Martes 10 de diciembre de 2024

ONU: la Santa Sede denuncia la proliferación de drogas ilícitas y el tráfico de órganos

  • 9 de octubre, 2024
  • Nueva York (Naciones Unidas) (AICA)
El Observador Permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas pidió mayor cooperación internacional, al tiempo que reiteró la oposición de la Iglesia a la pena de muerte.
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La Santa Sede pidió un renovado compromiso con el marco existente de cooperación internacional, para prevenir y contrarrestar el tráfico ilícito de drogas, adaptándolo a las nuevas formas de producción y distribución que plagan nuestras sociedades.

Al dirigirse, este lunes 7 de octubre, a la 79ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), durante el debate temático sobre el control internacional de drogas, el arzobispo Gabriele Giordano Caccia denunció que el flagelo del abuso y el tráfico de drogas sigue propagándose, "y que nuevas sustancias psicoactivas también se están apoderando de una parte importante del mercado internacional de drogas ilícitas".

El observador permanente del Vaticano pidió un enfoque triple para frenar este mal social que devasta a los individuos, las familias y la sociedad, basado en la aplicación de la ley, la atención adecuada a quienes sufren adicciones y la prevención a través de la educación.

Un sistema de justicia penal humano 
Según la Santa Sede, un sistema de justicia penal justo debería abordar la producción y el tráfico de drogas, sin recurrir a castigos inhumanos como la pena de muerte o la tortura, y centrarse, en cambio, en la rehabilitación y la reinserción de los delincuentes.

"Los sistemas de justicia penal no deben limitarse a buscar el castigo de los culpables, sino más bien deben procurar garantizar su reeducación efectiva y su adecuada reintegración a la sociedad", sostuvo el observador permanente.

La Santa Sede también aboga por programas integrales de tratamiento, rehabilitación y apoyo psicológico para los usuarios de drogas, que vayan más allá de intervenciones puntuales y soluciones permisivas que, dijo Mons. Caccia, "no ayudan a las personas a salir de su adicción".



El papel fundamental de la educación
Por último, el observador permanente del Vaticano destacó el papel fundamental de la educación en la prevención de la adicción a las drogas. Subrayó, en particular, la responsabilidad de las familias y las escuelas a la hora de proporcionar a los niños información científicamente precisa para contrarrestar la desinformación de las redes sociales, que minimiza los riesgos de las drogas.

"Los esfuerzos educativos deben comenzar dentro de la familia y en la escuela, e incluir información científica actualizada sobre cómo las drogas afectan negativamente al cerebro, el cuerpo, el comportamiento personal y a la comunidad", manifestó en ese sentido.

Estrategias holísticas para prevenir el delito
En una segunda declaración relacionada con el tema, el arzobispo Caccia se centró en la prevención y lucha contra el crimen que, señaló, afecta desproporcionadamente a las poblaciones vulnerables.

"La pobreza, la falta de educación y el desempleo -dijo- son factores de riesgo importantes que conducen a la delincuencia". Por eso, la Santa Sede aboga por estrategias de prevención integrales que incluyan una educación de calidad, normas laborales justas y un fuerte apoyo a las familias.

Tráfico de órganos y abuso infantil en línea
El representante del Vaticano expresó la particular preocupación de la Santa Sede por la trata de personas con fines de extracción de órganos, así como por el tráfico de órganos humanos. En este sentido, reiteró que la donación de órganos debe ser siempre voluntaria y éticamente realizada. También destacó el creciente problema del abuso infantil en línea, que cruza las fronteras nacionales.

Al tiempo que pidió medidas legislativas y coercitivas reforzadas contra estos crímenes, el arzobispo Caccia insistió en que los sistemas de justicia deben centrarse en la rehabilitación más que en el castigo. Recordó el llamado del Papa Francisco a los jueces para que ejerzan "una justicia empática", es decir, "atenta a los últimos y a su integración".

Las condiciones de detención también deben respetar la dignidad de las personas detenidas, añadió, ya que las duras condiciones contribuyen al suicidio en las cárceles. "Sin rehabilitación, la justicia no puede ser fructífera ni verdaderamente justa", concluyó Mons. Caccia.+