Viernes 26 de abril de 2024

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¡Carismáticos, a la batalla!

Homilía de monseñor Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata, en la misa con la Renovación Carismática de la arquidiócesis (Iglesia catedral, 3 de julio de 2022)

La Palabra hoy nos dice: “Alégrense con Jerusalén”. Jerusalén para nosotros ya no es la ciudad que acogía a los peregrinos judíos. Hoy cuando leemos que la Biblia habla de Jerusalén se lo aplicamos a la Iglesia, que es nuestra madre porque en ella hemos recibido la vida del bautismo, porque ella nos transmite la Palabra y nos alimenta con la Eucaristía, porque dentro de ella tenemos el testimonio de los santos, porque es la Esposa amada de Jesucristo, porque en ella está la comunidad que nos contiene, porque en ella se derrama el Espíritu. Y la Palabra de Dios nos dice hoy: “alégrense con Jerusalén”. Estas celebraciones donde está la Iglesia reunida son alegría, y cuando ocurre algo bello en la Iglesia hay que alegrarse con ella. Parece mentira, pero hoy hay católicos que no aceptan lo que propone el Papa y hasta se alegran de que esté enfermo, y si algo le sale mal se alegran, y están siempre controlando lo que dice o hace para decir que se equivocó en algo, o peor le inventan cosas sin sentido. Qué suicida, es como matar a la propia madre. Puede más la ideología que la fe.

Y si nos alegramos con Jerusalén, con la Iglesia, también sufrimos con ella, y nos duele ver una parroquia muerta, y nos duele ver cuando no hay fervor en la Iglesia o cuando la Iglesia deja de ser misionera. Y porque nos duele nos entregamos, ponemos nuestras fuerzas a su servicio.

Y sufrimos con ella cuando es perseguida y humillada, y eso sucede en todas las épocas de la historia de una forma o de otra, no es ninguna novedad. Pero la historia muestra que, como es la Esposa amada de Jesucristo, el Señor con su poder siempre la hace renacer. Fíjense, cuando había Papas elegidos por política, que vivían en la opulencia, tenían mujeres e hijos dentro del Vaticano, peor no se podía imaginar. Pero cuando parecía que la Iglesia estaba en el fondo, caída en la peor corrupción, surgieron maravillosos artistas que pintaban la belleza y la gloria del Señor, y empezaron a surgir grandes santos que renovaron la Iglesia. Y así en todas las épocas. Por eso sabemos que cuando la Iglesia sufre es porque en algún momento va a parir algo nuevo, y yo quiero ser parte en eso, y vos querés ser parte. Por eso no te quedás cómodo sino que le ponés ganas y ofrecés tus carismas, tus fuerzas, tu tiempo para evangelizar. ¡Arriba carismáticos!

Y hoy carismáticos, a ustedes les dice: Yo hago una obra maravillosa y secreta por todas partes, pero necesito trabajadores para la cosecha. Salí, salí a llevar al Señor para que podamos aprovechar la semilla que él ha sembrado. Y si parece que no te escuchan o te desprecian no te bloquees, sacudite el polvo de su indiferencia y seguí evangelizando sin aflojar. Y se van a alegrar viendo cómo Satanás cae del cielo como un rayo, porque él anda por ahí sembrando el mal pero ustedes con la espada de la Palabra lo frenen, lo detienen y lo hacen caer. Salgan carismáticos, no se conformen con hacer dos o tres seminarios por año, el Señor merece más y su Iglesia necesita más. Más fuerza misionera porque si no los que hacen los seminarios de vida son siempre los mismos, los que ya están, y pescamos dentro de la pecera. Aquí hay que salir a conquistar los corazones cerrados hasta que queden ungidos por la fuerza del Espíritu. Para eso están ustedes tomados y enviados por el Espíritu.

Yo recuerdo que en año 1993 me mandaron de párroco a una nueva parroquia, que todavía no tenía nada, y había cuatro gatos locos. Pero se fueron formando grupos de oración de la renovación carismática y yo pedí a todos los grupos que fueran misioneros. A este grupo le encomendaba una manzana, al otro grupo otra. ¿Cuál fue el resultado? Una parroquia llena de vida, porque así los grupos de oración fueron creciendo, y surgían más misioneros, y más vida. Aquí también el Señor los llama a la misión, a ser Iglesia en salida.

¿Y qué más nos dice la Palabra de hoy, que es tan estimulante?

Dice que si la misión te trae cansancios, dolores de cabeza, ingratitudes, molestias, si rompe con tus esquemas y tus comodidades, ¿qué esperabas? Jesús dio la sangre y se llenó de heridas para cumplir su misión. Esas molestias y cansancios son tus heridas, son las llagas que compartís con el Señor. El que anda por una selva se llena de lastimaduras, de raspaduras, de heridas, sangra y se cansa. Así ocurre también en la misión. Pero esos cansancios y molestias son tu gloria, que compartís con el Cristo entregado en la cruz. Por eso, dice San Pablo: “Yo sólo me gloriaré en Jesucristo porque llevo en mí sus llagas”. ¡Qué hermoso, cuánta ternura! Y San Pablo en sus cartas cuenta cuáles son esas llagas: persecuciones, azotes, cárceles, aparentes fracasos, naufragios y muchas molestias más. Pero se gloriaba en esas llagas y seguía adelante porque sabía que así la Iglesia salía bendecida y las comunidades amadas crecían.

Me dirán que cuesta, y sí que cuesta. Pero para eso tienen la alabanza, para eso tienen el Espíritu Santo, para eso tienen la Palabra que lanza llamas de fuego, para eso tienen el pan de la Eucaristía, para eso tienen el consuelo de María.

Entonces, arriba carismáticos, el Señor pide más en la misión y ofrece más. Que hoy empiece una nueva etapa llena de fervor, de generosidad y de entrega en la misión. Amén.

Mons. Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata