Viernes 22 de noviembre de 2024

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Inicio del Ministerior Pastoral

Homilía de monseñor Martín Fassi, en el inicio de su ministerio pastoral como sexto obispo diocesano de San Martín (26 de diciembre de 2020)

Querida Iglesia de San Martín y 3 de Febrero, Queridas Hermanas y Hermanos todos, los que estamos reunidos aquí en esta plaza y quienes participan también desde sus casas a través de las redes

Comienzo diciendo querida Iglesia, porque aunque recién nos estamos empezando a conocer ya me son queridos.

Algo pasa cuando un obispo es nombrado para una Diócesis, se inicia por dentro de una manera misteriosa y sorprendente un vínculo fuerte de compromiso y cariño, le han confiado una comunidad para que se ponga a su servicio, al servicio de ella no ella a su servicio.

En el sentido humano, lo asocio a un padre o una madre cuando tienen un hijo, una nueva vida les es confiada para ser cuidada. El Evangelio para expresar esto se vale de un gesto enormemente significativo: Jesus, hijo de Dios, poniéndose de rodillas lava los pies a sus discípulos: “Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.”

Jesús nos marca claramente un estilo de ejercicio de autoridad, no hay autoridad valida para el Evangelio que no parte de la conciencia de la dignidad mutua y de un trato en pie de igualdad. De este Evangelio brota todo un es tipo inspirador de liderazgo tanto para la Iglesia como para la sociedad.

Estamos celebrando los días de Navidad, y hoy el inicio de mi ministerio como Padre y Obispo de esta diócesis de San Martín y 3 de Febrero, no es un inicio común, comienza una nueva etapa en la historia de nuestras vidas, ellas hoy se cruzan.

Yo no nací en San Martín, ni fui criado aquí, no recibí mi formación sacerdotal aquí, no fui ordenado diacono, sacerdote, obispo aquí, pero hoy comienzo a ser con ustedes y llamado a ser para ustedes. Gracias por recibirme.

El Evangelio hoy nos muestra a la familia de Jesús, María y José que van al templo. Jesús, María y José que van al templo. Jesús es presentado allí y es recibido por los ancianos Simeón y Ana. Todos ellos pertenecen al pueblo de los pobres y humildes que tienen toda su confianza en Dios.

Particularmente, estos dos ancianos siguen esperando aunque parezca que no vale la pena al final de sus días. Son de los que no se cansan de esperar porque confían en la fidelidad de Dios. Un Dios Padre que no deja de confiar en la respuesta del hombre a su propuesta de salvación.

Entre la numerosa gente, son ellos dos los que saben reconocer el motivo de la esperanza y de consuelo para el pueblo en ese niño pequeño llevado al templo por dos sencillos padres. Lo pequeño y lo vulnerable son la condición para encontrar a Dios en los pliegues de la historia. Viejos y cansados de ser testigos del sufrimiento de su pueblo no dejaron de esperar, ahora ven a un niño y halan de salvación. Simeón lo toma en sus brazos acoge la vida que viene a él como una luz de sentido para todas las circunstancias. Sabe que el compromiso de Dios con la humanidad esta ahí, en ese pequeño, cuidado por otros dos pequeños; un compromiso solidario que no viene a solucionarnos todos los problemas sino que viene simplemente a estar en medio de nosotros. Haciéndose parte de la familia humana, haciéndose hermano de todos y haciéndonos hermanos todos.

El viene a ocupar un lugar entre nosotros pero sin quitar el lugar a nadie y naciendo para eso en una cueva de animales.

Es el mismo que años después, ya adulto, habrá aprendido de su padres a entregar la vida y comprometido con la historia y la humanidad, se entregará hasta el final en la cruz. Venciendo a la muerte con su resurrección

De esa manera, El haciéndonos hijos de Dios, nos hace hermanos para que viviendo como hermanos, pensando como hermanos, gestionando como hermanos, organizando una sociedad de hermanos, de esa manera, solucionemos nosotros nuestros mismo problemas, pero con la luz y la fuerza de su propia vida divina.

Como Obispo y como Hermano vengo a sumarme al camino de ustedes. Trabajemos juntos para una Iglesia Diocesana que renueve los sueños expresados en la Asamblea Diocesana que convocó e impulsó, con tanto cuidado y energía, nuestro amigo el Padre Obispo Miguel Angel. Como él bien decía a los sacerdotes que llegaban a una nueva parroquia: “ no vengo a reemplazar sino a suceder a este Obispo Santo de la puerta de al lado”.

Retomemos entones esos sueños y hagamos camino juntos en sinodalidad. Demos testimonio de como Dios amó Tanto al mundo que dio a su hijo, el único. Seamos una Diócesis en salida, misionera y aportemos lo propio a la cultura de hoy, en dialogo, con respeto, con paciencia.

Hemos vivido un año particularmente difícil y doloroso como pueblo con una Pandemia que aún continua, y también como diócesis que se quedó sin su Padre Obispo. Pero no es un año para olvidar, ni descartar del calendario. Ha sido un año que puso al descubierto lo mejor y lo peor de nosotros mismos, pero también no ha dejado muchísimos aprendizajes.

Entonces, ¿porque no renovar la esperanza?. Como el anciano Simeón tomemos en brazos la esperanza del pueblo, cuidemos esa esperanza. Seamos una diócesis compasiva, una iglesia con sensibilidad humana que ayude a sanar tantas vidas rotas.

Un grandísimo numero de la población de nuestra Diócesis, ahora puedo decir nuestra Diócesis, un grandísimo numero esta en situación de pobreza. Es claro por donde Dios quiere orientarnos, tomemos las periferias en el centro, en el centro de nuestros intereses porque así lo quiere Dios.

Hagamos de nuestra Diócesis un lugar inclusivo, un hogar inclusivo como lo fue la Sagrada Familia desde el pesebre de Belen.

Volvamos a la centralidad del Evangelio, que sea eje de nuestra opciones. Estos son los sueños que sueña la Diócesis.

La vara esta puesta bien alta, es verdad, pero que pueden ser los sueños pequeños sino tal vez falta de confianza.

Toda la historia de salvación nos muestra que Dios cumple los sueños de su pueblo desde lo pequeño y gradualmente.

Así lo supo verlo Simeón, que con una mirada larga de esos ancianos que piensan en generaciones venideras. Así lo hicieron los pastores, los magos de oriente, así lo creyeron María y José. No lo supieron ver ni creer los poderosos del momento.

Gracias a todos los que me reciben, las comunidades parroquiales, las instituciones, laicos, laicas, los sacerdotes, diáconos, las religiosas y consagrados. En especial gracias a los sacerdotes, colaboradores en el ministerio, les pido que me ayuden a discernir cuando ir delante, en medio o detrás del rebaño para conducir bien.

Gracias a la Diócesis de San Isidro, de donde provengo y que ahora me entrega una vez más.

Gracias a la Iglesia del Noreste Argentino, gracias a la Iglesia en Cuba en donde compartí también mi ministerio, gracias por hacerse hoy presentes de alguna manera. 

Gracias hermanos Obispos, especialmente los de la Región Buenos Aires.

Gracias Cardenal Mario por darme posesión de esta Diócesis. Gracias hermanos Oscar y Guillermo por los años compartidos, como siempre, cuento con el apoyo fraterno y la experiencia de ustedes también.

Gracias al Señor Nuncio Apostólico monseñor Adamczyk por su presencia, por su servicio a la Iglesia en Argentina, y por su medio agradezco al Papa Francisco por haberme confiado este ministerio en la Diócesis de San Martín y 3 de Febrero, comulgamos profundamente con sus palabras, sus gestos y su magisterio.

Gracias por la presencia de los Señores Intendentes Fernando Moreira y Diego Valenzuela, autoridades municipales, provinciales, las fuerzas vivas de ambos partidos. Esperamos trabajar juntos por el bien común, por una sociedad equitativa y una amistad social en colaboración y autonomía recíproca. Gracias por los saludos de bienvenida que me dejaron.

Para terminar quiero invitarlos a celebrar este próximo lunes 28 de diciembre a las 19 hs. Una misa en el Santuario de Lourdes de Santos Lugares, junto con los sacerdotes de la diócesis, uniendonos a la jornada de ayuno y oración, encomendándonos a la Virgen de Lourdes para que nos ayude a trabajar en Argentina por el cuidado de Toda Vida, en especial de la vida vulnerable por nacer que hoy esta puesta en riesgo.

Y también decirles que celebraremos solemnemente las exequias de nuestro querido Padre Obispo Miguel Angel ya que la pandemia no nos permitió realizarla en su momento. Esperamos poder hacerlo en torno a la fiesta de Lourdes o del aniversario de su Pascua.

Que la Virgen de Lourdes y San José Obrero, nuestros patronos, nos bendigan y nos guarden y nos conserven por siempre en el camino del Evangelio.

Que el Espíritu vaya adelante indicándonos el camino, nosotros detrás.

Muchas gracias de corazón.

Mons. Martín Fassi, obispo de San Martín