Viernes 22 de noviembre de 2024

El progreso y el bienestar nos convirtieron en "una sociedad del cansancio", advirtió Francisco

  • 25 de mayo, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Santo Padre contiunó este miércoles, 25 de mayo, su ciclo de catequesis sobre la vejez, en esta ocasión reflexionando a la luz del Libro del Eclesiastés.
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“Con todo nuestro progreso y bienestar, nos hemos convertido verdaderamente en la sociedad de la fatiga. Estamos en la sociedad del cansancio”, alertó el papa Francisco en la catequesis del miércoles 25 de mayo pronunciada en la Plaza de San Pedro y dedicada una vez más a la vejez, a partir del libro del Eclesiastés o Cohélet. 

Al presentar su décima primera reflexión sobre “la sabiduría y el valor de la vejez”, el Santo Padre señaló que, “en una primera lectura este breve libro impresiona y deja desconcertado por su famoso estribillo: “Todo es vanidad, todo es niebla, humo, vacío”. Sorprende encontrar estas expresiones, que cuestionan el sentido de la existencia, dentro de la Sagrada Escritura”.

El pontífice explicó que, en realidad, la oscilación continua de Cohélet entre el sentido y el sinsentido es la representación irónica de un conocimiento de la vida que se desprende de la pasión por la justicia, de la que el juicio de Dios es garante. Y la conclusión del Libro indica el camino para salir de la prueba: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos, que eso es ser hombre cabal”.

Ante esta realidad, evidenció el Papa que, en ciertos momentos, “nos parece elegir todos los contrarios, reservándoles el mismo destino, que es el de acabar en la nada, el camino de la indiferencia puede parecernos también a nosotros el único remedio para una dolorosa desilusión”.

“No es casualidad que la nuestra sea la temporada de las fake news, las supersticiones colectivas y las verdades pseudocientíficas”, argumentó Francisco, quien luego prosiguió: "En esta cultura del saber, del saberlo todo, incluso de la precisión del saber, se difundieron muchas brujerías, pero brujerías cultas, con cierta cultura pero que te llevan a un camino de superstición. Por un lado, para ir adelante con inteligencia en saber cosas, por otro el alma que necesita de otras cosas y que toma el camino de las supersticiones y termina en la brujería”. 

"La vejez puede aprender de la sabiduría irónica de Cohélet, el arte de sacar a la luz el engaño oculto en el delirio de una verdad del espíritu desprovista de afecto por la justicia" y añadió el Papa:  ¡Los ancianos llenos de sabiduría y humor hacen mucho bien a los jóvenes! Los salvan de la tentación de un conocimiento del mundo triste y sin sabiduría de la vida. Estos ancianos llevan a los jóvenes a la promesa de Jesús: 'Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados'. Ellos serán los que siembren hambre y sed de justicia en los jóvenes”. "¡Ánimo y adelante!".

“Puede surgir en nosotros -afirmó- una especie de intuición negativa que puede presentarse en cada etapa de la vida, pero no cabe duda de que la vejez hace casi inevitable este encuentro con el desencanto. El desencanto, en la vejez, viene. Y por tanto, la resistencia de la vejez a los efectos desmoralizantes de este desencanto es decisiva: si los ancianos, que ya han visto de todo, conservan intacta su pasión por la justicia, entonces hay esperanza para el amor, y también para la fe.

“Para el mundo contemporáneo se ha vuelto crucial el paso a través de esta crisis, crisis saludable, porque una cultura que presume de medir todo y manipular todo termina por producir también una desmoralización colectiva del sentido, del amor, del bien”, dijo el Papa.

A continuación, el Papa afimó que “con todo nuestro progreso y bienestar, nos hemos convertido verdaderamente en una sociedad del cansancio”. Teníamos que producir bienestar generalizado y toleramos un mercado sanitario científicamente selectivo. Teníamos que poner un límite infranqueable a la paz, y vemos sucesión de guerras cada vez más despiadadas contra personas indefensas. La ciencia progresa, naturalmente, y es un bien. Pero la sabiduría de la vida es otra cosa, y parece estancada”.+