Jueves 28 de noviembre de 2024

Francisco anima a la esperanza y a no perder la memoria del pasado

  • 21 de octubre, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Lo hace en el libro "Soy Francisco", nacido de una reflexión de la escritora judía Edith Bruck, sobreviviente del Holocausto, después de la visita del Papa en febrero de 2021.
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Desde este jueves 20 de octubre, está disponible el libro de Edith Bruck “Soy Francisco”, nacido de una reflexión de la escritora después de la visita del Papa en febrero de 2021.

La escritora judía de origen húngaro, sobreviviente de Auschwitz, volvió a encontrarse con el pontífice el 27 de enero de este año en la casa Santa Marta, donde reside Francisco.

Vatican News publicó el prólogo de la obra escrito por el Papa:

Cuando leí en L'Osservatore Romano del 26 de enero de 2021, en vísperas de la Jornada de la Memoria, la hermosa entrevista de Francesca Romana de' Angelis a Edith Bruck, me impresionó la fuerza tranquila y luminosa de esta mujer. Había conseguido encontrar en su vida, y luego transmitir en su obra literaria, varios "puntos de luz" en uno de los abismos más oscuros de la historia de la humanidad. Cerré el periódico y llamé al director, Andrea Monda, pidiéndole que se pusiera en marcha para presentarme y posiblemente encontrarme con la señora Bruck.

Y así, ni siquiera un mes después, fui a visitarla a su casa en el centro de Roma. Fue una visita emotiva para ambos. Una emoción que la Sra. Bruck ha querido relatar ahora, y se lo agradezco, en este libro que trata de encapsular una experiencia muy difícil de retratar y transmitir. Nada más salir del ascensor, me saludó en la puerta en silencio, porque su emoción casi le impedía hablar: entre las lágrimas que se apoderaron de ella, me agradeció la visita y yo a su vez le agradecí el testimonio que había dado, que había dado a lo largo de todos estos años, yo diría mejor, el testimonio que era y es. Un recuerdo vivo, eso es lo que tenía ante mis ojos: en esta esbelta y elegante señora de noventa años dotada de la fuerza que le permitía llorar, acogiendo y no resistiendo el don de las lágrimas, contemplaba un recuerdo vivo, hecho persona.

Me recibió en su salón con sus familiares más cercanos y pasamos un largo rato conversando. Recuerdo que hablamos de esos "puntos de luz" que había podido contar en sus libros, pero también de otras cosas, de la condición de los ancianos, de su intensa experiencia con su marido Nelo Risi, enfermo de Alzheimer desde hacía tiempo, y de cine (con su sobrino Marco hablamos de la película Il sorpasso), como se hace en una conversación familiar, doméstica y agradable.

Luego hablamos y nos volvimos a encontrar, en ocasiones públicas y, recientemente, de nuevo en privado, pero esta vez en mi casa, Casa Santa Marta. Era de nuevo el 27 de enero, Jornada de la Memoria. Mientras tanto, la situación mundial había cambiado y los vientos de guerra habían comenzado a soplar de nuevo, incluso en Europa. La señora Edith vino a visitarme con su fiel ayudante, Olga, una ucraniana, con la que inevitablemente hablamos de lo que ocurría en la frontera de esa tierra ahora atormentada. ¡Qué importante es que la memoria no se pierda! Necesitamos personas que, aunque sea en vida, mantengan viva la memoria, que mantengan su fuego. Edith y Olga me trajeron un pan horneado por ellas, recordando aquel "pan perdido" de su madre que la escritora había inmortalizado en uno de sus libros. Tal vez ningún pan se pierda definitivamente, siempre puede ser redimido. La esperanza siempre resucita y siempre nos sorprende. Es la hermana pequeña la que arrastra de la mano a las dos mayores, Fe y Caridad, como canta Péguy. Ese pan que ya no se perdía estaba ahora en nuestras manos. Lo rompimos, juntos, y comimos un poco. Un gesto sencillo y humano. Como una oración. Así que, casi en silencio, nos "com-panizamos", comimos el pan juntos. Tal vez así podamos empezar de nuevo, empezar de nuevo como humanidad, haciendo algo juntos, tal vez lo más sencillo, alimentarnos.

La humanidad es algo delicado, frágil, siempre dispuesto a romperse, a deteriorarse, a degenerar. Pero a veces también ocurre que nos encontramos con personas, es el caso de la señora Edith, que nos revelan que poseen recursos impensables, una fuerza que brota de nadie sabe dónde y que supera toda adversidad y nos permite seguir siendo humanos.

El libro que tienen entre sus manos es un intento de relatar este encuentro que me dio tanta fuerza y esperanza y un sentimiento de gratitud, de confianza, que estoy convencido de que también se transmitirá a quienes decidan leerlo; al menos esa es mi esperanza.+

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