Martes 23 de abril de 2024

La comunidad palotina conmemoró el 45° aniversario de la Masacre de San Patricio

  • 5 de julio, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
Con una misa presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Joaquín Mariano Sucunza, la comunidad parroquial de San Patricio recordó a los palotinos asesinados el 4 de julio de 1976.
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A 45 años de la denominada “Masacre de San Patricio”, la comunidad palotina se congregó el 4 de julio en el templo ubicado en el barrio porteño de Belgrano para recordar con una misa a los cinco palotinos asesinados durante la dictadura militar.

La Eucaristía estuvo presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Joaquín Mariano Sucunza, y concelebrada por los padres Pablo Bocca SAC, párroco de San Patricio,  y Juan Sebastián Velasco SAC, delegado de la provincia irlandesa y postulador de la causa de canonización de los cinco palotinos.

La procesión de entrada estuvo acompañada por jóvenes de distintas comunidades, que acercaron al altar, revestido por la alfombra en la que fueron encontrados los cuerpos, una vela por cada uno de los cinco palotinos asesinados: padres Alfredo Leaden SAC, Alfie Kelly SAC, y Pedro Dufau SAC, y los estudiantes Emilio Barletti y Salvador Barbeito.

Asistieron a la misa el jefe de Gabinete de la Secretaría de Culto de la Nación, Diego Chávez; los funcionarios Lucas Quiroga Zubreski y Carolina Hernández, y el juntista de la comuna 12 Pablo Ortiz Maldonado.

Al comenzar la celebración, monseñor Sucunza destacó el gesto de traer consigo el báculo, para simbolizar así que se trataba de una celebración de carácter diocesano, supraparroquial. 

En su homilía, el obispo dio testimonio de su vínculo con la comunidad de entonces. “El año ’75, fue un Año Santo. Yo era el responsable en ese momento de la juventud de la Vicaría Centro, y luego de haber tenido una movilización juvenil con ocasión del Año Santo, nos planteamos, en la segunda mitad del año, cómo podíamos recoger todo eso que había surgido, y fue cuando lanzamos la primera peregrinación a pie a Luján, es decir que yo estaba en comunicación con la estructura juvenil de la Vicaría Belgrano. Además, Barbeito había sido compañero en los años del seminario, porque él ingresó primero al seminario diocesano, y después salió”, recordó.

“En estas fechas se remueve en uno todo el fondo de sí mismo. Cuando decimos que vamos a celebrar, que vamos a festejar, a veces sorprende que digamos que uno vaya a celebrar cosas no celebrables, pero yendo a la etimología de la palabra, el uso habitual se ha consolidado en algo festivo, pero significa hacer célebre algo a medida que lo voy incorporando a la existencia y añadiéndole un sentido más profundo”, aclaró.

Del mismo modo, explicó: “A veces festejamos sólo lo que es alegre, pero es hacer fiesta también de los episodios que finalmente resultaron en una riqueza comunitaria de la Iglesia, y por eso hoy celebramos y festejamos a los mártires, no porque el martirio sea una fiesta como se lo suele usar habitualmente, sino como capitalización interior”.

“A Jesús también le pasó: escuchábamos recién ‘porque nadie es profeta en su tierra’. Por eso esta celebración nuestra, para los que vayan viniendo con los años, seguramente irá calando cada vez más en el fondo, el inagotable mensaje que Dios nos quiere dejar por estos episodios de nuestra vida”.

El prelado recordó luego a un compañero de ordenación sacerdotal, desaparecido el día en que cumplían cinco años de ordenación, que además era muy amigo de algunos de los cinco. “Nuestra vida estuvo muy marcada por eso: cambios de parroquias, amenazas, porque no se entendía mucho hacia dónde apuntábamos, y estaba la sospecha de que andábamos en cosas raras”, relató.

En ese sentido, recordó la preocupación del cardenal Aramburu: “Yo le decía: ‘Sáqueselo de la cabeza, yo sé en qué está cada uno de los grupos parroquiales’. A mí me prohibieron un año ir a misionar al interior, porque no garantizaban la vida de los jóvenes que iban conmigo a Santiago del Estero. Y yo le decía al cardenal: ‘Nos están corriendo con la vaina’, y él me decía: ‘No podemos hacer otra cosa’”, detalló.

“En este día le pedimos a estos cinco hermanos nuestros, que seguramente estarán en el Cielo, una intercesión especial: para que no nos suceda lo que Jesús temía que sucediera: ‘No pudo hacer allí grandes cosas por su falta de fe’”, citó. “Y ojo, que esa falta de fe puede estar en mí, en cada uno de los que estamos aparentemente con mucha fe”, advirtió.

Y citando la carta de San Pablo a los corintios, destacó: “La debilidad es lo que muchas veces nos hace reconocer que somos pobres, que necesitamos unos de otros. Por eso él –San Pablo- dice ‘tres veces pedí a Dios que me librara de este aguijón de la carne’. Y el Señor le dijo: ‘Te basta mi gracia, porque mi fuerza triunfa en tu debilidad’”. 

“‘Cuando soy débil, soy verdaderamente fuerte, porque me apoyo en la fuerza de Dios’”, añadió. “Esto le pedimos, la capacidad de ser, en el lugar donde Dios nos va haciendo desplegar nuestra existencia, un hombre que se sabe débil y por eso cuenta con Dios”, concluyó.

Al finalizar la Eucaristía, el obispo y los sacerdotes bendijeron un sector del templo en el que será construido un oratorio dedicado especialmente a los mártires palotinos. En un gesto simbólico, Rolando Savino, primer testigo de la masacre, dio los primeros golpes a la pared donde será colocada la puerta. En el futuro oratorio permanecerá la alfombra, reliquia de esa noche martirial.+