Hija de un cónsul muy popular en la ciudad eterna, vivió en el siglo III. Siendo niña quedó huérfana. Entonces decidió repartir sus bienes y dedicarse a hacer vida de oración y penitencia, y a socorrer a los necesitados. Acusada de ser cristiana, quisieron obligarla a ofrecer sacrificios a los dioses paganos, pero ante la obstinada firmeza demostrada fue decapitada el año 228. Fue enterrada en un templo dedicado a Marte, en cuyo lugar el año 677, el papa Domo le dedicó una basílica que lleva su nombre.