Estamos aquí, acogiendo la invitación del intendente, para celebrar los 150 años de la ciudad de Berisso y para rogar a Dios por su futuro.
Si quisiéramos resumir las características de esta ciudad y su identidad, yo creo que hay dos palabras. La primera es “trabajo”.
De hecho Berisso nació hace 150 años de las ganas de trabajar, en un saladero que se creó en al año 1871. Allí don Juan Berisso y un grupo de personas se arremangaron y pusieron su creatividad y su esfuerzo para iniciar algo que creara nuevas fuentes de trabajo para las familias de la zona. Y con los años fueron llegando más y más desde distintos países, siempre con el deseo de esforzarse para construir algo nuevo y para dar un futuro mejor a sus familias.
Con muchos altos y bajos, esta ciudad no pierde ese sueño, y le pedimos a Dios que bendiga todos los esfuerzos y los sueños. Porque a veces algunas personas intentan producir algo nuevo, comenzar un emprendimiento, pero no resulta bien. Pidamos al señor que bendiga a todos los que están poniendo sus capacidades al servicio del desarrollo y de la prosperidad de esta ciudad. Y pedimos también por el astillero Río Santiago, para que vuelva a convertirse en un centro de producción y de trabajo.
La otra palabra que define a esta ciudad es “convivencia”, porque uno a veces se encuentra en Europa o en Estados Unidos, con un desprecio al extranjero, o un montón de colectividades que se desprecian o peor, en guerra unas con otras.
En Berisso, más allá de episodios aislados, fue madurando una verdadera convivencia, con un grado importante de aceptación y de valoración mutua. En la fiesta del inmigrante no hay una competencia, sino más bien la alegría de convivir en esta diversidad, como hermanos y habitantes de una ciudad común. También le pedimos a Dios que bendiga esta convivencia y que nunca dejemos que se dañe.
Pero esta ciudad tiene una Madre, que desde hace más de 100 años acompaña el caminar del pueblo de Berisso. Es María Auxiliadora, y desde 1911 en este templo ella preside esta ciudad como patrona de todos.
Y le llamamos “auxiliadora” porque es Madre, madre que acompaña, que bendice, que da fuerzas para seguir adelante. Es auxiliadora porque a veces, en un momento de tristeza y
desánimo, ella le pide a Jesús por nosotros y aparece una chispa de esperanza en el corazón.
Y cuando nos va mal, decimos “no sé de dónde saco fuerzas”. Yo sé de donde sacás fuerzas: de la presencia de esta Madre que te auxilia en el corazón y le pide a Jesús que te dé una mano.
A ella le pedimos hoy que no abandone a Berisso, sino que siga acompañando a cada habitante de esta ciudad para no bajar los brazos. Y que nos ayude a cuidar y acrecentar los valores del trabajo y de la convivencia. Así sea.
¡Viva María Auxiliadora! ¡Viva Berisso!
Mons. Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata