El vicario general de Buenos Aires presidió la misa de la Cena del Señor en la catedral, donde hizo el gesto del lavatorio de los pies y pidió "no lavarse las manos" frente al sufrimiento.
El arzobispo porteño invitó a poner los ojos fijos en "Jesús pobre" y a hacer memoria de Carlos Mugica. También agradeció a los sacerdotes su entrega generosa y entusiasmo misionero.
Llamó a comprometerse para hacerles "más llevadera la cruz", visitando a un enfermo, a un anciano o un preso, asistiendo a los que sufren, desde Cáritas o desde el propio compromiso y la generosidad.
Fue expulsado del estado clerical y excomulgado. La decisión judicial fue apelada por el acusado, por lo que quedó en suspenso hasta la resolución de segunda instancia.