Jueves 25 de abril de 2024

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"Con María de la Merced, abiertos a la Palabra, valientes en la acción"

Homilía de monseñor Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán, en la Fiesta de la Merced (24 de septiembre de 2021)

Queridos hermanos:

Nos hemos reunido para celebrar con alegría la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, la Redentora de cautivos, la celestial protectora de nuestra Patria, la Madre de los tucumanos.

Venimos a manifestarle nuestro amor a María y recibir de sus manos a Jesús, nuestro único Redentor.

Ella intercede por nosotros para que el Señor nos llene de consuelo, la paz y la fortaleza para nuestras vidas.

María de la Merced es madre de misericordia, redentora de cautivos.

María de la Merced, nos acompaña con su ternura de madre a los tucumanos desde la fundación de Tucumán todos los días de nuestra vida a lo largo de la historia y este hoy tan doloroso que nos toca vivir.

“Con María de la Merced, abiertos a la Palabra, valientes en la acción”

Queremos con María y como María, estar abiertos a la Palabra de Dios. Escuchar lo que nos dice en las lecturas de hoy con fe convencida y sencillez de corazón, y también escuchar lo que nos dice en los clamores del Pueblo santo de Dios.

Judit, esa mujer viuda, pero creyente y valiente, es un signo del Pueblo que confía en Dios, que sabe que Dios tiene un designio de amor y salvación, que a pesar de las circunstancias tristes, amenazantes y dolorosas del pueblo, el triunfo es de la vida, del amor, de la justicia, de la libertad y de la paz. El triunfo es de Dios.

Esta situación de pandemia nos ha desconcertado, hemos experimentado el dolor, el sufrimiento, la amenaza, la fragilidad, el peligro hasta el límite de la muerte. Además, se han visualizado y puesto al descubierto con mayor evidencia otras tantas enfermedades sociales de nuestra Patria: la falta de respeto por la vida en todas sus etapas y circunstancias, la prepotencia, las divisiones, las injusticias, las desigualdades, la indiferencia, la corrupción, etc… que agravan la estructural y extrema pobreza de muchos hermanos; la violencia, los homicidios, suicidios y abortos; las adicciones y la falta de oportunidades de educación y trabajo digno…

Un gran enemigo nos acecha como en las circunstancias del libro de Judit y la tentación es la angustia, la desesperación, darnos por vencidos. 

El Señor es el Dios de la salvación, y Judit lo cree, María lo cree, mujeres de fe, nuestro pueblo santo de Dios lo cree... Somos un Pueblo creyente…

El camino que Judit, signo de María y del pueblo, nos indica es el de la confianza, de la espera en la paz, de la oración en la obediencia. Es el camino de la esperanza. Sin resignaciones fáciles, haciendo todo lo que está en nuestras posibilidades, dejando atrás la mezquindad y el egoísmo; permaneciendo siempre en el camino de la voluntad del Señor. Siendo valientes en la acción.

No nos dejemos robar la esperanza… Dios está de nuestro lado si vivimos a la luz de su Palabra y así vamos a esforzarnos por crecer en el amor fraterno, en la libertad, la justicia y el servicio desinteresado por el que más necesita. Vamos a ser valientes en la acción.

“Con María de la Merced, abiertos a la Palabra, valientes en la acción”

En el evangelio vemos a Jesús, el Hijo de Dios, crucificado, entregando la vida por la libertad de los hombres, por amor a todos, por la redención de todos.

Qué mejor enseñanza que la de Cristo crucificado, despojándose de todo hasta de su propia madre para que nosotros tengamos vida, libertad, dignidad.

Miremos a Cristo crucificado, El hijo de Dios nacido de una mujer y sujeto a la ley para redimir a los que estaban sometidos a la ley y hacerlos hijos, ya no esclavos sino hijos y herederos… Estemos abiertos a su palabra redentora.

En el evangelio hemos escuchado que Jesús le dice a María, su madre ahí tienes a tu hijo y ella, oyente, creyente, obediente… nos proteje y acompaña en el camino de la vida con su ternura maternal. Como lo ha hecho en la historia de nuestro Tucumán, la Virgen de la Merced.

También termina el evangelio de hoy diciéndonos que la tomemos por madre, y es en la aceptación de esa maternidad de María donde ella ejerce su intercesión y amor.

“Con María de la Merced, abiertos a la Palabra, valientes en la acción”

En 1812 el ejercito del norte venía en retirada, pero los decididos tucumanos alentaron a Belgrano a presentar batalla. El enemigo era más poderoso, pero dejando todo egoísmo y ambición, pusieron todos sus bienes, sus fuerzas y hasta su propia vida en juego por el ideal de libertad, con la fe en Dios y bajo la protección de la Virgen de la Merced.

Belgrano supo escuchar al Pueblo tucumano, no fue un desobediente, sino que fue obediente al clamor del Pueblo, que muchas veces es la voz de Dios y por eso presentó batalla. Pero no solo con su ejército, sino con la caballería gaucha, con los que se hicieron soldados improvisadamente, con las mujeres tucumanas valientes que pusieron su servicio y bienes a disposición. Les quemaba dentro el deseo de libertad, la confianza en Dios y la certeza de la protección de la Virgen de la Merced, de esta tierna madre que cuida con amor maternal a sus hijos y que siempre está entre ellos…

“Con María de la Merced, abiertos a la Palabra, valientes en la acción”

El pueblo tucumano de 1812, valiente, decidido, corajudo, creyente nos alienta a nosotros hoy a transformar esta situación de vida con los valores de la justicia, el amor, la libertad, a crecer en fraternidad. Con la fe en Dios y bajo el amparo de la Virgen.

Valientes en la acción… no quejarnos…, no quedarnos… no tener miedo… Valientes en nuestro hacer cotidiano en justicia y libertad.

Como Dios dijo a nuestro santo: «José, hijo de David, no temas» (Mt 1,20), parece repetirnos también a nosotros: “¡No tengan miedo!”. Tenemos que dejar de lado nuestra ira y decepción, y hacer espacio –sin ninguna resignación mundana y con una fortaleza llena de esperanza– a lo que no hemos elegido, pero está allí. Acoger la vida de esta manera nos introduce en un significado oculto. La vida de cada uno de nosotros puede comenzar de nuevo milagrosamente, si encontramos la valentía para vivirla según lo que nos dice el Evangelio.

“Con María de la Merced, abiertos a la Palabra, valientes en la acción”

Como hace 456 años de la Fundación de Tucumán por Diego de Villaroel… y el traslado de la ciudad hace 336 años promovida Mate de Luna, queremos asumir con valentía, como pueblo de Tucumán, los desafíos de esta pandemia y de esta situación social.

Como hace 209 años, Manuel Belgrano, orante frente a esta imagen de la Virgen de la Merced, le pidió su intercesión, en la difícil Batalla de Tucumán; gracias a la mediación de la Virgen y con la fuerza y valor de los decididos de Tucumán, con los catamarqueños y santiagueños, que también se ofrecieron por la causa de la libertad y lograron el triunfo de la batalla. Hoy tenemos una gran batalla contra el egoísmo, la ambición, para obtener el triunfo del amor y la dignidad, la verdad y la justicia.

En el parte el mismo Belgrano llegó a decir: "…La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos..."

Hoy, 24 de septiembre de 2021, nos ponemos bajo la protección de la Virgen de la Merced para ganar esta batalla y crecer en fraternidad, solidaridad y paz.

Mons. Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán