Miércoles 30 de octubre de 2024

Las homilías de Pentling y la importancia de asistir a misa

  • 1 de agosto, 2019
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
Unas reflexiones sobre un libro fue el material que utilizó el arzobispo emérito de La Plata, Mons. Héctor Aguer, en su columna editorial televisiva en el programa Claves para un Mundo Mejor emitido por Canal 9 el sábado 27 de julio. Su lectura le dio ocasión de hablar sobre la importancia de la misa dominical donde la comunidad cristiana se alimenta de la escucha de la Palabra de Dios y de la Eucaristía.
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Unas reflexiones sobre un libro fue el material que utilizó el arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su semanal columna editorial televisiva en el programa Claves para un Mundo Mejor que se emitió por el Canal 9 el sábado 27 de julio. Su lectura le ofreció la ocasión de hablar sobre la importancia de la asistencia a la misa dominical donde la comunidad cristiana se alimenta de la escucha de la Palabra de Dios y de la Eucaristía.

Un pequeño pero sustancioso libro
"Hoy quiero hablar -comenzó diciendo monseñor Aguer- sobre un libro, de reciente publicación, que contiene homilías de Joseph Ratzinger cuando era arzobispo de Münich, en Baviera. Son homilías pronunciadas en un pequeño pueblo, no conozco el lugar pero me parece que un pueblo chico de su diócesis, que se llama Pentling y por eso el libro se llama "Homilías de Pentling", pronunciadas en una pequeña iglesia de San Juan, una iglesia parroquial, a la que iba en varias oportunidades, en diferentes festividades".

"El libro no es muy extenso pero es muy sustancioso. ¿Qué es lo primero que me llamó la atención? Cómo un teólogo extraordinario como Ratzinger, un gran Doctor de la Iglesia diría yo, sobre todo después de que fue Benedicto XVI, puede hablar con tanta sencillez, con tanta claridad y con tanta profundidad al pueblo sencillo de una parroquia".

Una parroquia viva
"En esas homilías lo que él hace es comentar los textos bíblicos leídos en la ocasión y, a través de esas homilías uno descubre lo que es la vida de una comunidad parroquial en la que los fieles acuden sistemáticamente a la misa dominical. Es una parroquia viva, pero viva con el espíritu que otorga, sobre todo, la escucha de la Palabra y la participación en la Eucaristía".

"Subrayo esto -recalca Aguer- porque tengo la impresión o más bien la certeza de que aquí nos hemos acostumbrado ya a que los bautizados en la Iglesia Católica no van a misa. No sé cómo será en la Alemania actual pero en este libro lo que se refleja de este pueblo llamado Pentling es que hay una comunidad cristiana que vive la vida parroquial, como dije, con la escucha de la Palabra, la participación en el sacrificio del Señor en la mesa eucarística y, a partir de allí, con el comentario de las Escrituras Ratzinger saca conclusiones necesarias para la vida de un cristiano en el mundo de hoy".

Un santo taquillero
Ratzinger, dijo monseñor Aguer, "no hace grandes elucubraciones sobre los problemas de la cultura, desliza las críticas que corresponden en cada momento, pero ¿cómo se sostienen esas críticas?, ¿por qué uno puede mantener esas críticas? Es porque uno vive seriamente la vida cristiana, porque uno vive la Iglesia en esa profundidad y no simplemente en el hecho de una práctica multitudinaria por un santo taquillero o lo que fuere, sino por la regularidad de la misa dominical en una parroquia. Eso transforma una sociedad".

Pentling "es un municipio chico pero ¿qué pasaría en una ciudad? Las grandes ciudades tienen también barrios, parroquias que en el barrio son clásicas con sus características y uno se puede preguntar qué pasaría si los fieles vivieran intensamente la vida parroquial fundada en la Palabra de Dios y la Eucaristía. ¿Qué irradiación tendrían esas parroquias? Aquí hay algo fundamental".



Importancia de asistir a la misa dominical
En la última parte de sus reflexiones el anterior arzobispo platense insistió en lo de la asistencia a misa. "Parece algo muy sencillo pero no es algo mecánico, no es algo automático o que hacemos simplemente porque está mandado, sino porque nos ha conquistado el Señor, nos ha conquistado su amor y allí experimentamos el amor de Dios y, de algún modo, a nuestra medida y con nuestra pequeñez, devolvemos al Señor ese amor a Dios en el amor a los demás".

"¡Qué bello es, entonces, encontrar una comunidad cristiana que vive intensamente estos valores! Leyendo el libro pensaba cómo, de algún modo, se asemeja a las primeras comunidades cristianas donde había también, sin duda, fallas. En las Cartas de San Pablo hay muchas reprimendas terribles, donde evidentemente se podía criticar así, el Apóstol podía ser severo con los fieles de tal o cual comunidad como a los corintios por ejemplo. ¿Y por qué? Porque se había entregado plenamente y porque esa gente, a pesar de sus faltas o sus limitaciones, quería vivir en serio la vida en Cristo".

"Pues bien eso no ha cambiado, sigue siendo la misma intención profunda de la Iglesia. Los que tenemos que cambiar somos nosotros, adecuar nuestra capacidad de comprender los fenómenos de hoy y ver cómo esta realidad tan sencilla de la misa dominical puede, intensamente vivida, dar respuestas o sugerencias para ir resolviendo los problemas de hoy o, al menos, para ver cómo se planta un cristiano ante los problemas de hoy", concluyó monseñor Aguer.+