Jueves 21 de noviembre de 2024

El cardenal Czerny visitó las 'periferias existenciales' de Colombia

  • 21 de abril, 2023
  • Bogotá (Celam) (AICA)
El prefecto del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral estuvo en una comuna del sur de la capital, y escuchó testimonios de las personas que sufrieron por el conflicto armado.
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El prefecto del dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, cardenal Michael Czerny, visitó la Comuna 4 Cazucá, del municipio de Soacha, localizado al extremo oriente de la ciudad y al sur de la ciudad de Bogotá, Colombia. 

Acompañó al purpurado, el obispo de Soacha, monseñor Juan Carlos Barreto, quien recordó que los habitantes de Cazucá “sufrieron en primera persona las consecuencias del conflicto armado y vivieron en mayor grado el confinamiento, las amenazas y los asesinatos de líderes sociales y el reclutamiento de menores”. 

El cardenal Czerny fue recibido en el taller y jardín Madre Clara Fey, de las Hermanas del Niño Jesús Pobre, en el barrio Oasis, perteneciente al arciprestazgo número 5, conformado por siete parroquias. Esta visita se realiza en la antesala al Tercer Congreso Latinoamericano y Caribeño de Doctrina Social de la Iglesia.

Cazucá es la cuarta de las seis comunas del municipio de Soacha y en palabras de Ángela Romero, coordinadora de la Defensoría del Pueblo de esta zona, “lo que rodea este territorio es una alta estigmatización, cuyo proceso de urbanización se dio en un marco de informalidad. Se trata de una población que no tenía acceso a la vivienda y querían vivir cerca a Bogotá y empezaron a ocupar informalmente”.

Además, son víctimas del hambre, la delincuencia, el microtráfico, la explotación sexual, los problemas ambientales, la pobreza extrema, la discriminación y violencia. 

El prefecto resaltó a los miembros de esa comuna que “si el papa Francisco hubiera tenido la dicha de estar con ustedes esta mañana y ustedes le hubieran preguntado: ‘querido Papa ¿cuál es el miedo más peligroso de la Iglesia?’, estoy seguro que hubiera respondido ‘es el miedo de la realidad’.

Radiografía a la realidad
Monseñor Barreto se refirió a la pobreza, guerra y corrupción, tres palabras a partir de las cuales el prelado hizo una radiografía de Colombia, y de América Latina, tomando como punto de partida el municipio de Soacha, integrado por 1.200.000 habitantes y el sexto municipio más grande del país. “Se dice que Colombia es un paraíso, pero para que un país sea un paraíso y responda a los valores del Reino de Dios, se requiere que la paz sea el ambiente normal para todos”, expresó.

“En los hombres y mujeres de todas las culturas está el anhelo más profundo de disfrutar del trabajo estable, vivienda digna, salud incluyente, educación de calidad, pero estas aspiraciones legítimas fueron privilegios de algunos sectores sociales y esquivas a un gran número de ciudadanos”, agregó.

Asimismo, recordó que Colombia está entre los países con mayor desigualdad del mundo, donde “se refleja la falta de oportunidades para algunos y el exceso ostentoso de otros. Sólo una cuarta parte de adultos mayores (25%) lograron la pensión; de cada 100 estudiantes que terminan el bachillerato solo 50% pueden acceder a estudios superiores; y el empleo informal ronda el 60%”.

El prelado lamentó que los más pobres en Colombia “deban interponer tutelas para acceder a servicios de salud de calidad, mientras quienes tienen mayor poder adquisitivo deben pagar servicios privados adicionales a lo que cotizan al sistema de salud”.

Además, explicó que alrededor del 31% de colombianos se encuentra en déficit de vivienda, alcanzando niveles de suprema indignidad como “casos donde viven en una misma casa tres familias o usan los dormitorios de comedor”.

En voz del pueblo de Dios
Durante la visita del cardenal, no faltaron los testimonios de laicos, líderes sociales, religiosas y sacerdotes. 

En ese sentido, el presbítero Diego Barbosa, coordinador del arciprestazgo de Cazucá y capellán del colegio Bolívar de Soacha, explicó: “Fue imperativo el mandato de ser discípulos misioneros en un escenario que requiere de una Iglesia que viva la comunión, la participación y la misión sea nuestro derrotero”.

Aseguró también que la Iglesia “no es indiferente, hacemos propia las realidades de quienes aquí viven. Es gente buena, pero que sufrió, que tuvo que pasar por momentos difíciles”. También mencionó que hombres y mujeres de fe, de diversos carismas fundacionales, hacen presencia en Cazucá para trabajar con niños, jóvenes y adultos mayores.

En tanto, Beatriz Charria, una religiosa dominica de la presentación que luego de 28 años de labor docente se retiró e insertó en Cazucá desde hace 23, se refirió a uno de los peores problemas en esa comuna: el hambre. “Los que mejor comen solo tienen una comida al día. La realidad de las familias es el hacinamiento, ¿cómo puede vivir una familia de ocho personas en dos cuartos y cómo se alimenta”, se preguntó en voz alta.

La religiosa explayó que el trabajo que hacen para combatir el hambre “no es asistencialista, porque nosotros luchamos por evitarlo, evitar las dependencias”, al tiempo que señaló que “hicimos propuestas de desarrollo integral y creamos una fundación desde hace 22 años. Tenemos un comedor con 110 niños que pagan 500 pesos, un aporte que para nosotros no es nada, pero para ellos es mucho. Y los sábados hacemos un proyecto cultural con esos niños para alimentarles el alma”.

Por su parte, “el problema de la migración y desplazamiento es una constante”, subrayó María Victoria Acevedo, religiosa de San Juan Evangelista que atiende a la población migrante venezolana. 

Con ellos realizó proyectos productivos para empoderar especialmente a mujeres. También buscó encarnar el documento del papa Francisco, Querida Amazonía, y los cuatro sueños del pontífice: ecológico, cultural, eclesial y social: “Son esos sueños los que hoy nos convocan a atender a nuestros hermanos y hermanas”, exclamó.

Otra de las voces presentes en el encuentro fue la de Derly Patricia Ramírez, presidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio San Rafael Alto de Ciudadela Sucre, quien describió el grave problema de minería ilegal en esta zona, que “tiene muchos años y que nos deja un grave daño ambiental, en un subsuelo donde se evidencia la destrucción: contaminación del aire, afectación de la flora, contaminación del agua, problemas de salud y un riesgo de deslizamiento en la comunidad”, precisó.

Un pequeño secreto
La visita del cardenal Czerny finalizó con un almuerzo típico colombiano, que compartió junto a la comunidad de Cazucá. 

Los niños del coro Clara Fey acompañaron el momento con cantos de paz; mientras que los niños del grupo de danza despidieron al purpurado. El prefecto agradeció el recibimiento y los gestos de afecto de la comunidad y se mostró complacido “de estar aquí, en una diócesis que se dice con mucha razón y de eso soy testigo, una Iglesia que no es indiferente, que yo traduzco en una iglesia que no tiene miedo de la realidad, o con otras palabras, que son también muy importantes para el papa Francisco, una iglesia que no es clerical”.

Antes de la bendición final, el cardenal expresó: “Voy a terminar con un pequeño secreto. Me gusta hablar de cosas secretas y es lo que ustedes esperan, cosas secretas del Vaticano, solo aquí entre nosotros. Quisiera compartir con ustedes lo que llamo un secreto de solidaridad, varios de aquí me presentaron como el cardenal Czerny, ¿Qué quiere decir Czerny?. Secreto… y también negro”.

“Los llevaré en mi corazón para acompañarlos y ser acompañados siempre”, finalizó.+