Jueves 21 de noviembre de 2024

Todos tienen derecho a la esperanza, recordó el Papa a los presos

  • 18 de mayo, 2024
  • Verona (Italia) (AICA)
Francisco pasó casi tres horas con los internos de la Penitenciaría de Montorio durante su visita a la ciudad de Verona.
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La Penitenciaría de Montorio fue la cuarta parada del Papa Francisco en su viaje pastoral a Verona, este sábado 18 de mayo.

Francisco llegó al penal alrededor del mediodía para reunirse con internos, guardias penitenciarios, equipos de trabajo y voluntarios. 

La institución penitenciaria visitada por el pontífice es una de las diez más superpobladas de Italia y, con una capacidad habitual de 335 plazas, alberga a alrededor de 567 reclusos de 40 nacionalidades diferentes.

El Papa fue recibido por los internos en el campo de fútbol sala, donde, tras una afectuosa acogida por parte de los presentes, pronunció su discurso: “Tenía muchas ganas de conocerlos, a todos juntos”.

La prisión es un lugar de humanidad
“Para mí, entrar en un centro penitenciario es siempre un momento importante, porque la prisión es un lugar de gran humanidad”, dijo Francisco a los internos, “una humanidad puesta a prueba, a veces agotada por las dificultades, los sentimientos de culpa, los juicios, los malentendidos y sufrimiento, pero al mismo tiempo lleno de fuerza, de deseo de perdón, de deseo de redención”.

“Y en esta humanidad, aquí, en todos ustedes, en todos nosotros, está hoy presente el rostro de Cristo, el rostro del Dios de la misericordia y del perdón”.

Mejorar la situación penitenciaria
Francisco mencionó la situación en las cárceles, que muchas veces están superpobladas, y afirmó que esto genera tensiones y dificultades. Al expresar su cercanía con los internos que enfrentan esta realidad, enfatizó: “Renuevo mi llamamiento, especialmente a quienes puedan actuar en este contexto, a seguir trabajando para mejorar la vida carcelaria”.

No cedan al desánimo
El Santo Padre afirmó estar al tanto de las últimas novedades de la institución, donde lamentablemente algunas personas, en un gesto extremo, entregaron la vida: “Este es un acto terrible, que sólo puede provocar una desesperación y un dolor insoportables. Por eso, al unirme en oración a las familias y a todos ustedes, quiero invitarlos a no ceder al desánimo. Siempre vale la pena vivir la vida y siempre hay esperanza para el futuro, incluso cuando todo parece desaparecer”.

La superación sucede con la ayuda de Dios y de los demás
“Nuestra existencia, la de cada uno de nosotros, es importante, es un don único para nosotros y para los demás, para todos, y sobre todo para Dios, que nunca nos abandona y que, de hecho, sabe escuchar, alegrarnos y llora con nosotros”, resaltó Francisco, animando a los internos a superar la desesperación y vivir cada momento como un momento oportuno para empezar de nuevo:

“En los momentos difíciles no nos encerremos en nosotros mismos: hablemos con Dios de nuestro dolor y ayudémonos unos a otros a superarlo, con nuestros compañeros de camino y con las personas buenas que están a nuestro lado. No es debilidad pedir ayuda: hagámoslo con humildad y confianza. Todos nos necesitamos unos a otros y todos tenemos derecho a tener esperanza, más allá de cada historia y de cada error o fracaso”.

Jubileo, año de conversión y renovación
El Papa Francisco también recordó que dentro de unos meses comenzará el Año Santo, un tiempo de conversión, de renovación y de liberación para toda la Iglesia, un año de misericordia, en el que dejaremos de lado el peso del pasado y renovaremos el impulso hacia el futuro, y destacó: “Celebraremos la posibilidad de cambiar, de ser y, cuando sea necesario, volver a ser nosotros mismos, dando lo mejor de nosotros. Que esto sea también una señal que nos ayude a levantarnos de nuevo y tomar nuestras vidas en nuestras manos, con confianza, cada día”.

Proximidad concreta
Al concluir su discurso, el Santo Padre aseguró a los presos su cercanía: “sigamos caminando juntos, porque el amor nos une más allá de cualquier distancia. Os recuerdo en mis oraciones y os pido, por favor, que oréis también por mí”.

Luego, junto con una delegación de unos 130 reclusos, el Pontífice almorzó en la penitenciaría de Montorio. Un gesto concreto de cariño y misericordia.+