Jueves 28 de marzo de 2024

Mons. Marino llamó a los consagrados "a no perder de vista la meta de la santidad"

  • 12 de septiembre, 2016
  • Mar del Plata (Buenos Aires)
En el marco de la Jornada de la Vida Consagrada, se realizó el 8 de septiembre en la catedral de los Santos Pedro y Cecilia, de Mar del Plata, una celebración eucarística presidida por el obispo, monseñor Antonio Marino. En su homilía, se dirigió a los representantes de la vida consagrada, quienes en el Año de la Misericordia renuevan el compromiso "de ser en nuestro mundo testigos de la misericordia del Padre plenamente manifestada en Jesucristo". Concelebraron la misa el presbítero licenciado Gabriel Mestre, vicario general de la diócesis, el padre Arturo Pessagno SDB, delegado para la vida religiosa, y otros sacerdotes de la diócesis.
Doná a AICA.org
Con motivo del Día de la Vida Consagrada, y en coincidencia con la fiesta de la Natividad de María, el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, presidió una celebración eucarística en la catedral, en la que felicitó a consagrados y consagradas por su don, y los alentó en su misión. Concelebraron la misa el presbítero licenciado Gabriel Mestre, vicario general de la diócesis, el padre Arturo Pessagno SDB, delegado para la vida religiosa, y otros sacerdotes de la diócesis.

El obispo se refirió a la vida consagrada con palabras del documento de Aparecida: afirmó que "la vida consagrada es un don del Padre por medio del Espíritu a su Iglesia, y constituye un elemento decisivo para su misión", y agregó que "es un camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con un corazón indiviso, y ponerse, como Él, al servicio de Dios y de la humanidad, asumiendo la forma de vida que Cristo escogió para venir a este mundo: una vida virginal, pobre y obediente".

El prelado destacó también tres características enumeradas por el papa Francisco: profecía, cercanía y esperanza. Se refirió a la pobreza, a la castidad y la obediencia, a la cercanía y entendimiento de la vida de los cristianos y de los no cristianos, a "hacerse prójimo", y exhortó a la esperanza y a la oración por las nuevas vocaciones.

Finalmente, expresó sus felicitaciones a los consagrados y consagradas por el don que han recibido, los alentó en "las pruebas del camino" que atraviesa su misión, les agradeció por su aporte y los exhortó "a no perder de vista la meta de la santidad, que es el testimonio de vida que más necesita la Iglesia".+

Texto completo de la homilía