Jueves 18 de abril de 2024

Una imagen de San José Milagroso "callejea" por Buenos Aires

  • 2 de noviembre, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
La ermita del "San José milagroso y callejero" fue bendecida por el cardenal Mario Poli, y la imagen expuesta en el patio del monasterio de las Carmelitas Descalzas (Humberto I 1352, Buenos Aires).
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El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, bendijo el 1° de noviembre la ermita del “San José milagroso y callejero”, una imagen expuesta en el patio del monasterio de las Carmelitas Descalzas (Humberto I 1352, barrio porteño de San Cristóbal).

Tras permanecer en el claustro desde su fundación en 1874, quedará a la vista de los fieles para colmarlos de favores. "Se reconoce en el Padre de Jesús que 'su amor es tan grande como su poder y sabe hacer posible lo imposible'", destacan quienes movilizaron la propuesta.

Junto a más de un centenar de devotos y carmelitas, el cardenal Poli invocó al Señor pidiéndole que “experimentemos la intercesión resplandeciente y gloriosa de este querido santo", y con todos los presentes vitoreó: “Viva San José, ruega por nosotros”. 

El primado argentino también leyó la Devoción de Santa Teresa de Jesús y en una misa concelebrada por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor José María Baliña, y sacerdotes de diversas parroquias porteñas.

En su homilía, el purpurado porteño expresó que “las bienaventuranzas que Jesús nos entregó en el Evangelio de San Mateo son como una 'carta magna', para tener siempre a mano, nos da pautas muy concretas", y detalló: "Tener alma de pobres, no se preocupen, si están afligidos serán consolados, sean misericordiosos como mi Padre es misericordioso y obtendrán misericordia, tengan el corazón puro, trabajen por la paz, si son perseguidos alégrense. Esto quiere decir que ya pertenecemos al Reino de los Cielos".

“Cualquiera de estas bienaventuranzas puede llevarnos a ese camino silencioso, oculto, que practica tanta gente anónima. El Papa nos recordó que estamos rodeados de santos anónimos, que no aparecen en publicaciones, su camino es silencioso, oculto, servicial, discreto, un caminito causa de alegría. Si alguien permanece con alegría a pesar de las pruebas, tenemos un santo a nuestro lado, si está cascoteado y no perdió la esperanza y la alegría es porque el fuego del amor permanece en él”.

El cardenal Poli también reflexionó sobre el Bautismo y la Redención de Jesús como camino que convoca a la santidad. “Una de las expresiones del Concilio Vaticano II que nos da mucha esperanza está escrita en la Constitución: la luz de la gente sobre la Iglesia en este tiempo contemporáneo. Ahí se dice que Dios en un arcano designio de amor ha decretado llevar a toda la humanidad a la vida divina, acto de misericordia grandísimo que solamente se lo puede entender por su infinita misericordia y el gran amor que tiene a la humanidad. Eso lo quiso hacer a través de la redención de su hijo Jesús“, recordó.

"La fiesta de todos los Santos nos hace pensar que se empieza a cumplir ese deseo de Dios de tenernos con Él, la que nosotros celebramos mientras peregrinamos. El Apocalipsis nos abrió esta ventana al cielo, ahí está esa multitud que viene de la tribulación y han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Subrayó “el amor del Creador da históricamente a la humanidad la apertura al Reino de los Cielos”, sostuvo.

“Todos tenemos un origen en la vida cristiana. Si la santidad es un camino todos hemos empezado por el mismo camino de partida: el Bautismo. Agradezcamos por haber sido bautizados, desde las aguas de la salvación fuimos marcados con el sello, llamados y elegidos para entrar al Reino. Entre las gracias y dones que Dios nos ha regalado y las virtudes de la fe, esperanza y caridad, nos ha hecho el gran favor de pertenecer a un pueblo santo, y no lo merecemos, son gracias bautismales", añadió.

El cardenal Poli afirmó que “cada vez que nos persignamos con agua bendita, cuando somos roceados, nos hacen recordar el bautismo y el sentido es que además recordamos nuestra vocación a la santidad, a la esperanza a la cual fuimos llamados" y agradeció a los padres, abuelos o alguien que insistió a los padres para que iniciaramos este camino.

“Surge desde el costado abierto de Cristo, el manantial de la redención. Somos un pueblo de perdonados, de redimidos por Cristo, con su sacrificio de amor nos volvió a abrir las puertas del cielo cerradas por instigación del demonio. ¿Qué estaba pensando Jesús en la cruz cuando a su discípulo más amado le dijo ahí está tu madre, la mamá que en ese momento dilató su corazón con terribles dolores que no había sufrido en el parto? Son momentos de gran llamado a la santidad. Jesús en el Evangelio de San Juan enunció: 'cuando yo sea elevado atraeré a todos hacia mí'", indicó.

El arzobispo de Buenos Aires reconoció que “muchos piensan en el camino de santidad como un camino de méritos, me porto bien, hago bien las cosas, cumplo los preceptos de la Iglesia, pero en principio es Dios quien nos atrae, bastaría recordar las palabras de Santa Teresita cuando su pulmonía ya le impedía respirar: Atráeme, atráeme.”

"La santidad es una atracción amorosa de Jesús, la Eucaristía es un deseo ardiente. 'He deseado ardientemente celebrar esta Pascua con ustedes'. Nos recordó el Papa en la última carta apostólica que estamos congregados por el amor ardiente de Cristo que siempre nos sirve la mesa del amor para renovar nuestra vocación a la santidad, renovar el amor que hemos perdido en el camino y nos vuelve a poner en el camino. Qué verdad y que belleza tiene la Iglesia de conducir por este camino", señaló, y evocó una frase de San Artémides Zatti de la familia salesiana: “Para Jesús siempre lo mejor”.

“¡Los santos hacen tantas gauchadas! En Buenos Aires hay 15 santuarios, la mayoría de santos más los de Cristo y de la Virgen. Se dice que mucha gente va a pedir, pero es más la que va a agradecer, y esto es lo que se merecen los santos, quienes son intercesores, amigos de los hombres que están cerquita de Dios y conocen nuestros traspiés y caídas porque caminaron como nosotros, aunque también conocen el camino de la gracia. Pensemos que Dios vuelva a calentar nuestro corazón, que arda como el de Jesús.”

Por último, el cardenal Poli precisó el anhelo de encontrarse algún día en la comunión de los santos. “Para eso comulgamos, para eso pedimos, perdonamos y tenemos que perdonar, para eso escuchamos a Jesús en las bienaventuranzas. Ayudémonos unos a otros, recemos unos con otros y por otros la oración común por la intercesión de los santos que ya están en el cielo", planteó y concluyó: "Igualmente pensemos en los que Dios quiso poner a nuestro lado, aunque no los percibamos: 'el santo de la casa de al lado' como dice Francisco.  Que el Señor nos conceda todas estas gracias”.+