Miércoles 24 de abril de 2024

Proyecto de eutanasia atenta contra la dignidad esencial de la persona

  • 24 de diciembre, 2020
  • Santiago (Chile) (AICA)
"No hay razón alguna que legitime moralmente un hecho tan grave como quitar voluntariamente la vida humana a ninguna persona ni bajo ninguna circunstancia", afirma episcopado chileno.
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En una declaración dada a conocer el 23 de diciembre, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) se refirió a la aprobación en general en la Sala de la Cámara de Diputados y Diputadas de un proyecto de ley que permite la eutanasia en ciertos casos. 

Considera que éste es "un paso de máxima gravedad política y moral, porque implica -a nuestro entender- una concepción errada de la persona humana, de su dignidad y de sus derechos esenciales".

Respetando todas las diferentes visiones, los obispos ofrecen esta palabra con humildad. "Sólo nos anima el poner a disposición la mirada antropológica que brota del Evangelio, pero cuya raíz compartimos con muchas cosmovisiones y credos, y a la que adhieren numerosos habitantes de nuestro país".

Recuerdan los prelados chilenos que la eutanasia es la acción u omisión que por su naturaleza o en la intención causa la muerte de una persona, con el fin de eliminar cualquier dolor. Precisan que la causa de la muerte no es la enfermedad del paciente, sino la acción deliberada de quien practica la eutanasia. Al mismo tiempo, consideran muy importante distinguir la eutanasia de la renuncia a medios desproporcionados de tratamiento (u obstinación terapéutica).

Afirman que la legalización de la eutanasia es un acto siempre ilícito desde el punto de vista moral, porque constituye “un crimen contra la vida humana”, citando la carta “El Buen Samaritano”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobada por el papa Francisco. Porque la vida es un don, la eutanasia “es un acto intrínsecamente malo, en toda ocasión y circunstancia”. 

Y añaden los obispos: "No hay razón alguna que legitime moralmente un hecho tan grave como quitar voluntariamente la vida humana a ninguna persona ni bajo ninguna circunstancia, incluso en el caso de que ella misma haya dado su consentimiento".

Cultura del descarte de los pobres y vulnerables
En la "cultura del descarte" quienes pagan los costos son los más pobres y vulnerables.

A juicio de los pastores, la práctica de la eutanasia atenta siempre contra los derechos inherentes y connaturales a todo ser humano y es una forma moderna de violación de los derechos fundamentales. 

"Con la eutanasia se oscurece el significado profundo de la dignidad humana, haciéndola aparecer como si condujese al bienestar subjetivo. De esa forma, la dignidad humana es reducida a un simple bien disponible como otros", añaden, aludiendo a lo que el papa Francisco denominó “la cultura del descarte”, que considera la vida humana como susceptible de ser desechada y a los excluidos como desechos, sobrantes.

"Quienes pagan los costos de esta lógica son justamente las personas más frágiles y muchas veces más pobres, respecto de las cuales tenemos como sociedad mayor obligación", señala la declaración.

El Comité Permanente del Episcopado recuerda que la Iglesia ha estado y seguirá estando, Dios mediante, siempre cerca espiritualmente del sufrimiento que viven, tanto la persona que padece una enfermedad incurable como sus familiares, acompañándolos en este doloroso proceso. 

Estiman necesario "promover todas las instancias posibles de alivio, especialmente los cuidados paliativos, y trabajar para que estos servicios lleguen a la mayor cantidad posible de personas posibles, especialmente los más pobres".

Objeción de conciencia
Precisan que la eutanasia aleja a la medicina de su misión primordial, que es sanar al enfermo o disminuir el sufrimiento. Desde este punto de vista, recuerdan que es legítimo invocar el derecho a la objeción de conciencia.

Qué consideramos digno para el ocaso de nuestras vidas

Los obispos solicitan a las respectivas autoridades e instancias legislativas que, "con prudencia y sabiduría, ponderen las graves consecuencias que puede tener la aprobación de una ley de este tipo".

Al mismo tiempo, llaman "a los laicos y laicas que creen en la vida, a hacer oír su voz, desde la academia y el mundo profesional, desde las organizaciones sociales y comunitarias, respecto de qué consideramos “digno” para el ocaso de nuestras vidas. Si queremos que la dignidad se haga costumbre, dialoguemos este delicado tema con profundo respeto, sin descalificaciones, procurando siempre buscar aquello bueno y verdadero que existe en quien piensa distinto".

Finalmente, estiman que a la sociedad chilena le hace bien que todos puedan expresar sus diversas y legítimas visiones, y que ellas "se manifiesten como se hace en una sociedad democrática: con respeto, de cara a la gente, con la recta intención de cuidar el bien común". 

Y piden a Dios que ilumine y mueva los corazones de quienes están llamados a decidir en tan delicadas materias, "sabiendo que un paso mal dado en estos ámbitos tiene siempre graves consecuencias en el futuro, como lo prueba la historia".

Firman la declaración los cinco obispos miembros del Comité Permanente de la CECh: su presidente, monseñor Santiago Silva; el vicepresidente, monseñor René Rebolledo; los miembros monseñor Celestino Aós y monseñor Juan Ignacio González, y el secretario general, monseñor Fernando Ramos. +