Ante la tragedia, los obispos destacan la solidaridad como 'un signo de esperanza'
- 12 de marzo, 2025
- Buenos Aires (AICA)
Al cierre de la 199ª reunión de la Comisión Permanente, manifiestan cercanía con los afectados por el temporal en Bahía Blanca y subrayan como la catástrofe enseña que "nos necesitamos unos a otros".

Los obispos que participaron de la 199ª reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) se manifestaron cercanos a las "realidades que vivimos como argentinos". También expresaron su pesar por la tragedia en Bahía Blanca, especialmente por los que perdieron a sus seres queridos y por quienes "lo perdieron todo", al tiempo que destacaron la reacción "espontánea de solidaridad" del pueblo como "un signo de esperanza"
En un comunicado titulado "Transformar los signos de los tiempos en signos de esperanza", la veintena de obispos que participaron de la reunión, que se realizó los días 11 y 12 de marzo en la sede episcopal del barrio porteño de Retiro, "valoraron agradecidos" la tarea mancomunada en medio de la catástrofe de las distintas instituciones y de los miles de voluntarios.
"Qué bueno sería -se lee en el comunicado de la CEA- que esta actitud de cuidar la dignidad de la persona humana, sobre todo cuando se muestra más vulnerable, ayude a dar respuesta a la otra realidad que se advierte tristemente en nuestra sociedad y en la dirigencia. Nos referimos a las actitudes y expresiones que lastiman, a esos lenguajes despreciativos, por momentos no exentos de crueldad, que atentan seriamente contra aquella unidad que tanto necesitamos como pueblo, para ponernos la patria al hombro, para salir adelante".
Texto del comunicado:
Transformar los signos de los tiempos en signos de esperanza
"La esperanza no será defraudada" (Rom. 5,5)
En estos días de encuentro como Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina, no podemos estar ajenos a las realidades que vivimos como argentinos.
Por un lado, el profundo dolor ante la tragedia en Bahía Blanca, especialmente de los que perdieron a sus seres queridos, y de los que quedaron sin casa, sin sus bienes. En un abrir y cerrar de ojos se derrumbó el fruto de años de trabajo, esfuerzo y sacrificio? y sus sueños. La expresión de nuestra gente es muy fuerte: "¡Perdimos todo!".
Contrastando con este inmenso dolor, no deja de ser un signo de esperanza la reacción espontánea de nuestro pueblo de una compasión que baja a las manos, que se hace gesto de ternura, llegando incluso hasta el heroísmo de dar la vida. La solidaridad es una muestra evidente que nos necesitamos unos a otros. Valoramos agradecidos cómo en medio de la catástrofe, las distintas instituciones, al organizar seria y delicadamente la solidaridad, rescatan, salvan y ayudan a sostener empecinadamente viva la esperanza.
Qué bueno sería que esta actitud de cuidar la dignidad de la persona humana, sobre todo cuando se muestra más vulnerable, ayude a dar respuesta a la otra realidad que se advierte tristemente en nuestra sociedad y en la dirigencia. Nos referimos a las actitudes y expresiones que lastiman, a esos lenguajes despreciativos, por momentos no exentos de crueldad, que atentan seriamente contra aquella unidad que tanto necesitamos como pueblo, para ponernos la patria al hombro, para salir adelante.
Ambas realidades dejan en claro la necesidad de que "rescatemos" a la persona y su dignidad, que la pongamos en el centro de nuestros intereses, de nuestros servicios, y proyectos.
Por supuesto, en estos días la salud del Papa Francisco ha ocupado nuestra oración, porque además del profundo cariño que le tenemos, necesitamos sus palabras y gestos que son para el mundo un testimonio del cuidado de la dignidad de cada ser humano y de la casa común. Su inspiración y su coherencia nos ayudan a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno.
Estamos celebrando el jubileo bajo el lema "Peregrinos de esperanza". Deseamos que estos 'signos de los tiempos' positivos de humanidad y compromiso, fuentes de esperanza y de paz, destierren a los de deshumanización e indiferencia, fuentes de división y resentimiento (Cf. Bula convocatoria al Jubileo 7).
Que la Virgen de Luján, patrona de la Argentina, nos ayude a mirar con el corazón, y a cuidar con nuestras obras la fragilidad de nuestro pueblo.+