Nacido cerca de Orleáns, Francia, de padres ilustres, Leonardo era ahijado del rey Clodomiro y vivía en la corte. Pero deseando una vida de mayor perfección cristiana, fue a buscar a San Remigio, obispo de Reims, para que lo orientara y le diera su protección espiritual. Tiempo después pasó a la provincia de Limoges y encontrando un bosque abandonado hizo en él vida solitaria y penitente. En ese bosque pasó la mayor parte de su existencia en compañía de algunos monjes. San Leonardo murió el año 559. Es el patrono y protector universal de los prisioneros.