Sábado 7 de septiembre de 2024

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"Vayan por todo el mundo y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos"

Mensaje de monseñor Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja con motivo de la Fiesta de San Nicolás y los 90 años de la diócesis (7 de julio de 2024)

Queridas comunidades de la Diócesis de La Rioja:

¡Felices 90 años de vida como Iglesia Diocesana! Gracias por estar reunidos en esta Jornada para celebrar la vida y agradecer profundamente a Dios por llamarnos a ser parte de su Iglesia en este tiempo y participar de su misión evangelizadora. Con alegría y muchas expresiones de fe celebramos esta jornada en este año jubilar que vivimos bajo lema “90 años de fe, esperanza y misión”.

Llegados de todos los rincones de la diócesis hoy DAMOS GRACIAS por el camino recorrido y por ser miembros de una Iglesia que busca renovarse desde una amistad más profunda con el Señor y desde el espíritu sinodal misionero. Estamos concluyendo un hermoso Tinkunaco de imágenes representativas de las distintas zonas de nuestra diócesis y un Tinkunaco de comunidades. Como Pedro en el Monte de la transfiguración podemos decir: “Señor qué bien estamos aquí”2.

Durante este Tinkunaco de hoy pudimos apreciar algo de la vida de nuestras regiones o decanatos, cada una con sus riquezas y particularidades. Las imágenes que nos acompañan, con las que hemos caminado juntos expresan nuestra misma fe. Una fe centrada en Cristo, reflejada en las imágenes de El Señor de la Peña, del Niño de Hualco, de la Cruz de los mártires de Chamical. Una fe testimoniada por las diversas advocaciones Marianas, como ser la Virgen del Rosario, del Valle, de la Merced, del Carmen. Una fe manifestada en Santa Rita, San Blas y San Expedito, en San Nicolás y San Francisco Solano y también de un modo elocuente y cercano en nuestros beatos mártires: Enrique, Carlos, Gabriel y Wenceslao.

Acción de gracias y envío misionero
Todos somos miembros vivos de esta querida diócesis de La Rioja, creada el 20 de abril de 1934 por el Papa Pio XI. Diócesis que hoy cuenta con 32 parroquias organizadas en 5 decanatos y con numerosas instituciones pastorales que le dan vida.

Nuestras parroquias, comunidades, equipos pastorales y movimientos eclesiales están trabajando este año para escribir su historia valorizando los momentos más significativos, las personas que fueron forjando su caminar, las devociones propias y las circunstancias sociales que la han marcado. Confiamos que esta tarea nos ayude a apreciar el camino recorrido para tomar más conciencia de nuestras raíces y asumir de un modo realista y comprometido nuestra misión en la actualidad y caminar con esperanza hacia adelante, respondiendo siempre al envío de Jesús, nuestro buen Pastor resucitado, que a cada instante a todos nos dice: “Vayan por todo el mundo y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”[1].

Vivimos este aniversario en la Iglesia guiada hoy por el papa Francisco, oriundo de nuestra tierra Argentina, quien visitara La Rioja en varias ocasiones. De muchas maneras él nos impulsa a ser parte de la misión de la Iglesia, con compromiso y decisión, con corresponsabilidad y alegría. Nos dice en su primera exhortación al iniciar su servicio como Papa: “La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar… Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo[2].

Por eso, queridos hermanos y hermanas, agradecemos a tantos laicos que viven su misión en las responsabilidades de cada día y los alentamos a ser auténticos misioneros trabajando por una sociedad más justa e inclusiva, donde cada uno de sus integrantes pueda nacer y crecer dignamente con todo lo necesario para su desarrollo. Llevando adelante la vida de sus familias, profesiones y oficios, sus compromisos cotidianos hacen crecer el Reino de Dios transformando las realidades.

Agradecemos a los Sacerdotes que en cada una de sus responsabilidades entregan su vida para que la Palabra de Dios llegue a todos y con su pastoreo abnegado buscan acercarse particularmente a los más alejados y postergados. Los alentamos a ‘reavivar el don recibido’4 el día de la ordenación y a ser verdaderos testimonios de la alegría del Evangelio. Junto a ellos agradecemos a los diáconos que, desde su propia vocación, alimentan en toda la Iglesia el espíritu de servicio.

Agradecemos a la Vida Consagrada que, con sus diferentes carismas, enriquecen y embellecen la vida diocesana. No se cansen de abrir nuevos caminos y de vivir profundamente la comunión con la iglesia diocesana. Caminando juntos la obra evangelizadora se lleva adelante con más eficacia y podemos testimoniar con más claridad la caridad del Evangelio.

Vivir el Evangelio en este Cambio de época
Queridos hermanos y hermanas, nos toca vivir en un cambio de época con muchas realidades nuevas que, de algún modo, nos desconciertan e interpelan. Tiempos de crisis donde nos cuesta ver claramente el futuro o proyectar a largo plazo. Por eso es tiempo de estar atentos y mantenernos arraigados en el Evangelio, fortaleciendo la vida comunitaria y la pertenencia a la Iglesia, viviendo y confiando en esos principios y valores que fueron construyendo nuestra vida y nuestra historia, buscando y sosteniendo espacios de diálogo que nos ayuden a llegar a consensos que permitan buscar el bien común, el bien de cada integrante de la sociedad particularmente de los más pobres.

Es un tiempo para agudizar nuestra capacidad de ESCUCHA, escucharnos atentamente. Escuchar para comprender y buscar juntos nuevos modos de acompañar las realidades humanas concretas que encontramos. Escucha que debe ir acompañada de una actitud permanente de DIÁLOGO concreto. Cuánto nos enseña sobre esto nuestro beato Enrique y su propuesta pastoral. Con frecuencia recordamos su frase: “Con un oído en el pueblo y el otro oído en el Evangelio”. En esta corta frase se repite dos veces la palabra oído. Eso nos da un mensaje más que claro. Hay que escuchar y escuchar mucho. Escuchar al mismo tiempo al Evangelio y al Pueblo. Pero siempre el punto de partida es la escucha atenta para la que tenemos que ejercitarnos constantemente. Con estas actitudes y una disposición a la participación corresponsable y sinodal de todos podremos renovar la vida y misión de la Iglesia. Al mismo tiempo la democracia que queremos que se consolide y crezcanecesita de esta participación responsable de cada ciudadano en cada barrio, en la zona rural y en todas las localidades de cada departamento. Un ciudadano cristiano está llamado a participar activamente de instituciones que dan vida a la sociedad y buscar siempre mejorarlas, hacerlas crecer.

Líneas pastorales para los tiempos actuales
Luego de asumir mi misión como Obispo de esta querida diócesis hicimos un camino de escucha y de discernimiento para ver cómo llevar adelante la obra evangelizadora en estos tiempos de cambio. De allí surgieron tres líneas pastorales que en este día los quiero relanzar para revitalizar nuestras comunidades y grupos buscando renovarlas desde el camino sinodal. Las tres tienen que ir juntas.

  • La primera línea pastoral es: “Alentar una Iglesia en Salida” con ella queremos llegar, con el consuelo y la esperanza del Evangelio a personas alejadas o en situación de riesgo y vulnerabilidad, a los más pobres, débiles y sufrientes”[3]. Se trata de una pastoral misionera que nos permita llegar a todos y nos ayude a responder a los desafíos actuales. Pastoral misionera con más cercanía a tantos jóvenes que buscan el verdadero sentido de sus vidas, a las familias hoy día tan sacudidas por el cambio de época que atravesamos; con más cercanía al mundo de los trabajadores, de las comunicaciones, a los ambientes rurales y urbanos con sus propias características. Una pastoral misionera que nos ayude a acompañar de cerca a quienes tienen mayores responsabilidades en la construcción social para que se pueda llegar a un desarrollo sustentable de nuestro pueblo con el cuidado de la ‘casa común’ y una genuina participación ciudadana. Una pastoral misionera que nos ayude a comprender los alcances de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas y podamos elaborar modos de usarla como una herramienta de humanización. Una pastoral misionera que ponga en el centro a los pobres de hoy con sus rostros concretos, particularmente a quienes padecen en su salud mental o cualquier tipo de marginación.
  • La segunda línea pastoral consiste en Caminar en Fraternidad, afianzando el compromiso de ser una Iglesia Sinodal con una permanente actitud de diálogo con Dios y con los demás, entre grupos de la Iglesia y en la sociedad, fomentado la cultura del diálogo entre todos los sectores… Esto implica también propiciar un trabajo en redes con las instituciones sociales y los diferentes credos[4].

En este sentido valoramos la importancia del Consejo presbiteral, del Consejo de Pastoral y Económico tanto a nivel diocesano como parroquial. Valoramos la vida de cada decanato con todos sus desafíos y posibilidades; las mismas parroquias como comunidad de comunidades; la Junta de catequesis, la junta de Vida Consagrada; la pastoral de Cáritas animando el tejido de caridad en todas las parroquias; el Servicio Litúrgico diocesano acompañando la Pastoral Litúrgica de las parroquias y santuarios; el Consejo de Educación Católica; la Pastoral Social articuladora de varias áreas con misiones específicas; la Mesa de movimientos eclesiales, la Pastoral de Juventud, integradora de diferentes ámbitos juveniles; la Pastoral de Comunicaciones con toda una red de comunicadores en las parroquias y diferentes grupos, entre otros espacios integradores que contribuyen concretamente para hacer posible el caminar juntos.

Caminar juntos no es optativo, es necesario para ser fieles al Evangelio, y vivir a pleno nuestra pertenencia a la Iglesia, para no correr en vano. No podemos cortarnos solos como individuos, grupos o movimientos. Caminar juntos, sinodalmente, es parte de nuestra identidad. No dejemos que nada ni nadie nos prive de la alegría de ser pueblo de Dios, de vivir como hermanos miembros de una misma familia de creyentes, de ser parte de un pueblo donde aspiramos a vivir la fraternidad universal.

  • La tercera línea nos propone “Fortalecer la vida de Oración para profundizar la relación con Dios. Es esencial siempre volver al Señor y recomenzar desde Él. Por eso es necesario organizar y promover tiempos de oración personal y comunitaria, ejercicios espirituales. Alentar espacios orantes en todas las comunidades, áreas pastorales, movimientos, dirigidos a quienes participan activamente de la vida de la Iglesia, como para los quienes aún no”[5]. “El cristiano del siglo XIX será contemplativo o no será”[6] decía uno de los grandes teólogos del pasado siglo. Vivir un experiencia de encuentro con el Señor nos sana, nos transforma, nos vivifica y nos hace plenos en la entrega y servicio a los demás. Y esto es posible para todos. En tiempos de tanto activismo, de tantas conexiones y vínculos, es imprescindible aprender a detenernos para cultivar el vínculo esencial con el Señor y perseverar en ese propósito. Es necesario profundizar en un camino orante que nos lleve a un mayor abandono en sus manos para vivir con más transparencia y humildad nuestra identidad y misión. No hay sinodalidad sin oración, nos repite Francisco. No hay vida misionera sino partimos y volvemos constantemente al Señor.

Querida comunidad diocesana, los invito a profundizar en cada una de las Líneas Pastorales y aterrizarlas en cada una de nuestras realidades. Será un modo claro y concreto de caminar juntos, así podremos ayudarnos mutuamente, y dar mayor vitalidad a nuestra misión.

San Nicolás y los beatos Mártires Carlos, Gabriel, Enrique y Wenceslao
Queridos hermanos y hermanas aquí reunidos. ¡Gracias! Gracias por haber peregrinado en este día de acción de gracias por los 90 años de la diócesis y la fiesta de San Nicolás.

Gracias a las autoridades por estar presentes y por acompañar esta jornada. Gracias a todas las personas, grupos, instituciones y organismos que colaboraron generosamente para vivir este Encuentro.

Gracias San Nicolás por tu presencia cercana y por tu intercesión permanente por la vida de este pueblo.

Gracias beato Enrique y compañeros mártires por animarnos a caminar por las sendas claras y renovadoras del Concilio Vaticano II, cada uno desde su propia vocación.

Gracias Virgen María porque, a través tuyo podemos acercarnos con más confianza a tu Hijo y nos das un claro ejemplo de cómo seguirlo.

Gracias porque con la intercesión de Ustedes podemos vivir en plenitud nuestra vocación bautismal y asumir nuestra hora en la historia con fidelidad y alegría.

Querido Pueblo aquí reunido, querido pueblo que peregrina en La Rioja. Caminemos, caminemos siempre juntos poniendo toda nuestra confianza y esperanza en Dios, el Dios del Amor y de la Vida.

¡Fuerzas y adelante! ¡Bendiciones y mucha, mucha paz!

Mons. Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja


Notas:
[1] Mt. 28, 19.
[2] Evangelii Gaudium 273 | 4 Cf 2Tim 1,6
[3] Líneas pastorales para los tiempos actuales
[4] Cf. Ibid.
[5] Cf. Ibid.
[6] Karl Rahner.