Jueves 21 de noviembre de 2024

La diócesis de Rafaela y ACDE se unen para ser "arquitectos" de la paz

  • 28 de diciembre, 2022
  • Rafaela (Santa Fe) (AICA)
La Comisión de Desarrollo Humano Integral y la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas proponen un camino que tenga como método el diálogo y la búsqueda de consensos para el bien común.
Doná a AICA.org

La Comisión de Desarrollo Humano Integral de la diócesis de Rafaela (CDHI) y la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) prepararon un documento que tiene como eje el llamado a ser arquitectos-artesanos de paz en la sociedad.

El texto recoge, además, la experiencia de encuentros intersectoriales (del ámbito político, empresario, sindical y social) de las ciudades santafesinas de Rafaela y Sunchales, y recibe el aporte y la adhesión de los diversos sectores, con el propósito de proponer un camino que tenga como método el diálogo y la búsqueda de consensos para el bien común.

Texto del documento
A las personas de buena voluntad que peregrinan en la diócesis de Rafaela:

Como expresa el poeta Charles Péguy, citado por el Papa Francisco, «la paz es como una flor frágil que trata de florecer en medio de las piedras de la violencia» . Violencia que es bueno distinguirla del conflicto: el conflicto es parte de las relaciones sociales, de la tensión entre objetivos que parecen incompatibles entre sí . El conflicto deriva en violencia, se transforma en piedra cuando se trastoca en cerrazón, imposición, sometimiento e incluso eliminación del otro que es distinto. Y esas piedras hoy toman diversas formas y dimensiones. Desde los enfrentamientos armados con anexiones territoriales, pasando por  sistemas de explotación y trata de personas (además de la sexual, incluye toda reducción organizada de alguien al trato como un objeto), el delito armado, la justicia por mano propia, las injusticias económicas, la pobreza y marginación ; las acciones intolerantes por condición sexual, racial, política o religiosa; el acoso bajo las nuevas modalidades virtuales; hasta llegar a la violencia inter e intra-familiar, al trato o destrato físico, psicológico, verbal en la vida doméstica de todos los días. 

Por ello, con Juan Pablo II reafirmamos la certeza de que «la paz es uno de los bienes más preciosos para las personas, para los pueblos y para los Estados» . Paz que debería ser reconocida como derecho humano universal  y que, para ser integral, requiere que se protejan cuatro condiciones indispensables: la verdad, la justicia, el amor y la libertad . Desde una perspectiva creyente, la paz es un don que debe pedirse a Dios  (que con su gracia perdona, reconcilia los corazones, restaura y recrea el interior del ser humano y  sus relaciones) y también es una tarea a realizar por nosotros . 

En esa labor delicada, difícil y apasionante a la vez, el Papa Francisco nos invita a ser arquitectos y artesanos de paz. Se refiere a dos niveles de acción. Por un lado, la arquitectura que diseñan las instituciones: los marcos legales que intentan regular temáticas complejas; los acuerdos entre sectores que buscan integrar distintas perspectivas e intereses; los protocolos de acción conjunta que dan previsibilidad y ayudan a un complemento sinérgico. Y existe también el nivel de la artesanía: incluye a cada persona que, en un esfuerzo laborioso y diario, es protagonista en la construcción de vínculos de confianza, en promover actitudes y generar ámbitos de diálogo, de respeto, de escucha. Ambos niveles se necesitan, se referencian e implican mutuamente en el fortalecimiento del tejido social: las acciones particulares requieren de un andamiaje institucional que incida socialmente y les dé sustento en el tiempo; y las estructuras y grupos necesitan de personas concretas que, hacia adentro y hacia afuera, con palabras, gestos y actitudes hagan realidad los propósitos y buenos deseos de cada institución. En esta línea el Papa advierte que «ya no podemos pensar sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales (…) sino que debemos concebirnos a la luz del bien común con un sentido comunitario, (…) como un 'nosotros' abierto a la fraternidad universal » 

Desde la CDHI y ACDE intentamos iniciar una experiencia concreta que siga estos criterios. Propiciamos una serie de encuentros en el contexto de un diálogo franco y de confianza entre dirigentes de instituciones de las ciudades de Rafaela y Sunchales que representan al ámbito político (ejecutivo y legislativo), al sector empresario y al sindical, a organizaciones y voluntarios que trabajan en la problemática social. Son muchos de quienes abajo firman con su adhesión . La convocatoria se realizó a partir de un hecho delicado para el país como fue la renuncia del ministro de economía en julio de este año. La experiencia mostró la capacidad de expresar los propios intereses e inquietudes, pero también de escuchar los ajenos, de reconocer aquello que puedo y necesito recibir del otro y aquello que puedo ceder para el bien del conjunto. Se logró así superar el desafío de la «conciencia aislada» (que el Papa señala como obstáculo para la unión de los ánimos) y la actitud de una sana «acusación de sí mismo» (cualidad humilde que permite reconocer lo que uno mismo debe corregir y mejorar para el bien de todos) .  Se generó también la oportunidad de abrir los corazones para compartir los anhelos, las alegrías e incomprensiones, los logros y dificultades que cada uno experimenta en su tarea, implicándose de este modo cada dirigente en su realidad personal. Descubrimos así no sólo numerosas coincidencias entre las instituciones, sino también muchos puntos de contacto en las búsquedas profundas del corazón de cada uno. Con esperanza verificamos que hay andamiajes institucionales que pueden sostener una arquitectura social pero, sobre todo, que siguen existiendo artesanos que en el día a día se esfuerzan y desean de corazón ser constructores de paz. 

Esta experiencia no pretende alcanzar recetas iluminadas o soluciones mágicas a todas las dificultades; pretende mostrar, a través de un pequeño signo,  que puede recorrerse un camino distinto. Estos espacios de diálogo pueden incorporar a otros actores y tratar otras temáticas. Lo importante es encontrar un método (un «camino») que nos permita actuar juntos, no sólo para apagar el fuego de las grandes crisis, tampoco sólo para prevenirlas. Que se convierta en un modo, en un estilo habitual de vincularnos en todo tiempo y así nos permita alcanzar una paz duradera y  desarrollarnos a largo plazo como nación y de forma personal. Así podremos hablar de una política (con mayúsculas) nueva; que no implica sólo a los políticos o a los partidos, sino a todos. A cada uno en el área y con las personas que están bajo su responsabilidad; política como instrumento y «vehículo fundamental para edificar la ciudadanía» y como «una forma eminente de la caridad» . Parafraseando a San Francisco de Asís, animados por el Papa que hoy lleva su nombre, nos animamos a decir: Señor, haz de mí un instrumento, un arquitecto, un artesano de tu paz.

Abrigando el deseo de recorrer juntos este camino, les hacemos llegar a todos nuestros saludos fraternos.+