Bendición ecuménica de las nuevas instalaciones de la UCA y el Hospital Británico
- 28 de agosto, 2025
- Buenos Aires (AICA)
Fue en la inauguración de la ampliación del nuevo Edificio de Docencia y Escuela de Enfermería. Participaron el pastor Douglas Robertson, el Rev. Ariel Irrazabal y el Presb. Claudio Uassouf.

En el marco de la inauguración de la ampliación del nuevo Edificio de Docencia y Escuela de Enfermería de la Universidad Católica Argentina (UCA) y el Hospital Británico, el pasado 6 de agosto, tuvo lugar la bendición ecuménica de las instalaciones.
El acto estuvo a cargo del pastor Douglas Robertson, de la Iglesia Presbiteriana San Andrés; el Rev. Ariel Irrazabal, de la Iglesia Anglicana de Argentina, y el Pbro. Claudio Uassouf, de la Iglesia Católica Apostólica Romana; representantes de tres Iglesias cristianas.
Durante el acto, se hizo referencia al buen Samaritano Lucas 10:25-37.
Texto completo
La parábola del buen samaritano, narrada en el Evangelio de Lucas (10:25-37), es una historia que ilustra la importancia de la compasión y la ayuda al prójimo, incluso a aquellos que son considerados diferentes o enemigos. La parábola responde a la pregunta "¿Quién es mi prójimo?", mostrando que el prójimo es cualquier persona que necesite ayuda, sin importar su origen o condición.
Un hombre, viajando de Jerusalén a Jericó, es asaltado, despojado, golpeado y dejado medio muerto. Un sacerdote y un levita, ambas figuras religiosas importantes, pasan de largo sin ayudar al hombre. Sin embargo, un samaritano, considerado por los judíos como un grupo étnico y religioso inferior, se compadece del hombre herido. El samaritano cura sus heridas, lo lleva a un mesón, paga por su cuidado y le promete al posadero que cubrirá cualquier gasto adicional.
Ser un buen samaritano implica estar atento a las necesidades de los demás, mostrar compasión y actuar para ayudar a quienes lo necesitan, sin importar su origen o condición. Se trata de ir más allá de las propias preocupaciones para ayudar al prójimo.
La parábola del buen samaritano es un llamado a la acción, un recordatorio de que el amor al prójimo se manifiesta en acciones concretas y que la verdadera grandeza radica en la capacidad de compasión y servicio a los demás.
Damos gracias a Dios por esta reunión y lo que se está celebrando. Una de las maravillas del cristianismo es que "lo mejor siempre está por venir". Cuando el pueblo de Dios reconstruyó el templo en Jerusalén había muchos que recordaron el esplendor del templo de Salomón, y lloraron por ver que el segundo templo era por comparación muy modesto, se desilusionaron. Pero la promesa de Dios era que este nuevo templo iba a llevar mayor gloria que el de Salomón, porque precisamente nada menos que el hijo de Dios iba a adorar y enseñar allí.
Pedimos que este nuevo edificio sea lleno con la presencia y gloria de Dios a través de los profesionales y gente que trabaje aquí reflejando el amor, la misericordia y compasión de Dios; trabajando con excelencia para que puedan capacitar a los médicos del futuro, no solo trabajar para sanar y restaurar a las personas físicamente, sino que puedan además transmitir el amor y la gracia de Dios por como ellos traten a sus pacientes y que les devuelve a personas que están en necesidad de sanidad.
El buen samaritano dejó lo que estaba haciendo para darle atención, tiempo y siguió profundamente interesado en la persona herida, hasta saber que su restauración fue completa.
Que esta parábola nos inspire y nos haga pedir a Dios la gracia y la fuerza para amar a nuestro prójimo sin importar su trasfondo, credo, raza y cómo es, y que lo que se enseñe aquí promueva dar lo mejor de los que estudien aquí de manera integral.