Andaluz, nacido en 1549 en un hogar de hidalgos de Montilla, España, Francisco Solano es una figura tan grande en la historia de la civilización americana como lo es la de los capitanes más famosos de la conquista y colonización. Poco antes de cumplir veinte años ingresa en la Orden Franciscana, y a los cuarenta, en 1589, parte para América. Desde Lima fue enviado a la provincia de Tucumán, en donde permaneció más de diez años evangelizando a los indios. Recorrió gran parte del actual territorio argentino y se hizo muy popular entre los naturales, pues junto con el crucifico llevaba siempre un violín con el cual lograba atraer su respeto. Alrededor del 1600 vuelve al Perú y el 24 de julio de 1610, en la Ciudad de los Reyes entrega su alma a Dios. Benedicto XIII lo proclamó santo en 1726.