Jueves 25 de abril de 2024

Mons. Gallagher le recordó a las Naciones Unidas que 759 millones de personas viven sin electricidad

  • 25 de septiembre, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El secretario de Relaciones con los Estados intervino en el Diálogo de alto nivel de la ONU sobre energía. "Se necesitan precios razonables y prácticas comerciales éticas", reclamó.
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El secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, monseñor Paul Richard Gallagher, participó en el Diálogo de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Energía y asegura que, para eliminar la pobreza y el hambre, tal y como se recoge en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, “debemos garantizar que todas las familias y hogares tengan un acceso suficiente a una energía asequible y fiable”, pues en la actualidad, 759 millones de personas viven sin electricidad. 

De hecho, puntualizó que para lograr esto “se deben promover sistemas energéticos y microredes para los "consumidores finales" a nivel local y dotar a las comunidades de infraestructuras energéticas duraderas”.

El prelado también habló de la importancia de que los precios de la energía sean razonables, pues el acceso a la energía también depende de la asequibilidad y el precio.

“Los pobres, señaló, incluidos los que se encuentran en la periferia de la sociedad en los países desarrollados, a menudo no pueden permitirse la energía necesaria para la vida diaria. Por lo tanto, es esencial que los precios de la energía sean razonables, que las prácticas empresariales sean éticas y que se concedan subvenciones a los más pobres”.

Otro punto importante a tener en cuenta sobre la energía es “el impacto resultante en el medio ambiente” dijo monseñor Gallagher: “La extracción, la transformación, el transporte y el consumo de combustibles fósiles y de energía sucia dañan el aire, el agua, el suelo, los ecosistemas y el clima”. 

De hecho “su impacto desproporcionado en los pobres y en los que se encuentran en situación de vulnerabilidad, en algunas circunstancias provoca malestar social, impactos negativos en la salud, conflictos y numerosas violaciones de los derechos humanos”, explicó el representante vaticano.

Además de que el cambio climático altera el sector agrícola, agrava la inseguridad y la escasez de agua y aumenta la exposición a fenómenos meteorológicos extremos, destruyendo los medios de subsistencia y obligando a muchos a abandonar sus hogares y emigrar.

Por último, el prelado habló de la necesidad de una “transición energética justa”. “La producción de bienes desechables, los productos de baja calidad, los artículos de un solo uso y otras estrategias comerciales que desperdician energía a propósito son síntomas de una "cultura del descarte”.

Es por ello que exhorta a los mayores consumidores de energía a “analizar su impacto en aquellos que todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana”, pues la transición a una energía accesible y limpia “es un deber que tenemos con millones de nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo, especialmente con los pobres, incluyendo a las generaciones que aún están por venir”.+