Viernes 26 de abril de 2024

La pobreza protege a la vida consagrada de la mundanidad

  • 20 de septiembre, 2015
  • La Habana (Cuba)
Después de la visita de cortesía al presidente Raúl Castro en el Palacio de la Revolución de La Habana, el papa Francisco se trasladó a la catedral de la Inmaculada Concepción y San Cristóbal para mantener un encuentro con sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas. El Papa dejó de lado el discurso escrito e improvisó reflexionando sobre la pobreza y la misericordia.
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Después de la visita de cortesía al presidente Raúl Castro en el Palacio de la Revolución de La Habana, el papa Francisco se trasladó a la catedral de la Inmaculada Concepción y San Cristóbal para mantener un encuentro con sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas. El Papa dejó de lado el discurso escrito e improvisó reflexionando sobre la pobreza y la misericordia

Al llegar a la Catedral, y tras saludar y bendecir a los fieles reunidos en la plaza, el Santo Padre fue recibido por el rector, que lo acompañó a la Capilla del Santísimo y bendijo a uno de los íconos religiosos más importantes de la Isla.

En primer lugar intervino el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, quien afirmó que "la Iglesia que vive en Cuba es una Iglesia pobre, y el abnegado testimonio de pobreza de nuestros sacerdotes diocesanos o religiosos, de los diaeconos y las personas consagradas, es admirable" y señaló que precisamente la pobreza es la que contribuye de modo singular a la solidaridad y fraternidad entre todos.

A continuación una religiosa, Hija de la Caridad, la hermana Yaileny Ponce Torres, dio su testimonio al servicio de los minusválidos fiesicos y mentales. La religiosa subrayó que el gesto de corazoen que cada diea quieren vivir en el trato con los pacientes y personal de servicio es "descalzarnos ante el misterio de Dios latente en la vida de aquellos, que a los ojos de muchos son invisibles, no cuentan, son valorados como carga inuetil o despreciados por ser diferentes".

Seguidamente se rezaron las vísperas que se iniciaron con el himno "Quédate con nosotros, la tarde está cayendo" interpretado por la Schola Cantorum Coralina.

El papa Francisco renunció a pronunciar la homilía que traía preparada y decidió reflexionar con los consagrados presentes.

"La pobreza es el modo y la madre de la vida consagrada, es la madre porque engendra más confianza en Dios, y es el muro porque la protege de toda la mundanidad. ¿Cuántas almas destruidas, almas generosas como la del joven entristecido empezaron bien y después se les fue apegando el amor a esa mundanidad rica y terminaron mal, es decir, mediocres, sin amor, porque la riqueza pauperiza", aseguró.

El Santo Padre reconoció que tanto el cardenal como la religiosa hablaron "como profetas" y por eso decidió dejar de lado el discurso que llevaba preparado e improvisar.

A propósito de la pobreza, el Papa señaló que el espíritu mundano no la conoce, no la quiere, la esconde, no por pudor, sino por desprecio. Advirtió que "el espíritu del mundo no ama el camino del Hijo de Dios, que se vació a sí mismo, se hizo pobre, se hizo nada, se humilló para ser uno de nosotros".

El Santo Padre recordó el espíritu de pobreza, el espíritu de despojo, el espíritu de dejarlo todo para seguir a Jesús y "este dejarlo todo no lo invento yo, varias veces aparece en el Evangelio".

"Nuestra Santa Madre Iglesia es pobre ?aseguró Francisco-. Dios la quiere pobre como quiso pobre a nuestra Santa Madre María". Por eso los invito a amar la pobreza como a la madre.

Finalmente el Pontífice agradeció a todos los consagrados que dedican sus vidas a los "más pequeños" que "queman su vida acariciando material de descarte".

Asimismo dedicó una reflexión a los sacerdotes. A ellos les pidió que no se cansen de perdonar. Los invitó a pensar cuando están en el confesionario que tienen "un tesoro en las manos que es la misericordia del Padre".+

Palabras improvisadas del papa Francicos en la catedral de La Hababa

Texto que el Papa no leyó en el encuentro con los sacerdotes y consagrados