A un año de su partida, Merlo-Moreno recordó a Mons. Fernando Gil
- 18 de enero, 2021
- Moreno (Buenos Aires) (AICA)
A un año de su muerte, la diócesis de Merlo-Moreno celebró una jornada de acción de gracias en memoria de Mons. Fernando Gil. También hubo misas en la diócesis de Salto, Uruguay, donde era obispo.
Al cumplirse el 17 de enero el primer aniversario de la muerte de monseñor Fernando Gil, obispo de Salto, Uruguay, la diócesis de Merlo-Moreno, de la que fue parte durante muchos años, lo recordó con una jornada de acción de gracias.
La primera celebración del día estuvo presidida por el obispo, monseñor Fernando Carlos Maletti, en la catedral Nuestra Señora del Rosario. En su homilía, recordó los años de monseñor Fernando Gil en la diócesis: “Sacerdote incardinado a la diócesis de Merlo-Moreno y también miembro del instituto del Movimiento Soledad Mariana. Los últimos cargos que tuvo en la diócesis fue párroco de María Auxiliadora, en Moreno, que hoy son dos parroquias, y a su vez fue vicedecano y bibliotecario de la Facultad de Teología de la Universidad Católica en Buenos Aires”.
“Hace más de un año, el papa Francisco lo llamó para ser obispo y como él, si bien nació en la Argentina, era de nacionalidad uruguaya, y hacía falta cubrir una diócesis vacante, en Uruguay, Francisco lo hace obispo de Salto. Allí estuvimos, unos cuantos de nosotros, y otros, celebrando la alegría de que lo habían elegido obispo y compartiendo la tristeza de ya no tenerlo entre nosotros. Pero duró poco, en unos meses, el cáncer lo fue ‘comiendo’, en sus 66 años, y falleció el 17 de enero del año pasado”.
“Hoy conmemoramos el primer año en varios lugares: en la diócesis de Salto y en todo Uruguay hay una cadena de oraciones y misas, también el movimiento Soledad Mariana hoy a las 4 de la tarde hará una celebración que se va a transmitir por zoom, celebrada por el padre Martín Serantes, que era el compañero de monseñor Fernando Gil en el movimiento Soledad Mariana. Lamentablemente Fabián Saenz, nuestro párroco, no está hoy, está celebrando desde su descanso en Córdoba, y estamos recordándolo, porque muchos años vivió en nuestra iglesia catedral, muchos otros años en otros lugares de la diócesis, y su último año en el obispado de Salto, en el Uruguay”.
“Fernando fue un hombre de Dios, fue un verdadero puente entre Dios y los hombres, una gran persona, cargada de humildad, que sabía escuchar, y cuando abría la boca para aconsejar, no decía cualquier cosa, eran palabras salidas de la Palabra de Dios, y de su auscultar la palabra de Dios en la oración”, dijo monseñor Maletti.
“Fernando no decía que no a las tareas que se le encomendaban, de hecho, los últimos siete años de su vida, antes de ser obispo, yo era el obispo de él y soy testigo de cómo todas las cosas que le pedía, no sólo las aceptaba para realizarlas, sino que las hacía muy bien y a conciencia. Cuando fue nombrado obispo, no lo sintió como un honor sino como una responsabilidad, una carga y un desafío a ser servidor. Y así los uruguayos que compartieron con él esos meses lo atestiguan: sacerdotes, religiosas y laicos de Salto. En el recordatorio se pone su lema sacerdotal: ‘Fijos los ojos en Jesús, para hacer, Señor, tu voluntad’. Su lema episcopal, ‘Cristo es nuestra paz’. Y en la homilía de ordenación episcopal, acontecida el 23 de septiembre de 2018, en Salto, Uruguay, les dijo a sus futuros fieles de esos cinco departamentos uruguayos que comprendía la diócesis: ‘Quiero quererlos más que a mi propia vida’”.
“Hoy lo recordamos con memoria agradecida. Seguimos tristes porque hemos perdido un hermano, un amigo, un compañero de ruta, un padre, pero al mismo tiempo estamos alegres y felices porque tenemos, en el cielo, un intercesor más, que está pidiendo por cada uno de nosotros, a quienes ha conocido y con quienes ha compartido. Que la Virgen, nuestra Madre, la Virgen del silencio y de la espera, la Virgen del Magníficat, la Virgen de los 33 Orientales de Uruguay, la Virgen de Luján en la Argentina, y del Rosario en esta catedral, y de María Auxiliadora, en su antigua parroquia, la misma Madre con distintos nombres, le haya abierto ya -seguro que sí- las puertas del Cielo. Y le habrá dicho, como al justo del Evangelio, junto con Jesús: ‘Muy bien servidor bueno y fiel, has sido fiel en lo que te encomendé, ven a participar de la alegría de tu Señor’”, concluyó.
Por la tarde, la misa en memoria de monseñor Gil estuvo presidida por el padre Alberto Carbone. En sintonía con estas celebraciones, la diócesis convocó a todas las parroquias y capillas a recordarlo en sus misas dominicales.
Además, en la tarde del domingo, el Movimiento Soledad Mariana celebró una misa, presidida por el padre Martín Serantes, que fue transmitida por Zoom. Y la diócesis de Salto, lo recordó con una misa en la catedral, presidida por el obispo, monseñor Arturo Fajardo.+