Viernes 22 de noviembre de 2024

El limosnero del Papa lleva a la playa y a comer pizza a personas sin hogar

  • 3 de septiembre, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
"El Santo Padre quiere devolver la dignidad a estas personas", dijo el cardenal Konrad Krajewski, limosnero pontificio
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El cardenal Konrad Krajewski, limosnero del Papa, pasa estos últimos días del verano europeo en la playa de Passocuro-Palidoro, en la costa del Lazio, acompañado cada día por un grupo de entre 13 y 15 personas indigentes de la capital italiana, a quienes el Papa “desea devolver la dignidad” a través de unas “vacaciones cortas pero regeneradoras”, que consisten en pasar una tarde en el mar y, después, cenar en una pizzería.

“Estas personas necesitan desesperadamente escapar durante unas horas de la triste y dura realidad cotidiana, de la que nunca salen. Por eso Francisco me pidió que los acompañara al mar y a la pizzería”, explicó el cardenal polaco a La Stampa.

Las salidas a la playa son casi todos los días -salvo los fines de semana porque las costas están muy concurridas- las personas sin hogar que deambulan por San Pedro se suben a los coches y microbuses conducidos por el cardenal Krajewski y sus colaboradores.

“Salimos por la tarde a playas públicas, con grupos pequeños, para evitar tertulias, pero también para poder dialogar con mayor implicación de los presentes". Todo sucede "en pleno cumplimiento de las reglas anti Covid: los grupos vienen cada vez del mismo dormitorio, están formados por personas que viven juntas. A todos les proporcionamos material de playa: toallas y trajes de baño”, explicó el Limosnero. 

Los necesitados "no están acostumbrados a la vida en la playa, no duran mucho. Están los que se bañan, los que caminan. Luego, a las 19.30, todos a la pizzería, siempre al aire libre, para las grandes “pizzas pontificias”: las llamo así porque el papa Francisco las paga”, sonríe el cardenal polaco. 

“En la mesa hablamos del día, pero sobre todo “compartimos espontáneamente nuestros respectivos problemas, preocupaciones, ansiedades, frustraciones. Todos cuentan su historia, su sufrimiento y su dolor. Pero también intentan bromear. Ese es el momento más importante, que dura hasta tres horas: estas personas tienen una necesidad desesperada de abrirse, expresarse, hablar y ser escuchadas. Sentirse libre. Recibir miradas cariñosas. De amistad". 

Durante estas cenas “vuelven a tener rostros iluminados por la alegría de la dignidad. Mi corazón se me abre”. 

Para el cardenal Krajewski, “lo que más importa es que los pobres puedan saborear un poco de normalidad, disfrutar de unas horas de ocio. Están felices y regresan al dormitorio más serenos. Para ellos, días como este son un regalo, porque de lo contrario no tendrían la oportunidad de ver el mar y comer una pizza en un ambiente relajado”.

Mañana partimos de nuevo: el minibús y los coches del Vaticano están listos para otra misión de bien en la playa de Passoscuro y este mes de septiembre “llevaremos al mar a las mujeres con trastornos mentales atendidas por las Hermanas de la Madre Teresa”. +