Jueves 21 de noviembre de 2024

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Tedeum del 9 de Julio

Homilía de monseñor Mons. Gustavo G. Zurbriggen, obispo prelado de Deán Funes, durante el tedeum motivo del Día de la Independencia (Iglesia catedral, 9 de julio de 2022)

Autoridades municipales, policiales, judiciales; Legisladora provincial, señora diputada nacional, comunidad toda: Hace 206 años, los representantes del pueblo reunidos en San Miguel de Tucumán, y después de arduas discusiones, el 9 de julio de 1816 firmaron la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica. De este modo, después del proceso político iniciado con la Revolución de Mayo de 1810, se asumió por primera vez una manifiesta voluntad de emancipación.

Hoy queremos dar gracias a Dios “fuente de toda razón y justicia”, como reza el preámbulo de nuestra Constitución Nacional, por este nuevo aniversario de nuestra independencia nacional.

 Pero también queremos aprovechar este breve momento de oración para pedir por nuestra Patria que está viviendo graves dificultades económicas, sociales y políticas. Lamentablemente volvemos a sufrir las consecuencias de una altísima inflación que dificulta la actividad económica y, sobre todo, erosiona el salario de los trabajadores y los jubilados. Esto provoca angustia, desesperanza y desánimo social. Además, nos encontramos enfrentados, los unos contra los otros.

Esta grieta social parecería ser alimentada por los enfrentamientos públicos de la clase dirigente, particularmente de los gobernantes que tienen una mayor responsabilidad institucional. No hace falta agregar mucho más a lo que todos sabemos y sufrimos: el pueblo argentino padece una grave debilidad económica, con una pobreza cercana al 40% de la población, con sueldos que hacen difícil a las familias “llegar a fin de mes”. Pero también hay frustración social ante muchos años de promesas incumplidas. La democracia republicana que rige en nuestra patria es la mejor forma de gobierno. Pero necesitamos que los dirigentes políticos, los que gobiernan y los que quieran gobernar, tengan como principal objetivo el bien de todos los argentinos. Por eso necesitamos que trabajen denodadamente para generar fuentes de trabajo, alentar la producción, asegurar salarios dignos, educación de calidad para todos y paz social.

Pero todos los ciudadanos tenemos la responsabilidad de aportar nuestro granito de arena para contribuir al bien toda la comunidad, esforzándonos por aliviar primero el sufrimiento de los que menos tienen. Y los cristianos tenemos una responsabilidad más grande todavía, porque Jesús nos enseñó que el mandamiento principal es amar al prójimo como a uno mismo. Tenemos que avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social, el amor fraterno, que debe “tejer” el entramado de nuestra sociedad. El papa Francisco nos dice que “la caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de las personas, consideradas no solo individualmente, sino también en la dimensión social que las une”.

Querida comunidad: pidamos por nuestros dirigentes, para que trabajen en serio por el bien común. Pidamos que aprendan a dialogar entre ellos, renunciando a intereses mezquinos, para encontrar juntos caminos que conduzcan a nuestra Patria a un futuro mejor. Pero también cada uno de nosotros comprometámonos a vivir la caridad fraterna, que es reconocer a cada ser humano como hermano mío, al que tengo que hacerle siempre bien, y construir juntos una comunidad fundada en la amistad social. Así también contribuiremos al bien de nuestra Patria, que tanto anhelamos.

Que la Virgen de Luján, patrona de la República Argentina, interceda por nosotros, nos acompañe y nos cuide.

Mons. Gustavo G. Zurbriggen, obispo prelado de Deán Funes