Desde la gesta de mayo de 1810…, a los posteriores sucesos que llevaron a la declaración de la independencia seis años después, en el Soberano Congreso, convocado en San Miguel de Tucumán, ambas realidades, tenían algo en común: las limitaciones y la pobreza de recursos, pero contaban con algo de lo que no tenía precio…, de aquello que el dinero no puede comprar: tenían mística e ímpetu para no quedarse y asumir de ese modo, la responsabilidad de construir una historia distinta. La de gestar una patria libre e independiente.
Contaban también con algo más… y no menor…“la FE”.
Hombres y mujeres de fe. Los gestores de la Patria en su gran mayoría, tenía un verdadero fervor cristiano y una gran devoción a la Virgen María. Cristianos comprometidos.
Esas raíces de nuestra Patria nos traen hoy aquí, dando gracias a Dios por sus beneficios, por seguir amparando a su pueblo…, a nuestra Patria Argentina. El general Belgrano, en aquellos difíciles momentos de oscuridad y batallas tuvo la fuerte percepción de sentir la protección del cielo mismo.
En aquella sala de San Miguel de Tucumán se escuchó la siguiente pregunta: “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España”, y recibieron por respuesta firme y de pie por los presentes la aclamación del SÍ. Sabiendo cuanto podría acarrear esa decisión tomada. Para bien y para mal. Para beneficio de la Patria y para sacrificio de sus valientes actores.
Declararon solemnemente ese 9 de julio, a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España. Recuperar los derechos de los que fueron despojados e investirse del alto carácter de una Nación libre e independiente del rey Fernando VII sus sucesores y metrópoli”. Recogidos los sufragios de los señores diputados resultó una votación unánime. Sin discrepancia alguna.
Con la misma realidad de siempre… donde todo parecía en contra… solo adversidad y dificultades. Sin embargo, la decisión siguió firme poniendo el pecho a lo que viniese. Una vez más la Providencia se hizo presente ante la confianza de sus hijos salvando la integridad del objetivo soñado. Y los folletos y los periódicos de aquellos tiempos anunciaron a la comunidad la buena noticia de la libertad.
Nada de esto ha sido dado en condiciones de serenidad. Todo y cada día con su propia lucha ganada. Luego esa buena noticia debía afirmarse en cada Provincia a fin de construir de este modo la Nación soberana.
Nada de esto ha sido dado en condiciones de serenidad. Todo y cada día con su propia lucha ganada. Luego esa buena noticia debía afirmarse en cada Provincia a fin de construir de este modo la Nación soberana.
A San Luis, llega también la circular enviada por el soberano Congreso, un 20 de julio. Apenas unos días después. Leída y festejada con grandes aclamaciones por el pueblo puntano. Para llegar al 24 de agosto, en la casa del señor Gobernador don Vicente Dupuy, haciendo públicas las actas y prestando juramento. Primero él, hincándose de rodillas ante el ilustre cabildo prestó juramento y luego recibió lo mismo de los cabildantes, oficiales militares y demás autoridades de la campaña y vecinos más caracterizados. Todo celebrado entre vivas y aclamaciones de libertad e independencia de la América del Sud. Quedando tan memorable acontecimiento por escrito y firmado dando fe de cuanto había sucedido.
Esta memoria agradecida con Dios y por los patriotas de aquel tiempo, iluminamos este Te Deum con las luces de la Palabra de Dios.
Dijo Jesús: “Quien quiera seguirme, que deje todo, cargue su cruz y me siga”.
Nuestros patriotas han dejado también sus seguridades y comodidades. Sus familias y seguramente sus hijos e hijas. Sus tesoros. Porque iban hacia uno mayor. El bien de la patria y la libertad de sus habitantes. Construir una nación sabiendo el precio a pagar.
Solo se puede sustentar desde una construcción comunitaria. No egoísta ni narcisista. Ganar a costa también de perder. La verdad de la libertad y la dignidad.
Han seguido a Jesús en el servicio a los hermanos y hermanas de la Patria naciente. En la búsqueda de lo que es justo y bueno.
Por eso me pregunto: ¿Qué nos pasa hoy…?
¿Qué nos motiva hoy a los argentinos y especialmente a la clase dirigente? Sabiendo de su particular responsabilidad de velar por todos.
En un mundo convulsionado y tristemente en guerra, donde no solo se pisotea la dignidad y la vida, nos vemos afectados también por sus consecuencias. Y, una vez más, nuestra patria se encuentra en la noche de ver un futuro y un presente mejor. ¿Por qué llegamos a dónde llegamos? ¿por qué tantas personas quedan fuera de la dignidad y de los derechos más básicos?
Le damos gracias a Dios por este digno y duro pasado, pero también pedimos en esta mañana su fortaleza para estar a la altura de los acontecimientos que se nos presentan. Pidamos de llegar a ser capaces de revertir cuando no mire hacia el bien de todos y nos entrampe en miradas cortoplacistas.
Que las Mercedes que Dios nos ha dado por mediación de su Madre, sean hoy esa Gracia de lo Alto que nos levante y levante nuestras miradas y acciones para seguir construyendo una verdadera patria de hermanos como la que con tanto sacrificio han sabido lograr los patriotas de antaño. Recordamos a aquellos cuyos nombres son, como así también aquellos anónimos y desconocidos, pero constructores del todo que nos ha llevado a la libertad proclamada.
Dios bendiga nuestra bendita Patria Argentina con la verdadera libertad de los hijos de Dios.
Mons. Gabriel Bernardo Barba, obispo de San Luis