Despiden los restos de la virgen consagrada más antigua del país
- 1 de diciembre, 2022
- Buenos Aires (AICA)
La comunidad de Nuestra Señora de La Rábida despedirá los restos de la hermana Isabel, quien llevaba 48 años viviendo su vocación y fue una de las primeras en la arquidiócesis porteña.
A los 97 años, el 4 de noviembre último, falleció la hermana María Isabel Furci. Era la decana de las integrantes de la Orden de Vírgenes Consagradas en la arquidiócesis de Buenos Aires, y seguramente una de las más antiguas del mundo, pues llevaba 48 años viviendo su vocación.
En efecto, la arquidiócesis de Buenos Aires fue de las primeras en establecer la Orden de Vírgenes, en 1973, luego de que fuera restaurada en 1970 por deseo de San Pablo VI, y María Isabel Furci se consagró el 1 de septiembre de 1974.
El viernes 2 de diciembre, al término de la misa de las 19, se colocarán las cenizas de la hermana fallecida en el cinerario de la parroquia Nuestra Señora de la Rábida, en la avenida Belgrano 1502, en la ciudad de Buenos Aires.
Hacía también 48 años que María Isabel Furci dirigía una residencia para estudiantes universitarias y otras mujeres, en una casa de su familia, situada en la calle México 1717. Su nombre es "Residencia Universitaria La Paz" y cuenta con un pequeño oratorio con el Santísimo Sacramento reservado, un jardín, sala de estudio, y otras dependencias y habitaciones para las residentes.
Recientemente, había visitado esa casa el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, como había hecho en otras ocasiones. Según diversos testimonios, a pesar de su larga edad, la hermana Isabel se hallaba bien de salud y totalmente lúcida, y había seguido exhibiendo su chispeante buen humor hasta el día de su fallecimiento.
Al día siguiente de su fallecimiento, el 5 de noviembre por la tarde, se celebró la misa exequial, con la asistencia de un público numeroso y la presencia de otras vírgenes consagradas de la arquidiócesis. En la homilía, el presbítero Ricardo Dotro señaló que siempre hubo vírgenes consagradas, mujeres que no se casan y se consagran al Señor, anticipando el reino de los cielos. También rememoró que hacía relativamente pocos años que se había restablecido formalmente en el mundo la orden de vírgenes consagradas, y que María Isabel Furci había sido integrante del primer grupo que siguió esa vocación en la arquidiócesis de Buenos Aires.
El sacerdote recordó que había conocido a la hermana María Isabel en 1999, y dio gracias a Dios porque la hermana Isabel vivió su vocación en plenitud hasta el último momento. Señaló que fue una hermana por la consagración, pero que en ella se evidenciaba siempre su corazón de madre.
Evocando la frase de San Agustín de que “nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”, contó el presbítero que ella contaba que quería saltarse el Purgatorio y encontrarse con Dios inmediatamente en la vida eterna, en la cual "ni ojo vio ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para los que le aman".
Por su parte, el párroco de la Rábida, presbítero Nicolás Retes, subrayó la acción de gracias por la vida de la hermana Isabel y su permanente ayuda a la parroquia, en la que llegaba “hasta las últimas consecuencias, con una fe admirable”. Dijo asimismo que le venían a la memoria muchas cosas –“yo aprendí muchísimo con la querida hermana Isabel”- y señaló su dedicación para darle todo a Jesús.
En nombre de los fieles que la trataron en la parroquia, dio un cálido mensaje de despedida la señora Liliana Massoco de Labonia, que recordó también la faceta hogareña de la hermana María Isabel; su amor por la residencia que dirigió ella misma, aun con sus 97 años; sus cuidados en relación con el jardín de su casa y de su perro Jerónimo, cuya muerte le había dolido mucho en su momento.
"Ante todo, gracias: por haberte conocido, por tu enorme generosidad, por tu entrega incondicional, por tu amor de madre, por tu corazón lleno del amor de Jesús y de María, por tu entusiasmo y permanente deseo de ayudar a todos, por las rifas y peñas que organizaste para que los jóvenes pudieran ir a misionar, por estar siempre a disposición del que te necesitara, por tu alegría contagiosa, por ser la más grande y a la vez la más joven, por motivarnos a buscar la santidad como vos lo hacías", expresó.
Las vírgenes consagradas
El 31 de mayo de 1970, por deseo de san Pablo VI, la Sagrada Congregación para el Culto Divino promulgó el nuevo Rito de Consagración de las Vírgenes, que supuso un renacer de la antigua Orden de las Vírgenes. Efectivamente, se trata de una de las vocaciones religiosas más antiguas, existente en las comunidades cristianas desde los inicios de la Iglesia (en los tres primeros siglos, numerosísimas vírgenes consagradas sufrieron el martirio por permanecer fieles al Señor, entre ellas Águeda de Catania; Lucía de Siracusa; Inés y Cecilia de Roma; Apolonia de Alejandría; Restituta de Cartago; Justa y Rufina de Sevilla).
Las vírgenes consagradas viven cada una en su casa, se mantienen con su trabajo y tienen independencia económica. Autónoma cada una en su régimen de vida, entregan su corazón indiviso a Jesucristo, rezan por la Iglesia con la liturgia de las horas y están disponibles para el servicio que les encomiende el obispo de la diócesis, que es su superior.+