Primera meditación de los cardenales antes del cónclave
- 29 de abril, 2025
- Ciudad del Vaticano (AICA)
El P. Donato Ogliari OSB dirigió la primera meditación a la congregación general. "Todo el pensamiento debe centrarse en la persona de Jesús", afirmó.

Los miembros del Colegio Cardenalicio participaron de la primera de las dos meditaciones programadas antes del inicio del cónclave. El padre Donato Ogliari OSB, abad benedictino de San Pablo Extramuros instó a poner a Cristo en el centro, por una Iglesia abierta a la fraternidad y al diálogo, que trabaje por el bien del mundo y por la paz
Cristo en el centro
El padre Ogliari, poniendo la persona de Cristo y el Evangelio en el centro de sus reflexiones, subrayó que debemos aprender de Jesús una actitud de silencio y de humildad: "Aprendan de mí", dijo, "que soy manso y humilde de corazón".
Como dijo el predicador: "Una Iglesia arraigada en Cristo es una Iglesia capaz de integrarse en la historia y recorrerla con confianza en compañía de su Señor, sin someterse a los criterios mundanos de poder y dominio, sino moldeándose según los criterios de mansedumbre y humildad, misericordia y compasión que Jesús encarnó en su vida terrena. Una Iglesia arraigada en Cristo es una Iglesia abierta, valiente y profética, que rechaza las palabras y los gestos de violencia, capaz de ser la voz de quienes no tienen voz y, si es necesario, de ser una voz al margen de la corriente dominante, para señalar con insistencia los caminos de la justicia, la fraternidad y la paz".
Ojos abiertos a los "últimos"
Como dijo el padre Ogliari añadió que la Iglesia arraigada en Cristo "evita autocrearse y es capaz de ir más allá de sus propios confines para llegar a aquellos hermanos y hermanas de la familia humana que no pertenecen a ella y que experimentan el sentido de la vida o están marcados por el estigma de la marginación y la exclusión".
En este contexto, recordó la exhortación apostólica Evangelii gaudium del Papa Francisco. "Sin embargo, estoy seguro de que la Iglesia no dejará de tener los ojos y el corazón abiertos hasta el último de esta tierra", afirmó el predicador.
El padre Ogliari también recordó el mensaje evangélico de Jesús sobre la necesidad de nacer del Espíritu (Jn 3,8) "Debemos dejarnos sensibilizar a las inspiraciones del Espíritu y, a la luz del Espíritu, repensar o sanar nuestros criterios de evaluación, para evitar instrumentalizar los signos de Dios" e interpretarlos a través del prisma de nuestros propios conceptos, añadió.
Mirando al Cenáculo
Refiriéndose a la obediencia al Espíritu, el predicador señaló la imagen del Cenáculo después de la Resurrección de Cristo, donde Jesús se apareció a los apóstoles que estaban unánimemente orando y donde "la Venida del Espíritu Santo rompió los sellos del miedo".
"Benedicto XVI destacó la riqueza de la Iglesia en la diversidad y recordó en este contexto el proceso sinodal. Sin duda, a pesar de ciertas dudas o estancamiento, trajo llamas de participación y renovación a todos los rincones del mundo. Creo que este es un claro signo de los tiempos: la acción del Espíritu, que nos llama sobre todo a una fructífera conexión entre la línea jerárquico-institucional y la representada por los fieles laicos, para que cada bautizado pueda contribuir a la construcción de la Iglesia-Koinonía", dijo el monje.
El predicador subrayó la necesidad de profundizar el proceso sinodal que pretende revitalizar la comunión y la participación dentro del Cuerpo Eclesial que es la Iglesia y puede hacer más eficaz la misión de la Iglesia en los diversos ámbitos de la vida social, gracias a ese círculo virtuoso que se crea entre comunión, participación y misión.
Los desafíos de la Iglesia
Entre los desafíos que enfrenta la Iglesia en el mundo contemporáneo, el abad benedictino mencionó los conflictos y las guerras, el auge de los nacionalismos, la devastación del planeta, pero también fenómenos como las migraciones, la inteligencia artificial y la secularización "que, al menos en las sociedades occidentales, amenaza con eliminar completamente a Dios del horizonte existencial de muchas personas, en nombre de una espiritualidad vaga y del 'hazlo tú mismo'".
El predicador expresó su convicción de que el camino del diálogo, profundizado por el Papa Francisco, debe continuar. Señaló los llamados que afectan a la vida interna y a la organización de la Iglesia, como la lucha contra los abusos sexuales, la disminución del número de vocaciones, el replanteamiento del modelo parroquial, el papel de la mujer en la Iglesia, la lucha eficaz contra el fenómeno del clericalismo y la burocratización de la pastoral.
La paciencia del alfarero
Siguiendo con la cita de Benedicto XVI, el predicador recordó las palabras del Libro de Jeremías, en las que Dios compara a Israel con el barro del que crea un recipiente apropiado. Sin embargo, cuando la vasija no resulta como el alfarero la pretendía, pacientemente remodela la arcilla para producir la vasija que cree correcta. El predicador recomendó esta metáfora a los cardenales, señalando la necesidad de tener paciencia.
"Además -como nos recordó el Papa Francisco en la bula de anuncio del Año Santo? la paciencia tiene mucho en común con la esperanza, porque además de ser su hija, es también quien la sostiene", afirmó el padre Ogliari.
Y apeló a la apertura a la luz del Espíritu Santo, como en el Cenáculo, cuando el Espíritu descendió sobre los apóstoles. "Deja, pues, que la luz del Espíritu encuentre tu libertad; deja que entre en diálogo contigo, con tu mundo interior y, a través de ti, con el mundo tan diverso y universal del que eres expresión; deja que penetre en lo profundo de tus conversaciones, diálogos, confrontaciones; deja que tenga también su lugar en las dinámicas, a veces dialécticas, que caracterizan todo encuentro humano, y por tanto también el tuyo", dijo el predicador.
"Dejen que Él, el Espíritu Santo, sea verdaderamente el protagonista, para que modele su corazón, encienda su mente e ilumine sus ojos para que puedan escuchar, comprender y ver las maravillas que el Señor quiere realizar para el bien de su Iglesia y del mundo entero", añadió el padre Ogliari.+