Jueves 21 de noviembre de 2024

Beatificación de Pironio: un acto signado por la emoción

  • 18 de diciembre, 2023
  • Luján (Buenos Aires) (AICA)
La beatificación del cardenal argentino Eduardo Pironio en la plaza central de Luján conmovió a los asistentes, que siguieron la larga ceremonia en un día de muy fuerte calor.
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Un ambiente de honda emotividad caracterizó la ceremonia de beatificación del cardenal Eduardo Pironio realizada en la plaza Belgrano, ante la basílica de  Nuestra Señora de Luján.

La histórica imagen de la Pura y Limpia Concepción de la Virgen María, pequeña, de arcilla cocida, fue llevada al gran estrado levantado de espaldas a la basílica y que ocupaban un centenar de obispos, incluidos varios cardenales, del país y venidos de Roma, El Salvador y Venezuela. Estaba presente Juan Manuel Franco, el niño que siendo bebito se curó milagrosamente por la oración al cardenal Pironio, junto con sus padres y hermanos. Al leer la carta apostólica del papa Francisco, en el momento en que dice “de ahora en adelante se lo declarará beato” se le quebró la voz, comprensiblemente, a monseñor Carlos Malfa, obispo de Chascomús, quien había sido estrecho colaborador de Pironio en la diócesis de Mar del Plata.

Esos y muchos más detalles emotivos, que hacían elevar el espíritu al cielo en una profunda acción de gracias a Dios en una circunstancia excepcional, se vivieron en medio de un clima pesado, cercano a los 30 grados, en una ceremonia bien larga. Los asistentes -que ocupaban la mitad de la enorme plaza seca, en su mayoría de pie, aunque autoridades, invitados, numerosos sacerdotes y un número grande de religiosas de muy diversas congregaciones tuvieron sillas- mostraron entereza para seguir todos los actos en medio de un clima hasta cierto punto sofocante. Providencialmente el cielo estuvo encapotado, nublado; no pegó el sol directamente, y corría una brisa que, si bien no era propiamente fresca, aliviaba algo el ambiente. Se repartían botellas de agua –que no podía pretenderse encontrar fría- pero no hubo que lamentar desmayos y el puesto sanitario no se vio requerido para atender mayores problemas de salud.  

Cerca del monumento a Belgrano había tres grandes banderas, instaladas de modo oficial: de la Argentina, de la Santa Sede y de la provincia de Buenos Aires. En general, siendo una amplia reunión pública, no hubo grandes cartelones o pancartas. Había unas cuantas banderas argentinas; un gran cartelón de Laferrere, pero colocado en la base, no en alto, de una fuente; cinco banderas coloradas de La (Juventud) Motora, de la Acción Católica de Lomas de Zamora (que la brisa agitaba); un estandarte de Schoenstatt - “Vivamos en esperanza”- y algunos banderines más.

Muchos jóvenes llevaban en las espaldas leyendas identificatorias, como “Pastoral de las Juventudes. Mercedes-Luján”; “ACA-Avellaneda-Lanús;  ”De Colores”, “Jóvenes de San José. Malvinas Argentinas”, etc. Una señora tenía en la espalda de su remera esta frase: “Servir a Dios no es una obligación, es un privilegio”.

En los lugares reservados cerca del estrado estaba, feliz, la familia de Juan Manuel Franco; al identificarlos muchos los saludaban y al terminar la misa les pedían sacarse una foto.

En la primera fila estaban el diplomático Alberto Balboa, a cargo interinamente de la Secretaría de Culto de la Nación; el intendente de Luján, Leonardo Botto, y sus colegas intendentes de Nueve de Julio –ciudad natal de Pironio-, María José Gentile (quien vive en la misma cuadra donde era la casa familiar del nuevo beato), y de Mar Chiquita, Walter Wischnivetzky

También estaban la teóloga y profesora universitaria Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina; el director de Cultos de la provincia de Buenos Aires, Juan Torreiro, y la directora de Cultos de la Ciudad de Buenos Aires, Pilar Bosca Chillida.

Asimismo se hallaban en ese sector el ex director nacional de Culto Católico, Luis Saguier Fonrouge; la ex diputada nacional Cristina Guzmán; los ex embajadores ante la Santa Sede, Vicente Espeche Gil y Carlos Custer, con su esposa. Espeche mostró a algunos presentes una foto de cuando él era joven ministro en la embajada ante la Santa Sede, con su esposa y el cardenal Pironio, en la que aparecía siendo chica una hija suya, que lo acompañaba en Luján y ya es abuela.

Estaba también la ex diputada, diplomática de carrera y funcionaria Cynthia Hotton, de confesión cristiana evangélica, de habitual buena relación con autoridades de la Iglesia Católica, incluido el papa Francisco. Consideró el acto “muy emotivo”.  Estaba también Marco Gallo, de la Comunidad San Egidio, junto con el historiador italiano Gianni La Bella, autor del libro “Eduardo Francisco Pironio. Biografia di un cristiano latinoamericano”, publicado en italiano con prólogo del Papa Francisco y de pronta aparición en castellano. Asimismo se lo vio caminando en ese sector a Joaquín de la Torre, ex intendente del partido bonaerense de San Miguel y ex ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires. 

De Madrid vino Laura Moreno, que fue responsable junto con Gustavo Mangisch, de la organización de la Jornada Mundial de la Juventud realizada en la Avenida Nueve de Julio de Buenos Aires en 1987 (la segunda que se realizó en el mundo, promovida y organizada por el cardenal Pironio). Más atrás estaba la esposa de Mangisch, ya fallecido, Ana Spinelli, dirigente de la Acción Católica. Moreno estaba al lado del administrador de AICA, Eduardo Woites.

Beatriz Buzzetti Thomson, que fue presidenta nacional de la Acción Católica Argentina, y postuladora de la causa de beatificación en el país, antes de que fuera elevada a la fase universal en Roma, estaba allí y subió al estrado a leer la epístola.

En ese sector estuvieron, entre muchas otras personas, el profesor Aldo Carreras, ex secretario nacional de Migraciones; Max Gulmanelli, quien fue segundo de Esteban Bullrich cuando fue ministro de Educación, como secretario de Gestión Educativa; Luisa Sanchez Sorondo, activa promotora de la causa de Mama Antula, feliz por haberse enterado ese día de su próxima canonización; la directiva de la Confraternidad Judeo Cristiana, Marita Grandoli de Hrubisko, acompañada por una señora, Gabriela Candañero, que vino especialmente de Panamá. Esta última y su difunto marido habían tenido una buena amistad con Pironio, cultivada cuando éste ejercía la presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y viajaba vía Panamá para ir a la sede del organismo en Bogotá, Colombia.

No faltaron en una reunión de prensa con el legado papal antes de la ceremonia  periodistas de actuación en el área religiosa como Virginia Bonard, de comunicaciones del CELAM y otros medios; su esposo, Nelson Pollicelli, publicista y fotógrafo; Guillermo Galeano, de Eclesia, de Lomas de Zamora; el conocido periodista Tito Garabal, ex director de comunicación del Episcopado y conductor durante décadas de “Claves para un Mundo Mejor”; Julieta Villar, de Aciprensa; Miguel Di Pietro, del programa televisivo “María Esperanza del Mundo”; Adrián Arjona, de radio Encuentro en el Valle, de Catamarca; Fernando Ibarra, de la Acción Católica y Diario Popular; Francisco Huarte, de AICA, etc.

Fue también evidente la alegría manifestada por  miembros de la Acción Católica Argentina (ACA), de la que Pironio fue asesor nacional varios años a partir de 1964. Estaban su presidenta, Mariana Carbajal, con su esposo, Emilio Inzaurraga, ex presidente de la ACA y miembro de la comisión directiva nacional de Caritas (que leyó una oración de los fieles); los  ex presidentes nacionales Rafael Corzo y Alejandro Madero. Este llevó una ofrenda al altar junto con Carbajal, y estaba acompañado por su madre, Zulema Ezcurra de Madero. Ella y su marido, el arquitecto Alejandro Madero (padre), que presidió la ACA años antes de que lo hiciera su hijo, fueron muy amigos de Pironio.

Estuvieron asimismo ex presidentes nacionales de los Jóvenes de la ACA, como Carlos Tabanera y Adriana Carozzo; Marta Noce, directora de comunicación de la Acción Católica, y muchos otros dirigentes y militantes, venidos de Mendoza, Tucumán, San Juan y otros puntos del país, todos contentos de volver a reunirse en una ocasión tan especial.+ (Jorge Rouillon)

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