Jueves 21 de noviembre de 2024

Jornada Nacional de Oración por la Vida

  • 26 de marzo, 2022
  • Morón (Buenos Aires) (AICA)
La Jornada Nacional por la Vida se celebró el 25 de marzo en la catedral de Morón, presidida por Mons. Vázquez, obispo de Morón y presidente de Cevilaf.
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Con el lema "Abrazar la vida con ternura y misericordia", la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia (Cevilaf), organizó la celebración de la Jornada Nacional de Oración por la Vida, que se llevó a cabo el viernes 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor y en el marco del Día del Niño por Nacer.

La Jornada Nacional por la Vida consistió en una celebración eucarística ese día a las 19 en la catedral Inmaculada Concepción del Buen Viaje, de Morón, que fue presidida por monseñor Jorge Vázquez, obispo de Morón y presidente de Cevilaf.

La vida es un regalo, el don más grande que nos hace Dios
"El sí de María en la Anunciación -expresó monseñor Vázquez en la homilía- es ante todo un sí a la vida, un sí fecundo que genera vida y que nos invita a nosotros a dar un sí generoso y comprometido a toda vida". Y agregó: "El contexto de la pandemia que aún estamos padeciendo en sus consecuencias, es una verdadera amenaza para la vida humana, que se agrava ahora por el fantasma de la guerra que solo trae destrucción y muerte".

"La vida es un regalo -explicó el obispo moronense-, el don más grande que nos hace Dios y que se manifiesta sobre todo en el envío del Hijo que nos trae la vida en abundancia. La gente humilde de nuestro pueblo, pese a las circunstancias difíciles que nos toca vivir, no pierde su capacidad de celebrar la vida y en gran medida la recibe así como viene".

"Como María y José -señaló el prelado-, tantísimos padres comparten la vida de sus hijos desde el momento de la concepción. Saben de la alegría que supone para abuelos, para tíos, para hermanos, para amigos, para la comunidad. Saben que un hijo es un regalo para el mundo, una nueva esperanza que se abre, venciendo a todas las situaciones de muerte".

"Compartir la vida -afirmó- es compartir la mesa, la casa, el techo en la comunidad que se abre al más necesitado. Compartir la vida es cuidar y acompañar al enfermo, al anciano que está en la recta final. Nuestros viejos no son un obstáculo, no son una carga, no están demás, son por el contrario una riqueza de la que recibimos la sabiduría de la vida".

Monseñor Vázquez concluyó se homilía tomando unas palabras de la oración de consagración que el papa Francisco rezó ese día al consagrar a Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María: “Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, en esta hora de tribulación recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz. Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.”+