Era un oficial romano que llegó a ser el padre espiritual de Santa Anastasia. Cuando fue encarcelado durante la persecución de Diocleciano, siguió dirigiéndola por carta hasta que el emperador lo mandó llamar a Aquileya donde murió decapitado el año 304. El cuerpo del mártir fue arrojado al mar. El sacerdote San Zoilo recuperó el cuerpo y le dio sepultura.