Era rey de Kent, cuando llegó a Inglaterra el apóstol de las Islas Británicas, San Agustín. Etelberto le facilitó lo necesario para que predicara el cristianismo. Con el tiempo Etelberto se convirtió y fue bautizado. A la conversión del rey siguió la de millares de súbditos. A pesar de su celo por propagar la nueva fe en sus dominios, Etelberto no obligó a nadie a cambiar de religión, pues decía que el servicio de Cristo debía ser voluntario. Él era rey de cristianos y paganos, que vivían libremente y practicaban en libertad sus respectivos cultos. Después de 56 años de reinado, durante los cuales se construyeron grandes catedrales en el territorio británico y se dictaron leyes que le ganaron el aprecio de toda Inglaterra, San Etelberto murió el año 616.