Viernes 26 de abril de 2024

Francisco a los institutos seculares: hace falta coraje para vivir en el mundo

  • 12 de mayo, 2014
  • Ciudad del Vaticano
"En el corazón de la historia humana: los desafíos de una sociedad compleja" es el tema de la asamblea de los Institutos de Vida Secular, una forma de vida consagrada que en Italia es la más numerosa del mundo, y que fue instituida por el papa Pío XII con la constitución apostólica "Provida Mater Ecclesia" en 1947: "un gesto revolucionario en la Iglesia", lo definió el papa Francisco al recibir a los participantes y dirigirles unas breves palabras, fuera del texto oficial, subrayando que "desde ese momento hasta ahora es muy grande el bien que hacen en la Iglesia con valentía, porque hace falta coraje para vivir en el mundo."
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"En el corazón de la historia humana: los desafíos de una sociedad compleja" es el tema de la asamblea de los Institutos de Vida Secular, una forma de vida consagrada que en Italia es la más numerosa del mundo, y que fue instituida por el papa Pío XII con la constitución apostólica "Provida Mater Ecclesia" en 1947: "un gesto revolucionario en la Iglesia", lo definió el papa Francisco al recibir a los participantes y dirigirles unas breves palabras, fuera del texto oficial, subrayando que los Institutos Seculares son "efectivamente un acto de valentía que hizo la Iglesia en aquel momento dándoles estructura y carácter institucional".

"Desde ese momento hasta ahora ?dijo el Santo Padre- es muy grande el bien que hacen en la Iglesia con valentía, porque hace falta coraje para vivir en el mundo. Muchos de ustedes solos, en su departamento, van y vienen; algunos en comunidades pequeñas. Todos los días, vivir la vida de una persona que vive en el mundo, y al mismo tiempo custodiar la contemplación, esta dimensión contemplativa hacia el Señor y también hacia el mundo.

Contemplar la realidad, la belleza del mundo y también los grandes pecados de la sociedad, las desviaciones, todas estas cosas, y siempre en tensión espiritual. Por eso su vocación es fascinante, porque es una vocación que está justo ahí, donde se juega la salvación no sólo de las personas, sino de las instituciones".

"Les deseo que conserven siempre esta actitud de ir más allá, y no sólo más allá, sino más allá y en medio; allí es donde se juega todo: la política, la economía, la educación, la familia. Tal vez es posible -añadió- que tengan la tentación de pensar: Pero, ¿qué puedo hacer? Cuando sientan esta tentación, recuerden que el Señor habló de la semilla del grano. Y su vida es como esa semilla allí; es semejante a la levadura. Es hacer todo lo posible para que el Reino venga, crezca y sea grande y abarque a tanta gente, como el árbol de la mostaza.

Piensen. Vida pequeña, gestos pequeños; vida normal, pero levadura, semilla que hace crecer. Y esto los consolará. Los resultados en este balance sobre el Reino de Dios no se ven. Sólo el Señor nos hace percibir algo. Veremos los resultados allá arriba".

"Y por eso es importante que tegan tanta esperanza. Es una gracia que tienen que pedir al Señor siempre: la esperanza que no defrauda nunca. Una esperanza que va hacia delante. Yo les aconsejo -concluyó- que lean con mucha frecuencia el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos, ese capítulo de la esperanza. Y aprender que muchos de nuestros padres recorrieron este camino sin ver los resultados, pero los percibieron desde lejos. La esperanza. Esto es lo que deseo. Muchas gracias por lo que hacen en la Iglesia; Muchas gracias por las oraciones y las acciones. Gracias por la esperanza Y no se olviden: ¡Sean revolucionarios!"

Después, el Papa entregó a los participantes el discurso oficial del que el VIS ofreció los siguientes extractos.

La vocación de los Institutos Seculares es "una de las formas más reciente de vida consagrada reconocidas y aprobadas por la Iglesia y quizás, por eso, todavía no se entiende completamente. No se desanimen: forman parte de esa Iglesia pobre y en salida que sueño",

"Por vocación son laicos y sacerdotes como los demás y en medio de los demás, llevan una vida normal, carente de signos exteriores, sin el sostén de una vida comunitaria, sin la visibilidad de un apostolado organizado o de obras especificas.

Son ricos solamente de la experiencia absoluta del amor de Dios y por eso son capaces de conocer y compartir la fatiga de la vida en sus múltiples expresiones, fermentándolas con la luz y la fuerza del Evangelio. Son un signo de esa Iglesia dialogante de la que hablaba Pablo VI. Su vocación hace que se interesen por cada persona y por sus sentimientos más profundos que, a menudo, no se expresan o se enmascaran. Como el Samaritano que pasó al lado y vio y se compadeció. Este es el movimiento al que los llama su vocación: pasar al lado de cada ser humano y hacerse prójimo de cada persona que encuentre; porque su permanecer en el mundo no es sencillamente una condición sociológica, sino una realidad teologal que los llama a un "estar" consciente, atento, que sabe adivinar, ver y tocar la carne del hermano".

"Si esto no sucede, si se distraen o, peor todavía, si no conocen este mundo contemporáneo sino que conocen y frecuentan solo el mundo que más les conviene o que más los atrae, entonces es urgente una conversión. La vocación de ustedes es, por su naturaleza, en salida, no solo porque los lleva hacia el otro, sino también y sobre todo porque les pide que vivan allí donde vive cada persona".

"No pierdan nunca el impulso de recorrer los caminos del mundo, la conciencia de que caminar, incluso con el paso incierto o cojeando, es siempre mejor que estar parados, encerrados en las propias preguntas o en las propias seguridades. La pasión misionera, la alegría del encuentro con Cristo que los empuja a compartir con los demás la belleza de la fe aleja el peligro de quedarse bloqueados en el individualismo".

"Son como antenas, listas para captar los brotes de novedad suscitados por el Espíritu Santo y pueden ayudar a la comunidad eclesial a hacer suya esta mirada bondadosa y a encontrar caminos nuevos y valientes para alcanzar a todos. Pobres entre los pobres, pero con el corazón ardiente. Nunca quietos, siempre en camino. Juntos y enviados, también cuando están solos, porque la consagración hace de ustedes una chispa viva de Iglesia. ¡Siempre en camino con esa virtud que es una virtud peregrina: la alegría!".+