Viernes 26 de abril de 2024

El Papa en Santa Marta: Dios vence con la humildad

  • 5 de febrero, 2016
  • Ciudad del Vaticano
En la misa que presidió esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el papa Francisco explicó que "el estilo de Dios no es el estilo del hombre, porque Dios vence con la humildad" y puso como ejemplo a Juan el Bautista, cuya muerte se lee en el Evangelio de hoy. "Pedir al Señor la gracia de la humildad que tenía Juan, y no adosar sobre nosotros méritos o glorias de otros", pidió Francisco en su homilía.
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En la misa que presidió esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el papa Francisco explicó que "el estilo de Dios no es el estilo del hombre, porque Dios vence con la humildad" y puso como ejemplo a Juan el Bautista, cuya muerte se lee en el Evangelio de hoy. "Pedir al Señor la gracia de la humildad que tenía Juan, y no adosar sobre nosotros méritos o glorias de otros", pidió Francisco en su homilía.

El "más grande" de los hombres, el "justo y santo" que había preparado a la gente ante la llegada del Mesías, termina decapitado en la oscuridad de una celda, solo, condenado por el odio vengativo de una reina y por la vileza de un rey sometido a ella. Y sin embargo así "Dios venció", subrayó el Santo Padre.

Releyendo en su homilía el Evangelio que relata la muerte de Juan Bautista: "Juan Bautista. ?El hombre más grande nacido de mujer?: así dice la fórmula de canonización de Juan. Pero esta fórmula no la dijo un Papa, la dijo Jesús. Aquel hombre es el hombre más grande nacido de mujer. El Santo más grande: así Jesús lo canonizó. Y termina en la cárcel, degollado, y la última frase parece también de resignación: ?Los discípulos de Juan, cuando supieron lo sucedido, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron?. Así termina el hombre más grande nacido de mujer?. Un gran profeta. El último de los profetas. El único al que le fue concedido ver la esperanza de Israel".

Francisco no se detuvo en la evidencia de los Evangelios, sino que imaginó entrar en la celda de Juan, para escrutar en el alma de la voz que gritó en el desierto y bautizó a la muchedumbre en nombre de Aquel que debe venir, y que ahora está encadenado, no sólo a las cadenas de su prisión, sino probablemente, consideró el Papa, también a los cepos de alguna incertidumbre que lo consume a pesar de todo:

"Sufrió en la cárcel, incluso ?digamos la palabra? la tortura interior de la duda: ?¿Acaso me he equivocado? Este Mesías no es como yo imaginaba que tendría que haber sido el Mesías??. Y envió a sus discípulos a preguntar a Jesús: ?Pero, di, di la verdad: ¿eres tú el que debe venir??, porque aquella duda lo hacía sufrir. ?¿Me equivoqué yo al anunciar a uno que no es? ¿Engañé al pueblo??. El sufrimiento, la soledad interior de este hombre? "Yo, en cambio, debo disminuir, pero disminuir así: en el alma, en el cuerpo? todo?".

"Disminuir, disminuir, disminuir", así "fue la vida de Juan", repitió Francisco. "Un hombre grande que no buscó su propia gloria, sino la de Dios" y que termina de una manera "tan prosaica, en el anonimato". Pero con esta actitud suya ?concluyó diciendo el Papa? "preparó el camino a Jesús", que de modo semejante "murió angustiado, solo y sin los discípulos":

"Nos hará bien leer hoy este pasaje del Evangelio, el Evangelio de Marcos, capítulo VI. Leer aquel paso, ver cómo Dios vence: el estilo de Dios no es el estilo del hombre. Pedir al Señor la gracia de la humildad que tenía Juan, y no adosar sobre nosotros méritos o glorias de otros. Y, sobre todo, la gracia para que en nuestra vida siempre haya lugar para que Jesús crezca y nosotros nos abajemos, hasta el final" (Trad. RV).+