Hija de un senador romano que residía en Nicomedia, cuando en esa ciudad estaba la corte del emperador Maximiliano. Convertida al cristianismo, se dedicó con entusiasmo y ardor a la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y luego a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española.