Jueves 28 de marzo de 2024

El Papa: la llamada de Dios siempre implica una misión

  • 30 de junio, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Francisco celebró la última audiencia general antes del tradicional receso de julio y su respectiva catequesis centrada en la Carta de San Pablo a los Gálatas.
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"En el plan de Dios, todo fue preparado. Él teje nuestra historia, la historia de cada uno de nosotros, y si correspondemos con confianza a su plan de salvación, nos damos cuenta de ello", dijo el papa Francisco este miércoles 30 de junio comentando un pasaje de la Carta de san Pablo a los Gálatas, a la que dedicó la catequesis de la Audiencia General. 

El encuentro se desarrolló nuevamente en el Patio de San Dámaso. Durante casi media hora, Francisco se detuvo a saludar a los presentes. Bendijo rosarios y otros objetos que le llevaron, y las manos unidas de una pareja casada. Bebió mate, tocó una campanilla, se colocó dos paños coloridos que le regalaron los fieles e intercambió unas palabras con un grupo de muchachas y con algunos sacerdotes jóvenes. 

En su discurso, recordó que, en la Carta a los Gálatas, "Pablo se atreve a decir que superaba a todos en el judaísmo, era un verdadero fariseo celoso, "irreprochable en la justicia que proviene de la observancia de la ley".

En dos ocasiones subraya que fue un defensor de las "tradiciones de los padres" y un "firme creyente en la ley". Por un lado, insiste en señalar que había perseguido ferozmente a la Iglesia y que había sido un "blasfemo, un perseguidor, un hombre violento"; por otro lado, destaca la misericordia de Dios hacia él, que le llevó a experimentar una "transformación radical".

"Se convirtió, cambió”, subrayó el pontífice. “Pablo destaca la verdad de su vocación a través del sorprendente contraste que se produjo en su vida: de ser un perseguidor de los cristianos porque no observaban las tradiciones y la ley, fue llamado a convertirse en apóstol para anunciar el Evangelio de Jesucristo. Vemos que Pablo es libre”.

El Papa explicó que “al revisar su historia, Pablo se siente maravillado y agradecido. Es como si quisiera decir a los gálatas que podría haber sido cualquier cosa menos un apóstol. Había sido educado desde niño para ser un observador irreprochable de la Ley mosaica, y las circunstancias lo llevaron a luchar contra los discípulos de Cristo. Sin embargo, sucedió algo inesperado: Dios, por su gracia, le reveló a su Hijo muerto y resucitado, para que se convirtiera en su heraldo entre los gentiles". 

“¡Qué inescrutables son los caminos del Señor!, exclamó Francisco. “Lo tocamos con nuestras propias manos todos los días, pero sobre todo si recordamos los momentos en los que el Señor nos llamó” y señaló: “Nunca debemos olvidar el momento y el modo en que Dios entró en nuestra vida: hay que fijar en nuestro corazón y en nuestra mente aquel encuentro con la gracia, cuando Dios cambió nuestra existencia”. 

“Ante las grandes obras del Señor, cuántas veces, de manera espontánea, nos viene a la mente la pregunta: ¿cómo es posible que Dios se sirva de un pecador, de una persona frágil y débil, para cumplir su voluntad? Y, sin embargo, no hay nada casual, porque en el plan de Dios todo ha sido preparado”. 

“Él teje nuestra historia, la historia de cada uno de nosotros, y si correspondemos con confianza a su plan de salvación, nos damos cuenta de ello. La llamada implica siempre una misión a la que estamos destinados; por eso se nos pide que nos preparemos con seriedad, sabiendo que es Dios mismo quien nos envía y nos sostiene con su gracia”. 

El papa Francisco invitó a dejarnos llevar por esta conciencia: el primado de la gracia transforma la existencia y la hace digna de ser puesta al servicio del Evangelio. “El primado de la gracia cubre todos los pecados: cambia los corazones, cambia la vida, nos hace ver caminos nuevos".

Francisco se despidió en varios idiomas, deseando a los presentes unas felices vacaciones. La audiencia general fue la última antes del tradicional receso de julio.+