Viernes 3 de mayo de 2024

Falleció el doctor Antonio Aramouni

  • 10 de septiembre, 2020
  • Lanús (Buenos Aires) (AICA)
El 7 de septiembre falleció, a los 92 años de edad, Antonio Aramouni, doctor en ciencias económicas, fundador de la Cámara de Comercio Argentino Libanesa
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El 7 de septiembre falleció, a los 92 años de edad, Antonio Aramouni, doctor en ciencias económicas, fundador de la Cámara de Comercio Argentino Libanesa, pionero de la informática en el país (fue fundador del Instituto Argentino de Informática), que en su extensa trayectoria pública y en su vida familiar dio claro y entusiasta testimonio de fe cristiana, así como fue efusivo en la manifestación de sus afectos, firme en sus convicciones y directo en sus afirmaciones.

Pionero de la informática en la Argentina
Cuando la computación era incipiente y tenía muy poca presencia en los ámbitos de trabajo fundó en 1966 el Instituto Argentino de Informática, que a lo largo de muchos años organizaba concurridos congresos anuales en los que reunía a especialistas, generalmente en la sede del Consejo Profesional de Ciencias Económicas. Congresos que no eran solamente técnicos, sino que abordaban cuestiones éticas, educativas y de relaciones humanas.

Aramouni fue un pionero en llamar la atención sobre esta disciplina que luego se incorporó no solo a los ambientes laborales sino a las más variadas esferas de la vida personal y familiar. Él mismo la incluyó desde hace muchos años en su estudio contable y de ciencias económicas en su oficina de la Diagonal Roque Sáenz Peña 651. El Instituto recordó su visión innovadora, “su magnífica obra, sus relevantes aportes y su fecundo testimonio de vida, confiados en la gloria del Señor”.

En el ámbito de ese Instituto creó el Plan Nacional e Internacional de Informática, donde proponía ya a fines de los años 60 la eliminación del dinero físico y su sustitución por medios cibernéticos como un medio para combatir la corrupción, proponiendo, entre otros tantos detalles tecnológicos, que la huella digital del pulgar fuese un mecanismo de acceso al sistema. Fue actualizando a lo largo de los años esa primera intuición, con la que se adelantó a su tiempo, con mentalidad innovadora. 

Militante de la diáspora libanesa en América Latina
Hondamente compenetrado con sus orígenes libaneses, participó en las actividades del obispado maronita, del colegio católico San Marón y de otras expresiones de esta comunidad de Medio Oriente arraigada en el país. Fundó y presidió la Cámara de Comercio Argentino Libanesa. A raíz de su fallecimiento, esta entidad recordó a su “querido fundador y presidente honorario, agradeció su visión, su permanente impulso y su destacada trayectoria, honorabilidad y hombría de bien”.

Aramouni siempre siguió de cerca la situación de los cristianos en Medio Oriente.

En 2016 participó activamente en el Congreso de la Diáspora Libanesa de América Latina realizado en San Pablo, Brasil. En una ocasión Aramouni apareció en tapas de diarios por participar en la toma de la embajada del Líbano en Buenos Aires, para llamar la atención sobre problemas del país de los cedros. También en 2016, en un almuerzo en el Club Libanés, el entonces embajador del Líbano, doctor Antonio Andary, homenajeó a la Cámara y le entregó a Aramouni un cedro diciendo: “Don Antonio, una persona destacada y tan querida, un hombre con un carácter independiente, que transmite pureza, serenidad y amor, y difunde principios y valores espirituales y morales como si fuera una estrella reluciente o una rosa fragante…”

Inquietudes sociales
Antonio Aramouni nació el 13 de mayo de 1928, en su casa paterna en Lanús, provincia de Buenos Aires; fue el mayor de cuatro hermanos. Sus padres, Miguel Aramouni y Mariam Manzur, fueron inmigrantes libaneses. Se conocieron en la Argentina unos pocos años antes.

Cuando sus padres llegaron del Líbano, se afincaron en la ciudad de Lanús, donde grandes fábricas, sobre todo del gremio textil, hacían de esa zona del gran Buenos Aires un importante centro fabril que ocupaban, en aquel tiempo, a miles de obreros. La adolescencia y juventud de Antonio Aramouni transcurrió en ese ambiente laborioso, y su militancia en la Acción Católica de la parroquia del Sagrado Corazón y su camaradería con miembros de la Juventud Obrera Católica (JOC), despertaron en él la inquietud por la situación social y espiritual de los obreros.

Así, siendo administrador de la Asociación Obrera Textil, tuvo un importante papel en hacer realidad una de las aspiraciones del gremio, materializada en la construcción, en 1953, de un importante hotel en la localidad de Casa Grande, ubicada en un bello lugar de las sierras de Córdoba, para facilitar dignas vacaciones de los obreros.

En el mundo de las comunicaciones sociales
Aramouni tuvo una mirada atenta a los medios de comunicación, a la repercusión de las acciones profesionales, políticas y religiosas en la opinión pública. En 1959 fundó un periódico titulado El Observador, con el lema "Por la Verdad, la Dignidad, la Libertad”, publicación de distribución domiciliaria gratuita por correo. Salía tres veces por año y tiraba entre 3.000 y 4.000 ejemplares. Salió regularmente hasta comienzos de los años 90. Impreso en formato tabloide, era un trabajo artesanal, en el que Aramouni escribía muchas notas y contaba con algunos colaboradores, según las ediciones.

En su primer editorial señaló: “Dios nos ha tratado con dignidad al concedernos el albedrío para ejercerlo libremente al elegir nuestras propias decisiones en el marco vocacional de los valores espirituales, gobernados por la razón; nunca por el antojo o capricho. En este marco, desarrollaremos confiados nuestro servicio, a la vez que en este 9 de Julio de 1959, circunstancia inaugural, recordamos con gratitud las enseñanzas y obras de reconocidos apóstoles modernos que inspiraron e inspiran con humildad y sabiduría, enseñanzas de cultura y praxis de la doctrina social. Entre esos muchos cofrades nombramos especialmente a nuestros distinguidos amigos Enrique Shaw y Cayetano Licciardo”.

Cabe señalar que Aramouni participó activamente en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), fundada por Shaw, y en la Acción Católica, de la que ambos amigos fueron dirigentes. Admiraba a monseñor Manuel Moledo, que fue asesor de ambas instituciones.  Aramouni fue un activo animador del grupo Encuentro, formado por ex dirigentes de la Acción Católica, que se reunía mensualmente en el Ateneo de la Juventud.

También se hizo presente en los medios con cartas de lectores y colaboraciones. El 24 de marzo de 2002 La Nación publicó su artículo de opinión “La crisis financiera. Hacia el fin de la corrupción”, en el que reiteraba una propuesta que había planteado 34 años antes, para conjugar el dinero electrónico y la informática, eliminando el efectivo en billetes, para lograr una transparencia en el manejo de fondos y evitar los robos, el fraude, la corrupción, la evasión y los negociados.

El 18 de marzo de 2003 publicó en ese diario una carta deplorando el robo del sagrario de la catedral católica maronita. "La profanación del cuerpo y sangre de Cristo presentes en la eucaristía es un pecado aberrante que llena de consternación y tristeza a toda persona de buena voluntad, cualquiera sea su credo”, escribió.

Amigo personal desde la temprana juventud del director de AICA, Miguel Woites (ambos comprometidos con la Iglesia: Aramouni en la Acción Católica de Lanús, y Woites en la Juventud Obrera Católica de la vecina Gerli), fue un apreciado consejero y animador de AICA, cuyos consejos y orientaciones sirvieron en varias ocasiones para agilizar y perfeccionar la labor informativa.

Radioaficionado, fue titular de la Estación LU1ANU y miembro del Radio Club Argentino, socio 12.102.

En su época formó parte del Club Gente de Prensa, que agrupa a periodistas y comunicadores que buscan capacitarse y desarrollar su profesión en consonancia con las enseñanzas de la Iglesia. Aunque últimamente no participaba activamente, manifestaba su adhesión y correspondía a los envíos de este club por correo electrónico. Así, con motivo de la Misa del Día del Periodista de 2018 escribió : “Mi adhesión y gratitud por la eficaz y sostenida labor vocacional del Club, cuya admirable repercusión es el gozo de nosotros, vuestros destinatarios. Oraciones y fraternales abrazos”.

Prócer y maestro
En La Nación del pasado miércoles 9 de septiembre varios destacados profesionales en Ciencias Económicas lo evocaron en un aviso: “Tus colegas de años de profesión: Juan Carlos de la Vega, Ignacio González García, Ricardo Karpovich, Gerardo Luppi, Raul Mariscotti, Graciela Núñez y Rodolfo Stalanich despiden al muy entrañable amigo, y reconocido profesional y acompañamos a sus hijos en este triste momento. Fuiste prócer y maestro hasta el final. Evocarte será cotidiano”.

Aramouni participó activamente en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, del cual fue consejero, integrando la lista Azul, que durante muchos años condujo la entidad.

Entre sus múltiples actividades, fundó, además, el Instituto Argentino de Economía de Empresa, siendo el primero en instalar el concepto de "economía empresarial" que hoy ya está difundido.  Esa iniciativa la hizo reuniendo a un grupo de notables amigos como Cayetano Licciardo, Carlos Brignone, Adolfo Buscaglia, Alieto Guadagni y otros. Procuraba conjugar los aportes de destacados economistas y de expertos en el manejo de organizaciones.

La vida familiar
Hombre de fe, devoto de la Virgen María, formó su familia según esos principios. Hace años sufrió el fallecimiento de una hija, Andrea, fallecida el 9 de diciembre de 2015,  y poco después la de su querida esposa, Nélida (Nelly) Agustina Collavini afectada por tan temprana pérdida, exactamente tres meses después, el 9 de diciembre de 2015.  Ella era hija de italianos friulanos; se habían conocido con Antonio cuando ambos trabajaban en la empresa Siam  Di Tella, por 1952. Apenas veinteañero, Antonio fundó una escuela en esa empresa  para los empleados y sus hijos y fue su primer director; llegó a tratar al famoso creador de ese imperio industrial, el ingeniero Torcuato Di Tella (1892-1948).

Le sobreviven sus hijos Gabriel, que siguió sus pasos profesionales y ha sido durante veinte años director de la Escuela de Negocios de la  Universidad de San Andrés, y Javier, así como su hermano Alberto, que fue diputado nacional por la democracia cristiana. Ellos y otros familiares, primos, sobrinos, nietos, sobrinos nietos lo despidieron “con profundo amor y agradecimiento por su fecundo y ejemplar testimonio cristiano y familiar, confiados en la vida eterna”.+ (Jorge Rouillon)

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