Jueves 21 de noviembre de 2024

El Papa declaró venerable a sor Lucía, la última pastorcita de Fátima

  • 22 de junio, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El pontífice también reconoció el martirio de diez sacerdotes y diez laicos asesinados en España en 1936, y declaró venerables a un arzobispo, un sacerdote y dos religiosas.
Doná a AICA.org

El Papa Francisco reconoció las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Lucía dos Santos, monja portuguesa perteneciente a la Orden de las Carmelitas Descalzas y que, junto a sus primos Jacinta y Francisco Marto, vieron en varias ocasiones, entre mayo y octubre de 1917, a la Virgen en Fátima donde hoy se levanta el Santuario de Nuestra Señora de Fátima.

El Santo Padre recibió esta mañana al prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, para autorizar la promulgación del Decreto que reconoce estas virtudes heroicas de la consagrada portuguesa.

Nacida en 1906 en la localidad portuguesa de Aljustrel y fallecida el 13 de febrero de 2005 en Coimbra, Lucía dos Santos siempre estuvo comprometida con el mensaje mariano. Tras la muerte prematura de sus primos a causa de la gripe española, Lucía quedó como la única depositaria del mensaje que le fue confiado por la Virgen, el cual transcribió, a instancias del obispo de Leiria, José Alves Correia da Silvia, en cuatro documentos entre 1935 y 1941.

Otro escrito, fechado en 1944, contenía la tercera parte, el llamado "tercer secreto", que fue enviado a Roma y abierto por primera vez en 1960, pero no divulgado por los papas Juan XXIII y Pablo VI. Fue Juan Pablo II, particularmente devoto de Nuestra Señora de Fátima, quien dio a conocer el secreto en el año 2000.

El decreto del pontífice se produce un mes y medio antes de que visite el Santuario de Fátima el próximo 5 de agosto, en el marco de su viaje a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud.

Veinte mártires de la guerra civil española en Sevilla
El decreto también reconoce a 20 mártires de la fe durante la guerra civil española de 1936. Entre ellos, figura el sacerdote Manuel González-Serna Rodríguez, nacido en Sevilla en 1880 y nombrado párroco de la Constantina en 1911. Detenido la noche del 19 de julio de 1936 por milicianos republicanos, fue ejecutado en la sacristía cuatro días después. En ese verano de 1936, al comienzo de la guerra civil española, otros 9 sacerdotes y 10 laicos fueron asesinados en Sevilla y sus alrededores, a menudo tras ser detenidos y sin juicio previo, en el clima de persecución que los republicanos establecieron hacia todo aquel que profesara ser miembro de la Iglesia católica. 

El padre Mariano Caballero Rubio vio quemada su parroquia en Huelva antes de ser detenido; el seminarista Enrique Palacios Monrabà fue detenido y asesinado junto a su padre a la edad de 19 años. Entre los mártires había también un abogado, un farmacéutico, miembros del consejo parroquial y un botones de las monjas clarisas, que vivía con su madre viuda cerca del monasterio.

Los otros cuatro nuevos venerables
Con la hermana Lucía, se proclamó venerable al salesiano brasileño Antônio de Almeida Lustosa, arzobispo de Fortaleza fallecido en 1974, "convencido", como dice su biografía en la página web del Dicasterio para las Causas de los Santos, "de que la primera evangelización consiste en devolver la dignidad a las personas y a las familias más pobres". También fue ensayista, científico y artista. 

Por otro lado, el sacerdote veneciano Antonio Pagani fue teólogo franciscano en el Concilio de Trento, promotor del laicado católico y fundador de los Hermanos de la Cruz y de la Sociedad de las Hermanas Dimisorias en 1579.  

También está en la lista la hermana Mary Lange, que abandonó su Cuba natal por Estados Unidos a causa de la discriminación racial y fundó, en 1829 en Baltimore, la Congregación de las Hermanas Oblatas de la Providencia, dedicada a la educación escolar. 

Por último, está la religiosa vicenciana Anna Cantalupo, que en Catania se dedicó a atender a los enfermos pobres, en particular a los huérfanos de guerra, organizando la atención espiritual a los soldados de la Segunda Guerra Mundial que pasaban por la ciudad siciliana.+