Viernes 19 de abril de 2024

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19° Aniversario del fallecimiento de de Mons. Jorge Noval, OVD

Homilía de monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes (Capilla del obispado, 8 de julio de 2020)

“Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios” (Mt. 10, 7-8)

 
Hermanas y hermanos:

En primer lugar, por este medio, con el Padre Obispo Maxi les expresamos nuestro agradecimiento por acompañarnos en la Eucaristía. A la familia del P. Obispo Jorge, a los pastores y pastoras de las hermanas iglesias cristianas. Todos unidos junto a nuestros sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos de las comunidades. Gracias a toda la feligresía de la Diócesis de Quilmes y a tantos de otros lugares que nos siguen.

Vivimos una realidad que nos preocupa a todos, aquí y en el mundo entero. Esta pandemia nos ha sorprendido a todos sin excepción. De pronto, “nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente” (Papa Francisco, 27 de marzo de 2020)

Hoy hace dos años que, junto al Padre Obispo Maxi anunciábamos el Tercer Sínodo Diocesano, a celebrarse en el 2021. Cuando nos disponíamos a encarar la segunda etapa del Camino Sinodal, la cuarentena nos replegó a los hogares, sin poder encontrarnos en celebraciones y asambleas. El modo virtual ha venido para quedarse, y es la manera nueva de relacionarnos, con sus ventajas y limitaciones. Pero seguimos caminando juntos, con entusiasmo, compromiso y esperanza.

Al cumplirse los 19 años de la pascua del Padre Obispo Jorge Novak, la Comisión Memoria que cada año organiza esta Misa, ha querido prepararla con la Novena que lleva como lema: “NOVAK, SALUD Y ESPERANZA”.

La Palabra hoy nos presenta a Jesús que elige a sus primeros discípulos, tan diferentes entre ellos, para formar la primera comunidad y para enviarlos a evangelizar, de allí el nombre de “apóstoles” (enviados). Y los envía con poder para liberar de todo mal que afecte a la persona y a la familia humana. Como Jesús, los portadores de su mensaje llevarán su mismo estilo de vida itinerante y pobre.

Nuestro Padre Obispo Jorge, desde que experimentó el llamado de Dios, su corazón abarcó el mundo entero. Quería ser misionero en lejanas tierras. El ardor del Espíritu Santo quemaba su corazón cristiano, y quería encender los corazones de la humanidad con esa llama de la fe y animarlos con el calor de la caridad. Cuando es consagrado obispo, sus primeras palabras fueron las del Apóstol: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor. 9, 16)

Los caminos por los que anduvo, no son los que en su juventud soñaba, pero sí los que estaban en los sueños que Jesús tenía para Jorge Novak. Y él los fue descubriendo al andar, y los siguió con decisión y coraje, confiado a Aquél que lo llamó y lo envió.

Sus primeros años, a la vez que se gozaba de encontrarse con comunidades ávidas de la Palabra de Dios, también compartía la desazón y la pobreza de muchísimos desocupados por el cierre de las fuentes de trabajo. A su puerta de buen pastor, golpeaban desesperadas las madres que buscaban sus hijos desaparecidos. No titubeó en escucharlas y recibirlas con un corazón fraterno. Su valentía hizo que la Iglesia recuperara el rostro de Madre tierna y compasiva para esas familias destrozadas por el poder.

Apenas nació la esperanza de la democracia en el país, inesperadamente, en un viaje que hacía para participar de un Congreso sobre Derechos Humanos, le sale al encuentro la enfermedad.

El síndrome de Guillain-Barré lo dejó totalmente paralizado, aunque nunca perdió la lucidez. El presidente de la Nación se preocupó por su salud. El gesto de traerlo a la Argentina en el avión presidencial para su tratamiento, habla del reconocimiento de un país que supo ver en él a un grande de la democracia: un pastor que denunció la injusticia y que trabajó, hasta ofrecer su vida misma, por la justicia y la paz.

Desde la cama del Hospital Francés, el 22 de septiembre de 1985, grabó estas palabras: “Con esta original homilía, grabada desde mi lecho de enfermo en que me encuentro… los saludo con todo mi afecto de padre y amigo… La experiencia del amor misericordioso del Padre… en un momento de gran angustia… me dio seguridad… haciéndome caricia… y proveyéndome de todo lo que iba a necesitar para mi recuperación”. Desde este cuadro que aquí tenemos esta tarde, parece mirarnos y transmitirnos esa serena confianza en el Padre Dios.

Su cuerpo inmenso se extendió a lo largo y a lo ancho de la cruz de Jesús, y la cruz de todo el dolor humano. Su profunda mística lo llevó a sentirse uno con el que sufre, desprendido de todo, poniéndose con alma de niño en manos de los que lo cuidaron con tanto cariño. Por eso estas palabras dichas al año de su enfermedad, un poco recuperado, dirigidas a los enfermos: “Queridos hermanos, les vuelvo a escribir con los sentimientos que brotan de un corazón que late al unísono con ustedes… Llevado por el afecto los descubro a ustedes en sus casas, o en los centros hospitalarios. Trato de percibir y compartir espiritualmente sus dolores y esperanzas. Muchos de ustedes saben más que yo, por su propia larga y dura experiencia, lo que es el dolor”

“NOVAK: SALUD Y ESPERANZA”. Su enfermedad no fue un obstáculo en su camino de pastor; fue una fase riquísima de su vida cristiana y de su pastoral. Hoy que vivimos todos tan cercanos a la enfermedad, por la pandemia, desde la eternidad él se vuelve una luz que nos ilumina en el camino. No sólo ayudándonos en los pedidos de salud por la intercesión de María y los santos junto a Jesús, sino también enseñándonos con su ejemplo y sus palabras.

Esa experiencia profunda de la enfermedad, hizo que el Episcopado Argentino lo eligiese para ser el primer presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud. En el mensaje del día del enfermo, en 1993, nos dice cosas que hoy también nosotros queremos repetir en estos momentos de la vida de nuestro pueblo: “Nos dirigimos a ustedes, profesionales de la salud, que prodigan su afecto y capacidad profesional a los que sufren. En nombre de Dios conocemos, reconocemos, valoramos y agradecemos todo lo que ustedes hacen por el hermano que sufre. No ignoramos sus dificultades y carencias, de todo tipo, y su abnegada labor cotidiana”.

A todos nosotros nos sigue enseñando al decir: “Nuestra aproximación al hermano enfermo es uno de los signos de credibilidad de nuestra predicación del Evangelio. La familia que tiene un miembro enfermo ha de sentir que toda la comunidad la acompaña en su asistencia y amor al afectado por una dolencia”. Y nos propone a Jesús, como modelo de servicio al decir: “Jesús no actúa perplejamente, no pide disculpas tímidamente, no trata de salir rápidamente de una situación compleja. Su acción es serena, clara, decidida. Actúa con eficacia y sostiene con mucha fuerza la motivación de su acción salvífica. ¡Es un ejemplo para todos nosotros, sus discípulos y seguidores! ¡Nada de titubeos ni de mezquindades cuando se trata de la vida y de la salud de nuestros hermanos enfermos!”

Haciendo memoria de nuestro primer pastor, agradecemos a todas las personas que sirven a los hermanos y hermanas en los centros de salud, a quienes ofrecen su tiempo y su trabajo en los comedores, merenderos, centros de contención y cuidado de niños, jóvenes y adultos. A todos los voluntarios y voluntarias, que se juegan en bien de los demás. En esta Misa, pedimos que desde el cielo Novak los fortalezca en su caridad.

Al Padre Obispo le inquietaba la vida de toda la gente, de todo el pueblo. Amaba la Patria que dio cobijo a su familia inmigrante. A través de sus padres y familiares, conocía del dolor y sufrimiento de sus antepasados en el viejo continente. En vísperas de un nuevo aniversario de nuestra Independencia, día en que él fue llamado por Dios al encuentro definitivo, escuchemos estas palabras suyas tan sentidas y tan certeras:

“Profesamos la democracia y defendemos la democracia, porque amamos a nuestra patria. Patria y democracia significan, ante todo, la promoción del bien común. Patria y democracia significan trabajo, justamente remunerado, para todos los argentinos. Significan salud para todos. Significan vivienda digna. Significan escolaridad plena. Significan pasar de soluciones de emergencia a soluciones de fondo” (NOVAK. “Por los senderos del Evangelio” pag. 151)

Un diácono mayor de nuestra diócesis me contaba que con otro compañero diácono fueron a cuidar al Padre Obispo al Hospital. Entrada la madrugada, ellos estaban fuera de la habitación, muy somnolientos, y de pronto escuchan cantar a alguien… Se dieron cuenta que era el Padre Obispo Jorge cantando una tierna canción a la Virgen. Su amor a María era entrañable. Por eso, en una carta a los enfermos decía: “El enfermo ha de saber que tiene a su lado a la Santísima Virgen. ‘Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre’. Junto al lecho en que se atraviesa la experiencia de una dura enfermedad; junto a la silla de ruedas…; junto al anciano que pasa años recordando y esperando, está María, nuestra Madre. Está rezando con nosotros, está rezando por nosotros”.

“NOVAK, SALUD Y ESPERANZA”

Mons. Carlos José Tissera, obispo de Quilmes