Miércoles 1 de mayo de 2024

La arquidiócesis de Corrientes tiene tres nuevas vírgenes consagradas

  • 7 de diciembre, 2021
  • Corrientes (AICA)
En la consagración de las jóvenes al Orden de las Vírgenes, monseñor Stanovnik expresó que "tanto el amor virginal como el esponsal, cuando es auténtico, siempre es fecundo y misionero".
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Tres mujeres de la arquidiócesis de Corrientes, pertenecientes al Orden de las Vírgenes, consagraron su vida a Dios el sábado 4 de diciembre en una ceremonia presidida por el arzobispo, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, en la iglesia catedral Nuestra Señora del Rosario. Las nuevas consagradas son Flavia Gabriela Benítez, Evelín de los Ángeles García y María Cecilia Perfumo.

El Orden de las Vírgenes es un rito considerado como una de las primeras formas de vida consagrada femenina en la Iglesia. La vocación se remonta a los inicios del cristianismo cuando las mujeres, sin abandonar sus hogares, se entregaban totalmente a Jesucristo y a la misión evangelizadora. 

En su homilía, monseñor Stanovnik señaló: “Probablemente nos llame la atención que tres mujeres jóvenes hayan decidido consagrar su vida a Dios ‘de por vida’, es decir, para siempre. Lo menos que podemos decir es que la decisión que tomaron es extraña y para nada común. Aún más, alguien podría calificarla antinatural porque lo corriente es que se casen o que decidan vivir solteras, como lo hacen algunas para no asumir compromisos que las ate a alguien”.

En cuanto a esto, observó: “¿Por qué la Iglesia se alegra y celebra la consagración virginal? Recordemos de paso que es la misma alegría que siente la Iglesia ante la celebración del sacramento del matrimonio. Ambas vocaciones son un llamado a vivir la vocación bautismal, no se contradicen entre ellas, sino que se complementan una a la otra, y las dos son expresión del amor gratuito de Dios”.

Luego, advirtió que “tanto la mujer como el varón, todos sin excepción, están llamados a madurar la maternidad y  la paternidad para crecer en el amor, ser felices ellos y hacer felices a otros”. Por esto, agregó: “Ante el maravilloso misterio de la muerte y resurrección de Jesús, signo elocuente del amor de Dios por sus criaturas llevado al extremo de dar la vida, la respuesta no puede ser otra que dar la vida entera”.

En contraposición a esto, mencionó: “El drama que consume y humilla a los seres humanos desde los orígenes es no poder construir vínculos estables, pacíficos y fecundos entre ellos. Ese profundo anhelo de amar y ser amado fracasa una y otra vez, sea en los vínculos interpersonales, sea en la convivencia social”. 

Por tal motivo, destacó que “la mujer que consagra su vida a Jesús, el Amado, es una señal potente para advertirnos que los vínculos humanos se sanan, fortalecen y duran en el tiempo si se van arraigando cada vez más en Dios”, y animó: “Jesús, resucitado y vivo entre nosotros es el fundamento seguro para sostener el amor virginal, el amor de la pareja humana, y el amor que se expresa de muchas maneras”. 

En ese sentido, se refirió a la Eucaristía, que “es la celebración del Amor de Dios. Es la fiesta de los que apuestan a creer que la fuerza del amor de Dios libera de la muerte y del mal, del odio y de la venganza”.

Por último, se dirigió a las nuevas consagradas: “A ustedes, queridas hijas y hermanas, las llamó el Señor Jesús para unirlas más estrechamente a sí y consagrarlas al servicio de la Iglesia y de todos los hombres. Esa unión esponsal, misteriosa y real, está significada en el anillo y la lámpara que van a recibir, símbolo de la alianza que están llamadas a guardar con fidelidad a su Esposo y del amor que se consume por Él y por los demás, en la feliz esperanza de ser admitidas en el gozo de las nupcias eternas”. 

Para concluir, expresó: “Tanto el amor virginal como el esponsal, cuando es auténtico, siempre es fecundo y misionero”.+

» Texto completo de la homilía