Martes 23 de abril de 2024

Ante la ausencia del Papa, un cardenal italiano presidió la celebración de Corpus

  • 9 de junio, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Durante la misa de la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica de San Pedro, recordó que "el amor se comunica rebajándose, no imponiéndose".
Doná a AICA.org

El cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica vaticana y vicario general del Papa para la Ciudad del Vaticano, presidió este jueves la misa por la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo en el altar de la Cátedra de Pedro, donde reflexionó sobre la primera enseñanza de Cristo a los discípulos.

"El amor y la vida se comunican rebajándose y no imponiéndose. No hay otro tesoro más precioso que debamos custodiar los cristianos", resumió.

El cardenal franciscano recordó que Jesús, "cuando habla de ser elevado, alude siempre a su elevación en la cruz, es decir, a su abajamiento, porque es allí donde resplandece el amor de Dios por el hombre".

También subrayó que, al compartir en la Eucaristía su Cuerpo como alimento bajado del cielo, todos somos hermanos, como se dirá este sábado en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana. "Deseamos de verdad una vida plena, atendamos a la invitación de Jesús: ¡levántate, come y camina!... el camino es largo, siempre somos caminantes", pero no solos, o "Not alone!", sgún el lema de la actividad prevista para mañana.

Oraciones por la pronta recuperación del Papa
En la oración colecta, el cardenal Gambetti pidió oraciones para recordar al Papa Francisco, que se encuentra en el Hospital Gemelli de Roma desde el miércoles, e invitó a rezar por su salud. También en una de las oraciones de los fieles se rezó para que Francisco, hospitalizado tras una operación abdominal, se recupere lo antes posible.

En su homilía, comentando el pasaje del Evangelio de san Juan de la liturgia de esta solemnidad, el arcipreste de la basílica vaticana afirmó que, en el cuarto Evangelio, "Jesús revela el don de sí mismo en el pan y el vino eucarísticos, no en una última cena, sino inmediatamente después de la multiplicación milagrosa de los panes".

El purpurado vaticano subrayó, a continuación, que el tema de la comida es fuertemente simbólico. "Si en un sentido lo que comemos y bebemos 'se convierte en nosotros', en otro sentido 'nos convertimos' en lo que nos alimenta, le pertenecemos", porque no somos los "dueños" de la vida, sino que dependemos de lo que comemos y bebemos. Por eso, la afirmación de Jesús: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo", tiene, para el cardenal Gambetti, "un alcance enorme, que abarca estos y otros significados".

En torno al altar, compartimos a Cristo que se nos ofrece
En primer lugar, el Salvador recuerda que, "si uno come de este pan, vivirá para siempre", por lo que... "alimentarse del cuerpo y de la sangre de Cristo es establecer una comunión plena, reconocer su divinidad inmersa en la fascinante carne humana". En torno al altar, además, los cristianos "somos todos comensales, compartimos al mismo Señor que se nos ofrece", y con Él sus enseñanzas, "su presencia constante, sus gestos fraternos, sus silencios y sus recuerdos". Así, la comunidad eclesial que celebra la presencia del Señor "se convierte, paso a paso, en morada inmanente del Eterno, para que el mundo viva, para que todos seamos hermanos, como intentaremos decir el próximo sábado en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana".

¿Por qué entonces -se pregunta el vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano-, a pesar de desear la vida, la vida eterna, y la comunión con los demás, "nos cuesta reconocer el camino de Dios que se revela en el pan vivo, descendido del cielo?" El principal obstáculo, para el cardenal Gambetti, reside probablemente en el verbo que caracteriza "la acción de Dios: abajarse para comunicar amor".

A nosotros, explicó, "aunque queremos la vida y deseamos el amor, no nos gusta rebajarnos. Pensamos siempre en términos de grandeza, mundanos: vivir para nosotros corresponde al movimiento de tomar posesión -nutrir se interpreta como abarcar, engullir, no como recibir y transformar-, de dominar, de prevalecer". En particular, "para nosotros los hombres", la autoafirmación "es una cuestión de elevación, de no desdeñar matar para ser reconocido en su papel".

Jesús, en cambio, recordó el cardenal, "cuando habla de elevación, alude siempre a su ser elevado en la cruz, es decir, a su abajamiento, porque es allí donde resplandece el amor, en particular el amor de Dios por el hombre".

El cardenal Gambetti sostuvo que "Jesús nos invita a permanecer en este movimiento de descenso, para ser testigos de su amor" entre los hombres. No es fácil. "Pero si realmente deseamos una vida plena, escuchemos la invitación de Jesús: ¡levántate, come y camina!... el camino es largo, somos siempre caminantes, pero no estamos solos".

El amor y la vida, según las últimas palabras de su homilía, "se comunican abajándose y no imponiéndose. No hay otro tesoro más precioso que debamos custodiar los cristianos".+

NOTICIAS RELACIONADAS