MÁRTIRES DEL EVANGELIO, ALEGRÍA DEL PUEBLO
"RUEGUEN AL DUEÑO DE LOS SEMBRADOS QUE ENVÍE TRABAJADORES PARA SU COSECHA" Mt 9,38
(Ev: Mt 9,35-38)
Queridos hermanos y hermanas:
1. Con gozo, recordamos y celebramos hoy, el segundo aniversario de la beatificación de los Beatos Mártires Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville, Wenceslao Pedernera y Enrique Angelelli. En este día, nos han llegado saludos de muchos lugares. Damos gracias porque la vida y la sangre derramada por nuestros Beatos van siendo semillas que germinan de diferentes modos en cada lugar inspirando la construcción de un mundo mejor, más evangélico e inclusivo.
Recordar lo vivido la jornada de la beatificación, los días previos y posteriores nos llena de alegría.
Personalmente, valoro mucho el trabajo mancomunado realizado por tantos hermanos y hermanas en las distintas áreas y lo compartido con los peregrinos que han venido de diferentes lugares del país y del mundo. Pero esa alegría, que nace de la santidad de los Beatos, a la vez, es un motivo de aliento que nos anima a seguir las huellas del Maestro que, cautivó de tal modo la vida de cada uno de ellos, que lo siguieron como discípulos hasta dar la vida por Él.
2. En el Evangelio que escuchamos contemplamos a Jesús caminando, yendo de pueblo en pueblo enseñando y proclamando la Buena Noticia del Reino. Su tarea de Maestro y Catequista lo llevaba a compartir con todas las personas el sueño de su Padre Dios sobre la humanidad. El Reino de Dios que Él vino a inaugurar tiene que ver con un mundo, donde haya lugar para que todas las personas puedan nacer y crecer dignamente. Donde podamos reconocernos hijos de un mismo Padre y hermanos entre todos. Donde la fraternidad sea una realidad buscada y lograda entre todos...
Nos dice el papa Francisco: "la fraternidad [tiene que ver con] percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia. Si cada uno vale tanto, hay que decir con claridad y firmeza que «el solo hecho de haber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo no justifica que algunas personas vivan con menor dignidad»... Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones”.[1]
3. Jesús, proclama la llegada de su Reino, no solo con palabras, sino con gestos y obras. Por eso, el evangelio nos dice que, en el camino iba "curando todas las enfermedades y dolencias" y "al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor." Jesús se ocupa de las necesidades más profundas de los que lo siguen.
Ocuparse de los personas más carenciadas en una sociedad, es un signo elocuente de la presencia del Reino de Dios. Con la parábola del Buen Samaritano, Jesús, nos dice claramente que ese es el camino para construir una verdadera fraternidad, ya que expresa "la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele". Como bien lo dice Francisco, agregando que "Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el Buen Samaritano. a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común".[2]
La pandemia ha puesto al descubierto muchas necesidades sociales, problemas interiores y vínculos humanos. Entre otros dramas, vemos crecer el alcoholismo y el consumo de sustancias adictivas siendo causa de hechos de violencia o de graves accidentes de tránsito. Cómo no conmovernos antes situaciones que dañan la vida humana, la vida de familias y la paz social.
4. Jesús, ante la necesidad de la gente reza y pide que recemos "rogando al Dueño de la mies que envíe más obreros". Sí, ve con claridad que para revertir situaciones de carencias que afectan a muchos, hacen falta corazones compasivos y comprometidos.
Queridos hermanos y hermanas, cada uno de nosotros, cada bautizado, está capacitado para ocuparse de los problemas de los demás contribuyendo a solucionarlos juntos. Tiene que despertarse y crecer en cada uno el Buen Samaritano que llevamos adentro. En este tiempo, cómo no valorar el trabajo grande que realiza el personal de la salud con la asistencia de tantos enfermos, el trabajo de madres y padres que buscan educar a sus hijos y ayudarlos en tareas escolares, de tantos docentes, recolectores de basura, policías, y tantos que realizan tareas indispensables para el funcionamiento de una sociedad entregando lo mejor de sí. Cuánto nos edifican esos testimonios. Pero, hace falta que todos hagamos un camino más decidido de salir de nosotros mismos para ocuparnos de los demás.
En la Iglesia, todos sus miembros, somos esenciales para expresar la compasión y cercanía de Dios a los más necesitados. Para manifestar la caridad de Dios de muchas y creativas maneras.
Cada bautizado con sus carismas, cada grupo con sus propias características, tiene que asumir una tarea de servicio y ayuda a los demás.
Vivimos un tiempo de crisis, en el que tenemos solo dos caminos, o nos hacemos cargo de las necesidades de los demás, como el Buen Samaritano o terminamos siendo uno de los asaltantes que se aprovecha de los necesitados o uno de los indiferentes que pasa de largo.
5. En su propuesta pastoral, Mons. Angelelli, anima a caminar poniendo la mirada fija en Jesús y su Evangelio para que, solo desde allí, hagamos una Iglesia más samaritana y misionera, abierta a llegar a todos y a ocuparnos de los más frágiles. Nos decía en una de sus homilías que "la Iglesia, en su acción pastoral, no debe ser orientada solamente hacia el pueblo, sino, también, y principalmente, DESDE EL PUEBLO MISMO. Porque Jesucristo es el Salvador de todos los hombres, la Iglesia no puede convocar a determinados grupos de hombres solamente, sino a todos los hombres que en su corazón opten por dar acogida a la Buena Nueva que es el Evangelio... Desde el Evangelio, desde Jesucristo, queremos ir concretando cada vez más, una Comunidad Eclesial Diocesana, abierta con sentido misionero y servidora del hombre y de todos los hombres; caminando y comprometiéndonos cada vez más con el Pueblo que el Señor nos ha confiado, asumiendo todas sus esperanzas y sufrimientos, todos los riesgos, aciertos y desaciertos que toda marcha trae aparejados. No confiamos en las solas fuerzas humanas, caminamos apoyados en Aquel que, caminando con nosotros, nos sigue diciendo 'Hombres de poca fe, ¿por qué temen?' Él es nuestro Pastor, nada nos puede faltar: y esto, porque nos sabemos un pueblo limitado, débil, pecador, pero lleno de ilusiones y esperanzas para seguir construyendo todo lo que haga falta para que sea realidad en La Rioja, cada vez más, TODO HOMBRE ES MI HERMANO".[3]
6. El mejor modo de dar gracias a Dios por la beatificación de nuestros Mártires en su segundo aniversario, es asumir con toda decisión el hacernos cargo de este tiempo de pandemia buscando dejar nuestros 'espacios de comodidad', para salir al encuentro de las realidades más acuciantes de este tiempo. El Buen Pastor va adelante de nosotros y su Espíritu nos anima desde adentro. Los Beatos Mártires hoy gozan de la dicha eterna, luego de haber recorrido este camino y nos acompañan a cada paso e interceden por nosotros.
Por eso, fortalezcamos nuestra vida de oración, confiemos en aquellas personas con quienes vamos haciendo camino juntos y abrámonos a seguir tejiendo redes con todos aquellos que buscan construir una sociedad mejor, más justa y fraterna, alegre y servicial. Así sea
Mons. Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja
Notas:
[1] Fratelli Tutti 106-107
[2] Ibid 67
[3] Angelelli E., Homilía de la Clausura de las Fiestas de San Nicolás 1970-1971, 2, sin más datos. Los destacados pertenecen al texto