Domingo 24 de noviembre de 2024

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Vigilia de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

Homilía de moseñor Gabreiel Barba, obispo de San Luis en la Vigilia de Natividad de Nuestro Señor Jesucristo (Monasterio de Bele?n, 24 de diciembre de 2021)

“El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz”, as?? escuchamos en la primera lectura. Estas tinieblas sin duda , en primer lugar, nos hablan de las tinieblas de la humanidad que son las tinieblas del pecado, la oscuridad que nos enceguece, la oscuridad que nos paraliza, la oscuridad que no nos permite avanzar con libertad, con dignidad, de pie, que nos hace caer…

Pero “el pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz”.

De alguna otra manera, de ello son part??cipes y testigos aquellos pastores que vigilaban a sus reban? os de noche, y dice San Lucas: “La gloria del Señor los envolvió con su luz”.

Venimos a esta Vigilia tambie?n como parte de un pueblo que camina en tinieblas.

Tenemos nuestras propias tinieblas, cada uno tiene sus tinieblas.

Yo sent??a que, una vez ma?s, no vengo solo a celebrar esta Vigilia: Traigo la diócesis de San Luis, no vengo solo. Traigo la historia de mi caminada por aquí por San Luis, de pastoreo de esta diócesis. Tambie?n traigo aquellos dia?logos, aquello que voy escuchando, aquellos dolores y aquellas heridas… Tantas sombras que me toca ir compartiendo, tambie?n las traemos aqu??para que sean iluminadas por esta luz de la Vigilia, por esta luz del nacimiento de Bele?n.

Para algunos las tinieblas es el veredicto de una enfermedad.

¡Cua?ntos me piden oracio?n con dolor, con miedo, con angustia por una enfermedad que se les avecina o que ya esta? junto a ellos!

Para otros es la oscuridad de la pe?rdida de un hijo, para otros es la oscuridad de un hijo desaparecido…

Nunca me puedo acostumbrar a la desaparicio?n de la nin? a Guadalupe, hay una silla vac??a que no debe seguir vac??a… ¡nadie puede perder un hijo! ¿Co?mo va a desaparecer un hijo?, eso responde claramente a las tinieblas de nuestra sociedad. Y en estas tinieblas es donde tiene que brillar la luz.

Hay tinieblas de injusticia, hay tinieblas de marginalidad, hay tinieblas de pecado, hay tinieblas propias de esta humanidad que nos toca vivir, de esta historia que nos toca vivir, algunas provocadas y otras sufridas, tinieblas al fin…

En estas tinieblas es donde nosotros estamos invitados a encontrar la luz que viene a iluminar para levantarnos, pero para poder llegar a eso, hay que aprender a escuchar.

(Dec?? el otro d??a), Los magos de oriente escuchaban a quien los guiaba, Jose? escucho? la voz de A' ngel, Mar??a escucho? la voz del A' ngel, todos para poder llegar a cumplir con la voluntad de Dios tuvieron

Que escuchar. Nosotros también tenemos que aprender a escuchar.

Y al Dios que nos habla, algunos han tenido el privilegio de tener mensajeros directos, como la Virgen, San Jose?, pero tambie?n el Esp??ritu Santo nos va hablando por medio de la historia y por medio de nuestros hermanos de camino, por eso aprender a escuchar, este es el gran pedido que nos esta? haciendo hoy el Papa Francisco.

Aprender a escuchar…

Y este camino de tinieblas, y este camino de escucha, y este camino como el de los pastores, ¿a do?nde nos lleva? Hacia un nuevo signo: el signo es UN NIN˜ O. ¿Cua?l es el gran signo, cua?l es la sen? al? UN NIÑO recie?n nacido, envuelto en pan? ales, acostado en un pesebre…

La pequeñez del Niño es la grandeza de Dios. Hoy el Papa Francisco en Roma, como siempre, hizo una homil??a sencilla y directa, y les quiero compartir una imagen que tiene que ver con este signo, el signo del Nin? o. Repito las palabras que hoy, en Roma, el Papa dijo:

“La Ternura en persona necesita ser mimada. El Amor infinito tiene un corazón minúsculo que emite ligeros latidos. La Palabra eterna es infante, es decir incapaz de hablar. El Pan de vida debe ser alimentado. El Creador del mundo no tiene hogar. Hoy todo se invierte. Dios viene al mundo, Pequeño. Su grandeza se ofrece en la Pequeñez…”

¿A que? nos lleva esto?, al Dios escondido, al Dios que esta? en la Pequen? ez. Para poder aceptar esto, claramente, tenemos que hacer un acto de fe. No se entiende Belén, no se entiende el nacimiento sin un profundo acto de fe, porque el Todopoderoso, el que nos da toda la seguridad por ser Dios se hace totalmente débil y escondido en ese Niño que es el gran signo, ahí toda la grandeza y el poderío de Dios, escondida.

Esta presencia de Dios en la humanidad, este hacerse carne, este asumir la naturaleza humana oscura y pecadora, es la que nos levanta, es la que hace grande a la naturaleza humana, y ah?? tambie?n tenemos que hacer un acto de fe para creer, valorar, respetar, cuidar, preservar toda vida humana.

En la pequen? ez de cada persona esta? la dignidad escondida, tambie?n ah?? tenemos que hacer un acto de fe porque esa dignidad la puso Dios al hacerse hombre, y hay que hacer un acto de fe.

¿Co?mo reconozco yo la dignidad en un adicto perdido, en un borracho, en una persona vegetativa, que no escucha, que no ve, que no habla, que pareciera que no siente? Dentro de esa persona esta? la dignidad completa como la de cualquier persona ha?bil, a?gil, poderosa y lu? cida. Para llegar a comprender esto, necesitamos la conversio?n.

A Belén se llega a través del despojo. Dios se despojó de sus grandezas, se hizo hombre para que el hombre pueda llegar a Dios.

Los Invito a que, no solamente los que estamos aqu??en esta celebracio?n, sino como dio?cesis de San Luis nos miremos y nos preguntemos:

¿De qué nos tenemos que despojar?

¿Qué cargas tenemos que no nos permiten estar de pie, que no nos permiten correr al encuentro, que no nos permiten ver al hermano?

¿De qué tenemos que despojarnos para que la sencillez no lleve al gran encuentro con Dios?

Sin duda este es un camino de conversio?n, este es un camino donde debemos escuchar la voz de Dios, estar atentos y seguirla.

Vamos a pedir a Dios que en esta nueva Navidad que nos regala compartir, la fuerza de Dios, la gracia y la grandeza de este d??a manifestada en un Nin? o envuelto en pan? ales, lo recibamos, lo aceptemos, entreguemos toda nuestra vida para que sea E' l el que habite en nosotros y reconozcamos aquella dignidad que el Nin? o nos trae, pero tambie?n reconozcamos en cada uno de los que esta?n a nuestro lado, la dignidad que Dios les ha regalado, y en este compartir fraterno con nuestros hermanos, construyamos juntos el Reino de Dios.

Mons. Gabriel Bernardo Barba, obispo de San Luis