula Anthony Mpako, arzobispo de Pretoria y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Sudafricana, expuso en primer lugar la situación de los inmigrantes y refugiados en su país. Agradeciendo la oportunidad de participar en la "conversación en el Espíritu" como método del proceso sinodal, el arzobispo afirmó que con la escucha, el respeto y la aceptación, las personas pueden expresarse y acogerse verdaderamente. "Si pienso en mi país", dijo, "puedo decir con seguridad que tenemos un terreno fértil para hacer nuestro este método", que servirá para afrontar "el reto de ser capaces de ofrecer un lugar y una cultura pastoral a los emigrantes y refugiados".

"Oficialmente acogemos a 2,9 millones de emigrantes: en realidad son muchos más, y la razón principal de su presencia en Sudáfrica es la pobreza: la mayoría son refugiados económicos", explicó el arzobispo de Pretoria, ciudad que junto con Johannesburgo está entre las más "populares" para los emigrantes que se dirigen a Sudáfrica. 

En Pretoria, dijo monseñor Mpako, "tenemos un ministerio para la atención de emigrantes y refugiados, intentando ayudarles también con necesidades prácticas como proporcionarles comida, ropa y atención sanitaria, siguiendo también los trámites para obtener el estatuto de refugiado". Muchos de ellos, prosiguió, "son católicos que quieren seguir practicando su fe. A menudo se encuentran aislados en su diáspora. Intentamos que se integren en la realidad católica local, implicando también a sacerdotes de los países de origen de los emigrantes".+