Sábado 4 de mayo de 2024

Mons. Carrara: 'Mama Antula buscó a ese Dios que se ocultaba en lugares de sufrimiento y dolor'

  • 12 de febrero, 2024
  • Buenos Aires (AICA)
El obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario general, presidió la Misa de Acción de Gracias por la nueva santa en la parroquia Nuestra Señora de la Piedad, donde descansan sus restos mortales.
Doná a AICA.org

El obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario general, monseñor Gustavo Carrara, presidió este domingo 11 de febrero en la parroquia Nuestra Señora de La Piedad de la Ciudad de Buenos Aires, la misa de acción de gracias por la canonización de la Mama Antula.

Concelebraron la Eucaristía, monseñor José María Baliña; el arzobispo emérito de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan; el párroco, presbítero Carlos Laurencena, y otros sacerdotes.

En la homilía, monseñor Carrara señaló: “Hace sólo unas horas, el Papa Francisco canonizó a María Antonia de San José, más conocida como Mama Antula, quien es la primera santa Argentina”. 

“Ella nació en Silípica, provincia de Santiago del Estero, en 1730. No era religiosa, siempre fue laica. A sus 15 años empezó a colaborar con los padres Jesuitas y a participar de los ejercicios espirituales, que estos predicaban. Cuando los jesuitas son expulsados de América, ella contaba con 37 años. Y desde ese momento sintió el llamado a continuar la obra, que tanto bien había hecho”, recordó.

El prelado destacó además que Mama Antula “tenía una gran pasión misionera, por eso decía: ‘Quisiera andar hasta donde Dios no fuese conocido, para hacerlo conocer’. “Y el modo para concretarlo era que los ejercicios espirituales de San Ignacio, pudieran predicarse. El fin de los ejercicios espirituales es buscar y hallar la voluntad de Dios. Estos invitan a una conversión evangélica, y a una vida de seguimiento personal de Cristo, dentro de la Iglesia”, agregó.

Además, subrayó: “Comenzó primero en Santiago del Estero, en las poblaciones de Silípica, Loreto, Atamisqui, Soconcho y Salamina. Luego su peregrinación siguió por Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Córdoba. Llegaba a los lugares a pie, o con un sencillo carro tirado de un asno. En una oportunidad va a decir: ‘El amable Jesús es quien me conduce y me permite estos pasos’”.

“Y fue formando en torno a Jesús, una comunidad itinerante de laicos misioneros – toda una invitación para nuestra Iglesia de hoy-. Al llegar a los distintos lugares, organizaba la predicación de los ejercicios espirituales, y se encargaba que no faltara nada material para realizarlos, de ahí su devoción a San Cayetano a quien invocaba”, enfatizó. 

“A ella  -dijo-  le debemos la presencia del patrono del pan y del trabajo en el Santuario de Liniers. El pedido del pan es un pedido de justicia –no es posible pasar hambre en una tierra bendita de pan-, y el pedido de trabajo es un pedido de dignidad, aquel que no trabaja está herido en su dignidad, siente que está de sobra”.

Recordó también que “por su aspecto exterior, la recepción no fue para nada buena, la trataban de bruja o de loca, de hecho, tuvo que esconderse en esta Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, junto a sus compañeras, porque unos muchachos empezaron a tirarles piedras. Por eso antes de fallecer -en 1799-, pidió ser enterrada en el campo santo de esta Iglesia que la recibió y la protegió”.

“En las tandas de ejercicios, compartían la mesa pobres y ricos, indios, esclavos y futuros revolucionarios de Mayo. Era un tiempo de gracia, de integración y de fraternidad. Para nuestra primera santa, todos los que participaban tenían la misma dignidad, y los trataba con delicadeza, dedicándoles tiempo y escucha”, agregó.

Y aseveró: “María Antonia de San José, en la Buenos Aires colonial, fue una mujer de una espiritualidad evangelizadora en salida (Cfr. EG 20-24). Ella buscaba a ese Dios que se oculta especialmente en los lugares de sufrimiento y dolor. Así es que visitaba a los presos, a los enfermos, y socorría a los pobres”. 

Finalmente, expresó que la canonización de Mama Antula “es una gracia especial para la Iglesia en la Argentina. Nos alegramos, lo agradecemos, pero a la vez nos queda abierta la pregunta. ¿Qué nos está pidiendo el Espíritu Santo a través de ella? Hay que rezarlo, discernirlo, y actuarlo”.+

» Texto completo de la homilía