Día de la Independencia
BARBA, Gabriel Bernardo - Homilías - Homilía de monseñor Gabriel Bernardo Barba, obispo de San Luis, en el tedeum por un nuevo aniversario de la Declaración de la Independencia (Parroquia Nuestra Señora de la Merced, Villa Mercedes, 9 de julio de 2022)
Desde la gesta de mayo de 1810…, a los posteriores sucesos que llevaron a la declaración de la independencia seis años después, en el Soberano Congreso, convocado en San Miguel de Tucumán, ambas realidades, tenían algo en común: las limitaciones y la pobreza de recursos, pero contaban con algo de lo que no tenía precio…, de aquello que el dinero no puede comprar: tenían mística e ímpetu para no quedarse y asumir de ese modo, la responsabilidad de construir una historia distinta. La de gestar una patria libre e independiente.
Contaban también con algo más… y no menor…“la FE”.
Hombres y mujeres de fe. Los gestores de la Patria en su gran mayoría, tenía un verdadero fervor cristiano y una gran devoción a la Virgen María. Cristianos comprometidos.
Esas raíces de nuestra Patria nos traen hoy aquí, dando gracias a Dios por sus beneficios, por seguir amparando a su pueblo…, a nuestra Patria Argentina. El general Belgrano, en aquellos difíciles momentos de oscuridad y batallas tuvo la fuerte percepción de sentir la protección del cielo mismo.
En aquella sala de San Miguel de Tucumán se escuchó la siguiente pregunta: “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España”, y recibieron por respuesta firme y de pie por los presentes la aclamación del SÍ. Sabiendo cuanto podría acarrear esa decisión tomada. Para bien y para mal. Para beneficio de la Patria y para sacrificio de sus valientes actores.
Declararon solemnemente ese 9 de julio, a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España. Recuperar los derechos de los que fueron despojados e investirse del alto carácter de una Nación libre e independiente del rey Fernando VII sus sucesores y metrópoli”. Recogidos los sufragios de los señores diputados resultó una votación unánime. Sin discrepancia alguna.
Con la misma realidad de siempre… donde todo parecía en contra… solo adversidad y dificultades. Sin embargo, la decisión siguió firme poniendo el pecho a lo que viniese. Una vez más la Providencia se hizo presente ante la confianza de sus hijos salvando la integridad del objetivo soñado. Y los folletos y los periódicos de aquellos tiempos anunciaron a la comunidad la buena noticia de la libertad.
Nada de esto ha sido dado en condiciones de serenidad. Todo y cada día con su propia lucha ganada. Luego esa buena noticia debía afirmarse en cada Provincia a fin de construir de este modo la Nación soberana.
Nada de esto ha sido dado en condiciones de serenidad. Todo y cada día con su propia lucha ganada. Luego esa buena noticia debía afirmarse en cada Provincia a fin de construir de este modo la Nación soberana.
A San Luis, llega también la circular enviada por el soberano Congreso, un 20 de julio. Apenas unos días después. Leída y festejada con grandes aclamaciones por el pueblo puntano. Para llegar al 24 de agosto, en la casa del señor Gobernador don Vicente Dupuy, haciendo públicas las actas y prestando juramento. Primero él, hincándose de rodillas ante el ilustre cabildo prestó juramento y luego recibió lo mismo de los cabildantes, oficiales militares y demás autoridades de la campaña y vecinos más caracterizados. Todo celebrado entre vivas y aclamaciones de libertad e independencia de la América del Sud. Quedando tan memorable acontecimiento por escrito y firmado dando fe de cuanto había sucedido.
Esta memoria agradecida con Dios y por los patriotas de aquel tiempo, iluminamos este Te Deum con las luces de la Palabra de Dios.
Dijo Jesús: “Quien quiera seguirme, que deje todo, cargue su cruz y me siga”.
Nuestros patriotas han dejado también sus seguridades y comodidades. Sus familias y seguramente sus hijos e hijas. Sus tesoros. Porque iban hacia uno mayor. El bien de la patria y la libertad de sus habitantes. Construir una nación sabiendo el precio a pagar.
Solo se puede sustentar desde una construcción comunitaria. No egoísta ni narcisista. Ganar a costa también de perder. La verdad de la libertad y la dignidad.
Han seguido a Jesús en el servicio a los hermanos y hermanas de la Patria naciente. En la búsqueda de lo que es justo y bueno.
Por eso me pregunto: ¿Qué nos pasa hoy…?
¿Qué nos motiva hoy a los argentinos y especialmente a la clase dirigente? Sabiendo de su particular responsabilidad de velar por todos.
En un mundo convulsionado y tristemente en guerra, donde no solo se pisotea la dignidad y la vida, nos vemos afectados también por sus consecuencias. Y, una vez más, nuestra patria se encuentra en la noche de ver un futuro y un presente mejor. ¿Por qué llegamos a dónde llegamos? ¿por qué tantas personas quedan fuera de la dignidad y de los derechos más básicos?
Le damos gracias a Dios por este digno y duro pasado, pero también pedimos en esta mañana su fortaleza para estar a la altura de los acontecimientos que se nos presentan. Pidamos de llegar a ser capaces de revertir cuando no mire hacia el bien de todos y nos entrampe en miradas cortoplacistas.
Que las Mercedes que Dios nos ha dado por mediación de su Madre, sean hoy esa Gracia de lo Alto que nos levante y levante nuestras miradas y acciones para seguir construyendo una verdadera patria de hermanos como la que con tanto sacrificio han sabido lograr los patriotas de antaño. Recordamos a aquellos cuyos nombres son, como así también aquellos anónimos y desconocidos, pero constructores del todo que nos ha llevado a la libertad proclamada.
Dios bendiga nuestra bendita Patria Argentina con la verdadera libertad de los hijos de Dios.
Mons. Gabriel Bernardo Barba, obispo de San Luis